PAULINE
A Pauline le gustaba hacerme rabiar con sus bromas pueriles, sacarme de quicio,
llevar mi paciencia hasta el límite, pero nunca conseguía sobrepasarlo. Bastaba
con una mirada traviesa acompañada de un guiño para que todo mi enfado se
convirtiese en una sonrisa que, aunque yo no quisiera esbozar para que me
tomara en serio, tampoco podía reprimir. Y era como si nada hubiese pasado.
Solía venir a mi casa a pasar las tardes, veíamos películas tumbados en
el sofá o saltábamos sobre él, bailando los viejos discos que tenía, a todo
volumen; el salto de la aguja sobre el vinilo ajado tenía un encanto especial.
Merendábamos ensalada de pasta, su plato preferido, y salíamos a dar una vuelta
por las calles estrechas del centro en busca de una librería, donde podías
sentarte en unos mullidos sillones de terciopelo y leer todo el tiempo que
quisieras y, si tenías suerte, te daban zumo y unas pastas de té muy ricas. Algunos
días, ella escogía un libro y comenzaba a leer en voz alta mientras yo,
acomodado a su lado, me dejaba llevar por la curva melódica de su entonación
hasta los umbrales del sueño. Otros días interpretábamos obras de teatro, con
un dramatismo casi telenovelesco, hasta que la señora Blanchard, la dueña, nos
invitaba amablemente a salir. Poco a poco, ése se había convertido en nuestro
pequeño y particular ritual.
Yo no sabía francés y no es que París me entusiasmara, pero ella como tantas chicas de su edad, proyectaba su felicidad en vivir algún día en un estudio en Montmartre, salir con un fotógrafo o un escritor y pasear por el Sena curioseando láminas, libros y cuadros vintage.
Yo no era fotógrafo ni escritor, pero supongo que ése era un pequeño sacrificio que podía permitirse, sin que su vida soñada perdiese candor.
Michel Polnareff- Love me please love me - traducida al español y al francés
Probablemente algún día se rompería el encanto y el desencanto de la realidad le haría ser más sensata y dejaría de verme de la forma con la que lo hacía ahora y ya no buscaría mi complicidad con guiños y sonrisas, sino que cada discusión nos iría distanciando. Y dejaría de venir a mi casa por las tardes y no veríamos películas ni bailaríamos sobre el sofá, ni ella me leería, ni la señora Blanchard nos echaría de su librería. Entonces vivir en París ya no tendría sentido y terminaría apareciendo un joven que daría un nuevo impulso a su vida.
No pasaba día en que este pensamiento no se cruzara por mi mente, pero
lo cierto era que cada noche cuando finalmente la acompañaba a casa y su última
sonrisa se quedaba grabada en mi retina, tenía la certeza de que todos esos
temores nunca llegarían a ocurrir.
«And
she only reveals what she wants you to see.
She
hides like a child but she’s always a woman to me».
Te Amo (14 poemas en Español) - Pablo Neruda & Xavier Henry
https://www.youtube.com/watch?v=2qHJaN06z3I
Je T'Aime (14 Poemas en Francés) - Pablo Neruda & Xavier Henry
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