GUSTAV Y CLARA
PARTE UNO. VACACIONES EN DUBROVNIC
El tic-tac del viejo reloj de pared sonaba tenue detrás de un aria de ópera de Puccini proveniente del equipo de música que todas las mañanas desde muy temprano amenizaba la vida del Dr. Reinke. Tras servirse como siempre una taza de café intenso acompañado de unas riquísimas galletas se sentó delante del teclado de su ordenador portátil. Eran las siete y cuarto del primer domingo de noviembre de qué importa qué año.
Todo había transcurrido con
normalidad en los últimos meses, tanto a nivel familiar como en su trabajo de psicoterapeuta, si no fuera porque dos semanas antes, de forma aparentemente casual, se
cruzó en la vida de Gustav una mujer muy diferente a las anteriores. Diferente
en sus características morfológicas y especialmente por su penetrante mirada,
al mismo tiempo enigmática e imprevisible pero también limpia, como si
reflejara un interior equilibrado y sosegado, de “buena gente”. Lo más
llamativo de Clara, así se llamaba, era la sonrisa que con frecuencia esbozaba ante ciertos
comentarios de Gustav. Era como si se conocieran de toda la vida. Cada uno iba
contando anécdotas de sus años de juventud y, sin que hubiera coincidencias
temporo-espaciales, no en vano provenían de ciudades muy alejadas entre sí en
la Alemania de postguerra, sí que había similitudes en ciertas facetas de su
crianza en familias numerosas, en el número que ocupaban en la fratria y en la
educación cristiana recibida en las primeras décadas de sus azarosas vidas, no
exentas de acontecimientos vitales complicados. También compartían una
circunstancia poco común, eran zurdos "corregidos" en la escuela, por aquello de
la “corrección” académica y protocolaria que exigían los tiempos.
El día amaneció frío y despejado, Gustav lo pudo comprobar cuando, en su
casa de las afueras de Berlín, salió al exterior para comprobar si la inquietud
de su perro se debía a alguna circunstancia adversa o si simplemente respondía
a que se había despertado hambriento. Efectivamente el comedero de Romo estaba
vacío desde quién sabe cuántas horas. - ¡Tengo que estar más pendiente del animal!
- se dijo.
Cuando volvió a su asiento a reiniciar su tarea ante la pantalla del ordenador, hubo una repentina subida en el volumen de la música, la voz de la soprano protagonista del aria central de Turandot penetró en su cerebro y movilizó un recuerdo que permanecía en lo más recóndito de su subconsciente. Tuvo un déjà vu, o un déjà vécu, o ambas cosas al unísono.
Fue en Dubrovnic, durante unas vacaciones de verano, no tendría más de quince años, paseaba por la playa con un amigo, y allí estaba ella, tomando el sol sobre una tumbona, leyendo con deleite una novela juvenil, probablemente; era la misma mirada penetrante la que se cruzó con la de Gustav y le dejó anonadado, hasta el punto que sólo se recuperó de su vahído cuando Ralph, su amigo del alma, le propinó un codazo en su torso desnudo de paseante por la playa. Volvió a cruzarse con Clara en una terraza, ella estaba degustando un helado de crema tostada, conversando con la que después me enteré que era su hermana pequeña.
En un alarde de valentía,
impropio de él a esa edad temprana, Gustav se auto-invitó a compartir mesa y
helado con las hermanas; ellas no pusieron reparo alguno y fue entonces cuando
algo ocurrió entre ellos, sin tocarse, hubo una conexión especial a nivel
emocional, sin apenas hablarse se dijeron tantas cosas…Gustav notó que algo se
le removía por dentro, nunca había sentido algo semejante. Varias tardes se
encontraron en la playa, cuando el sol alcanzaba la línea del horizonte, alguna
vez se cogieron a hurtadillas de la mano, la de Clara era algo temblorosa pero
apretaba la de Gustav como queriendo transmitirle algo más que una amistad en ciernes,
a sabiendas que muy pronto sus caminos se separarían, cada uno de vuelta a sus
rutinas postvacacionales y dudando si volverían a reencontrarse en años
sucesivos, dado que el destino de residencia veraniega de sus familias no solía
repetirse.
La Oreja de Van Gogh - La Playa (Official Video)
En 2000 aparece El viaje de Copperpot, título inspirado en Chester Copperpot, un personaje de la película Los Goonies, escrita y producida por Steven Spielberg en 1985. El disco, segundo álbum de estudio y producido por Nigel Walker en esta ocasión, significó la consolidación definitiva de LOVG. La playa mezcla balada y medio tiempo, es un canto a la añoranza, significa la madurez de una manera de entender la música y esta frase permanece guardada en la memoria de la música popular: “Te voy a escribir la canción más bonita del mundo, voy a capturar nuestra historia en tan sólo un segundo”.
La Oreja de Van Gogh - Rosas (Vídeo Oficial)
Letra ROSAS
En un día de estos en que suelo pensar
Hoy va a ser el día menos pensado
Nos hemos cruzado, has decidido mirar
A los ojitos azules que ahora van a tu lado
Desde el momento en el que te conocí
Resumiendo con prisas tiempo de silencio
Te juro que a nadie le he vuelto a decir
Que tenemos el récord del mundo en querernos
Por eso esperaba con la carita empapada
A que llegaras con rosas, con mil rosas para mí
Porque ya sabes que me encantan esas cosas
Que no importa si es muy tonto, soy así
Y aún me parece mentira que se escape mi vida
Imaginando que vuelves a pasarte por aquí
Donde los viernes cada tarde, como siempre
La esperanza dice quieta, hoy quizás sí
Escapando una noche de un bostezo de sol
Me pediste que te diera un beso
Con lo baratos que salen mi amor
Qué te cuesta callarme con uno de esos
Pasaron seis meses y me dijiste adiós
Un placer coincidir en esta vida
Allí me quedé, en una mano el corazón
Y en la otra excusas que ni tú entendías
Por eso esperaba con la carita empapada
A que llegaras con rosas, con mil rosas para mí
Porque ya sabes que me encantan esas cosas
Que no importa si es muy tonto, soy así
Y aún me parece mentira que se escape mi vida
Imaginando que vuelves a pasarte por aquí
Donde los viernes cada tarde, como siempre
La esperanza dice quieta, hoy quizás sí
Y es que empiezo a pensar
Que el amor verdadero es tan sólo el primero
Y es que empiezo a sospechar
Que los demás son sólo para olvidar
Por eso esperaba con la carita empapada
A que llegaras con rosas, con mil rosas para mí
Porque ya sabes que me encantan esas cosas
Que no importa si es muy tonto, soy así
Y aún me parece mentira que se escape mi vida
Imaginando que vuelves a pasarte por aquí
Donde los viernes cada tarde, como siempre
La esperanza dice quieta, hoy quizás sí.
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