HISTORIA DEL ESPIONAJE
Breve
historia del espionaje
Juan Carlos Herrera Hermosilla
Director de la colección: José Luis
Ibáñez Salas
Índice
Introducción.
El espionaje en la antigüedad
Orígenes del espionaje
espionaje en la Biblia
espionaje en Grecia
Los espías de Roma
El espionaje medieval y de los grandes imperios
Guerreros y espías
Religión y espionaje
Inquisición y espionaje
El espionaje en el Nuevo Mundo
Los espías del imperio inglés
El espionaje del imperio español
Las nacientes redes de espionaje de
Francia y Rusia
El comienzo del espionaje moderno
Los espías cortesanos de los Borbones
franceses
El intrigante espía de la Revolución
francesa: Joseph Fouché
El espionaje militar napoleónico
Alí Bey: un espía español en la corte
del sultán de Marruecos
El espionaje en la guerra de la
Independencia española
El espionaje en los orígenes de
Estados Unidos
Espionaje e inteligencia en la Guerra
Civil estadounidense
Wilhelm Stieber: «El rey de los
sabuesos» de Bismarck.
La internacionalización de los espías: la Primera Guerra Mundial.
Introducción
Guerra de espionajes en el desastre
del 98
De la Okhrana a la Cheka: el
espionaje ruso
El Evidenz Bureau austrohúngaro y su
agente traidor: Alfred Redl
El caso Dreyfus
La guerra del servicio secreto alemán
El espionaje en la Bélgica ocupada
Las mujeres espías en la Primera
Guerra Mundial
El nacimiento de los servicios de
inteligencia británicos
El espionaje estadounidense en la
Gran Guerra.
Bletchley park versus la máquina
enigma.
El espionaje en la Segunda Guerra Mundial.
Introducción
El MI-6 contra el espionaje
bolchevique.
Los espías de la Alemania nazi
El preámbulo de la Segunda Gran
Guerra: La Guerra Civil española
La conflagración mundial
El agente Cicerón
La resistencia francesa
La lucha de los códigos
La Operación Carne Picada o «el
hombre que nunca existió»
La Operación Fortitude o el engaño
final de Garbo
La orquesta roja
«El hombre que salvó el comunismo»
El comienzo del Quinteto de Cambridge
Espías de la bomba atómica.
La edad de oro del espionaje: la Guerra Fría
Introducción
El cambio de bando de Reinhard Gehlen
De la OSS a la CIA
La invasión de Bahía de Cochinos
La otra cara de la moneda: el KGB
El espionaje atómico
La huida del Círculo de Cambridge
Penkovsky y la crisis de los misiles
cubanos
Mossad: los ojos de Yavé
Los servicios secretos de las dos
Alemanias
La ley del Talión: la Operación
Cólera de Dios
El espionaje político:
El escándalo Watergate
La era Reagan o el renacer del
espionaje.
Los nuevos retos del espionaje
Introducción
El espionaje desde el cielo.
La traición que no cesa.
El «Gran Hermano» global: ECHELON.
Un nuevo peligro
El asesinato por encargo
Con él llegó el escándalo.
Anexo. Los modernos servicios
secretos españoles: del CSID al CNI
Introducción
Los servicios secretos de la Transición
española
El primer servicio secreto de la
democracia española
Un nuevo servicio de inteligencia
para un nuevo mundo: el CNI
Fiascos y logros del espionaje
español.
Bibliografía.
Introducción
Pocas
actividades humanas causan sentimientos tan encontrados como el espionaje. Por
un lado, es secular el rechazo al individuo que ha de traicionar a aquellos que
confían en él, al propagar sus secretos; por otro, es inmensa la fascinación
que siente el ser humano por las hazañas de los espías, de los agentes dobles,
por el riesgo que corren esos hombres y mujeres no frente al enemigo, sino
junto a él. Desde las primeras guerras, los teóricos del arte militar, los
generales, en fin, todo aquel que ostentaba el poder era consciente de la
importancia de saber «lo que hay detrás de la colina», tal como definía el
duque de Wellington la inteligencia militar, es decir, saber todo lo
relacionado con el enemigo, cuáles eran sus posiciones, sus recursos humanos,
su intendencia, sus armas, cómo pensaba su Estado Mayor. Para ello era crucial
la figura de un elemento muy importante en el devenir de la historia: el espía.
Su figura ha sido tantas veces vituperada como distorsionada por la visión
romántica que de ellos ha dado el mundo del cine y la literatura. Por lo tanto,
no es baladí preguntarnos qué es un
espía, quiénes son esas personas que a menudo han medrado durante la guerra, al
igual que en los tiempos de paz; que han traicionado naciones y han salvado
otras; que para unos son héroes, pero para otros son villanos, que son a la vez
admirados y odiados. Según el Glosario de Inteligencia, coordinado por Miguel
Ángel Esteban Navarro y editado por el Ministerio de Defensa de España en 2007,
un espía es aquella «persona que, por
encargo de alguien, sea un servicio de inteligencia o no, se dedica a obtener
información de un tercero, de manera clandestina, con engaño y sin autorización
de este último». A menudo se equipara al espía con el agente secreto, ya
que la definición previa puede incluir a ambas figuras; sin embargo, hay entre
ellos dos diferencias fundamentales, puesto que, en primer lugar, el agente
secreto es un profesional de la búsqueda de la información clandestina y, en
segundo lugar, siempre opera para un organismo de inteligencia. Este último
término, debido a su carácter polisémico por la cantidad de significados que
abarca, encierra también cierta dificultad a la hora de definirlo. Por «inteligencia» se puede entender la
obtención y el análisis de la información recabada para una ulterior toma de
decisiones. Cuando en el año 2002 se creó en España el Centro Nacional de
Inteligencia (CNI), que sustituyó al Centro Superior de Información para la
Defensa (CSID), se pudo ver cómo el mismo cambio en la denominación de la institución,
convirtiendo el término «información» en el de «inteligencia», conllevaba una
transformación muy profunda, puesto que en el nuevo organismo se primaba el
concepto de interpretación de la información, frente al simple hecho de
recolección. El propio CNI explica el llamado Ciclo de inteligencia como el
proceso por el que la información se transforma
en inteligencia para ponerse a disposición
de los organismos competentes. Este ciclo consta de cuatro fases; en primer
lugar, se compone de la dirección, que es el órgano en el que se determinan
las necesidades de inteligencia; en segundo lugar, la obtención, proceso
que consiste no sólo en la recolección de información, sino también en su
entrega a los equipos de elaboración para la creación de inteligencia; en
tercer lugar, la elaboración, en la que se produce la transformación de la
información en inteligencia tras pasar, a su vez, por cuatro fases: la
valoración, el análisis, la integración de la información con la inteligencia
disponible y la interpretación del conjunto; y, por último, la fase
final es la difusión, en la que se efectúa la distribución segura de la
inteligencia a aquellos que la necesitan. Como podemos comprobar, esta cultura
de inteligencia supone una labor de altísima especialización por parte de los
agentes secretos, cuyo desempeño ha llegado incluso a cambiar la historia. Han
cumplido sus misiones con tanta eficiencia como los reputados mariscales o
generales que, provistos de la información aportada por estos hombres y mujeres
que muchas veces fueron personajes anónimos en el teatro de la guerra,
consiguieron victorias cruciales a lo largo de los tiempos. No obstante, a
veces la labor del espía o agente secreto ha sido con toda justicia vituperada
porque ha llegado a acciones ruines y claramente carentes de toda moralidad. Un
caso paradigmático es el que protagonizaron en la antigua República Democrática
Alemana (RDA), la Alemania del Este de la Guerra Fría, Vera Lengsfeld y
su ex marido, el poeta alemán Knud Wollenberger. Cuando en 1991,
Lengsfeld tuvo acceso a los archivos de la policía secreta de la RDA, la
temible Stasi, y consultó la documentación que sobre ella se guardaba en ellos,
se enteró de que, durante el tiempo que estuvieron casados y tuvieron sus dos
hijos, Wollenberger había estado espiándola porque, en realidad, era un
informador de la policía secreta de la Alemania del Este cuyo nombre en clave
era «Donald». Su matrimonio había sido en puridad una misión que le habían
encomendado los mandos de la Stasi. Durante la Guerra Fría así llegaron a
actuar los espías, para quienes la información secreta bien valía traicionar un
amor. Escritores, profesores, viajeros, aventureros, criadas, mayordomos,
sacerdotes, arqueólogos, mercaderes, hombres de negocios, periodistas... La
nómina de profesiones a las que han pertenecido los hombres y las mujeres que
han actuado como espías, pero que no eran agentes profesionales, es casi tan
extensa como el número de oficios que existen. Todos ellos, profesionales o no,
han sido, son y serán piezas fundamentales en el devenir de la historia.
El espionaje en la antigüedad
ORÍGENES DEL ESPIONAJE
Estatua de Sesostris I, 1956 a. C.- 910 a. C. Museo de Luxor, Egipto.
Información sobre los planes
militares de Hammurabi que posteriormente era transmitida a través de la
correspondencia con su rey. Tampoco fue ajeno a las actividades de espionaje
otro de los grandes imperios de la Antigüedad: Egipto. Senusert I, o Sesostris
I, llegó al poder en Egipto tras el complot que acabó con la vida de su padre,
el faraón Amenemhat I. Para él trabajó como espía el verdadero Sinuhé el egipcio.
Esta gran civilización de las orillas del Nilo conoció las intrigas palaciegas, los complots que se orquestaban alrededor del faraón y que en algunos casos llegaron al regicidio, tal como ocurrió con la muerte de Amenemhat I, en el año 1947 a. C.
Las fuentes de información y los servicios de inteligencia no funcionaron siempre correctamente en el Antiguo Egipto. Durante el reinado de Ramsés II, en el siglo XIII a. C., un imperio se alzaba como su oponente más poderoso: el Imperio hitita de Muwatallis. Estos dos colosos se disputaban el Oriente Próximo. Ramsés II deseaba apoderarse de la ciudad de Qadesh, actual Kinza, en Siria, en aquellos momentos en manos de los hititas. Esta ciudad era la llave de una importante región estratégica. Debido a esto, para el faraón egipcio era primordial dominar Qadesh. La batalla se libró el año 1247 a. C. Además de la importancia de las fuerzas concentradas para la confrontación, fue capital en el desenlace del combate la acción del espionaje. Una vez entabladas las hostilidades, las tropas egipcias capturaron a dos beduinos que fueron interrogados por el propio faraón. Estos declararon que el grueso de la tropa de Muwatallis no se encontraba en la llanura de Qadesh, como creía el Alto Mando egipcio, sino en Khaleb, una localidad situada al norte de Tunip, en la región de Alepo. Sin embargo, estos dos beduinos eran en realidad dos espías instruidos por el ejército hitita para llevar a cabo una maniobra de inteligencia sorprendente, puesto que dieron una información falsa; es decir, eran dos agentes cuya misión era contaminar al ejército egipcio con inteligencia falsa. Las declaraciones de los dos beduinos no fueron comprobadas por los servicios del faraón y este dio la orden de que marchara contra Qadesh la división Amón. En las cercanías de la muralla asentó su campamento. Posteriormente el faraón descubrió que los beduinos eran agentes de los hititas que habían sido enviados para espiar al faraón. Por fin confesaron que las tropas de Muwatallis estaban tras la muralla de la antigua Qadesh. Este error supuso un primer ataque sorpresa de los carros hititas, que arrasaron la división de Ra al acudir esta en ayuda de la solitaria división comandada por el propio faraón. El combate continuó durante once días. La victoria, a pesar de que Ramsés se apropió de ella, no quedó clara; el faraón egipcio no consiguió apoderarse de la tan ansiada Qadesh. Quizá el soberano hitita tomó la iniciativa del armisticio instigado por los informes sobre la crueldad del faraón que le dieron sus coman-dantes cuando fueron liberados, tras ser obligados a ver la dura represalia que tomó Ramsés mismo contra sus propias tropas al ejecutar al décimo soldado de cada fila en formación.
Relieve de Ramsés II matando a sus prisioneros, en el templo de Abu Simbel, construido tras la batalla de Qadesh en 1274 a. C.
La crueldad con la que trataba el faraón Ramsés II no sólo a sus prisioneros, sino incluso a sus propias tropas, consiguió influir tanto en el ánimo de sus enemigos, que forzó el armisticio en la batalla de Qadesh.
Aunque la utilización de la inteligencia militar se dio en todas las civilizaciones antiguas, será en el Imperio chino donde encontremos el primer tratado militar en el que se hace referencia al espionaje: el Arte de la guerra, de Sun Tzu. Considerado tradicionalmente como un general que sirvió bajo el reinado de King Helu, hacia el año 512 a. C., las experiencias de Sun Tzu al servicio de su señor le sirvieron para componer su tratado. En el capítulo XIII expone la importancia que tiene el conocimiento, la información y la inteligencia por parte de un jefe militar antes de entrar en combate. Sun Tzu parte de premisas realistas a la hora de establecer de dónde tiene que partir la información: no se puede obtener ni «de fantasmas ni espíritus», es decir, el teorizador chino rompe con la tradición militar de las civilizaciones mesopotámica y egipcia, cuyos ejércitos, antes de entrar en combate, consultaban la viabilidad o no de ir a la guerra. Sun Tzu fundamenta la obtención de información en el factor humano. Para ello un buen jefe militar debe tener a su disposición cinco clases de espías: el espía nativo, contratado entre los habitantes de una población; el espía interno, captado entre los funcionarios enemigos; el agente doble, atraído entre los espías enemigos mediante sobornos tras inducirlo a que colabore con el propio bando espiado en principio por él; el espía liquidable, el que debe contaminar la información del enemigo con datos e informes falsos; y, por último, el espía flotante, encargado de transmitir los informes.
Sólo
con esta inteligencia, según Sun Tzu, se puede alcanzar la victoria, ya que hay
que conocer previamente al enemigo antes de poder vencerlo. Sin duda, Sun Tzu
es el teorizador del arte de la guerra y de la inteligencia aplicada al combate
que más importancia ha tenido en la posteridad, sin embargo, no es el único
gran pensador sobre el espionaje que ha dado la Antigüedad. Las teorías de Sun
Tzu acerca del espionaje han influido en personajes tan dispares como el
dirigente chino Mao Tse-Tung o el general estadounidense Norman
Schwarzkopft, que utilizó las técnicas de decepción y espionaje prescritas
por Sun Tzu en la I Guerra del Golfo.
Estatua de Sun Tzu en Yurihama,
Japón.
Daniel Tubau, autor de «El arte del engaño», desvela la influencia del «maestro Sun» en algunos de los conflictos del pasado siglo
Pablo F. de Mera Alarcón 24/06/2018
La guerra basada en el enfrentamiento directo tratando de detectar el punto frágil del enemigo para descargar ahí toda la fuerza e impedir su reestructuración, ha sido durante años y años la preminente en el imaginario bélico de Occidente. Pero estos preceptos napoleónicos, popularizados por el influyente teórico y militar prusiano Carl von Clausewitz, fueron invalidados a raíz de la Primera Guerra Mundial cuando el británico Basil Liddell Hart, en el periodo de entreguerras del siglo XX, llegó a la conclusión de la necesidad de concebir otro modo de conflicto menos destructivo.
A pesar de Clausewitz, Liddell Hart extendió el llamado «enfoque indirecto» (opuesto a la guerra napoleónica) de la refriega al encontrar un aliado en la figura de un filósofo y estratega de la antigua China: Sun Tzu o «maestro Sun». Su milenario tratado «El arte de la guerra», considerado uno de los mejores ejemplares de estrategia militar, vino a demostrar que, a lo largo de la historia, han sido pocas las contiendas saldadas sin hacer uso de la argucia y la artimaña.
«Es dudoso que haya existido alguna vez esa época de los caballeros andantes y del guerrero valeroso que ha actuado decentemente en las guerras», declara a ABC el polifacético Daniel Tubau, guionista, periodista y autor de «El arte del engaño» (Ariel, 2018). Esta obra, que supone el regreso a la escena literaria del escritor, realiza una exhaustiva aproximación a «El arte de la guerra» del «maestro Sun» e incluye su traducción del chino al español comentada.
En la antigua India, tras la muerte de Alejandro Magno en el 323 a. C.,
el rey indio Chandragupta Maurya (c. 317-293 a. C.) empezó la conquista de tan
vasto territorio deteniendo, a su vez, el avance de los invasores griegos. A su
lado tenía a uno de los más grandes estrategas de la Antigüedad, su consejero
Chanakya, también llamado Kautilya. Éste, conocido como «el Maquiavelo de la
India», plasmó sus ideas sobre el buen gobierno en un tratado titulado
Arthasastra. En él establece el espionaje como un elemento imprescindible para
el poder, no como elemento de opresión, sino como una de sus herramientas. Para
ello propugna la creación de toda una red de espías en los diversos estratos de
la población, desde un mercader que pueda obtener información al vender sus
productos en el mercado o a particulares, hasta «un hombre de cabeza rapada o
de pelo trenzado bajo la apariencia de un asceta que practique la austeridad»,
ya que puede rodearse de un grupo de seguidores que le sirva como su propia red
de espías. Capital importancia da el tratadista hindú a la mujer también como
agente de inteligencia, sobre todo, a las de la casta superior o brahmán,
porque podían servir al rey al espiar incluso a sus propios ministros, a los
sacerdotes, a los comandantes del ejército e incluso al heredero al trono. Un
papel relevante dentro del sabotaje y la conspiración tienen también los
envenenadores, tanto los preparado-res de salsas como los encargados de la
higiene del rey o los simples aguadores. Por ello, Chanakya recomienda que, en
la corte, junto al rey, siempre haya un catador. Asimismo, prescribe que se ha
de atraer a los partidarios y a los detractores del enemigo para que espíen a
favor del rey. De la misma manera, Chanakya pone muy de relieve el papel de la
diplomacia como herramienta de la inteligencia, ya que el rey ha de utilizar a
sus embajadores tanto para proveerse de información como para protegerse de los
espías de los demás reinos. Chanakya, también conocido como Kautilya, ayudó a
Chandragupta a sentar las bases del Imperio Maurya, sirviendo a su rey como
consejero. Tras abandonar al último rey hindú de la dinastía Nanda, Dhana
Nanda, Chanakya consiguió mediante sobornos ganarse al consejero del rey para
que pasara al bando de Chandragupta.
El espionaje en la Biblia

Los primeros testimonios escritos que de manera explícita nos hablan de la utilización de espías para los más diversos fines los encontramos en la Biblia. Cuando volvieron los doce espías que Moisés envió a la tierra de Canaán, le dieron el informe de su exploración y además llevaron una rama con un racimo de uvas; por eso a aquel lugar lo llamaron arroyo de Escol, que significa ‘racimo’ en la lengua hebrea. Los israelitas, conducidos por Moisés, tras dejar el desierto del Sinaí llegaron al desierto de Farán. Allí Yavé le dijo a Moisés que enviara a un príncipe de cada una de las doce tribus para explorar la tierra de Canaán. Su misión era informarse acerca de cómo era la tierra, qué pueblo la habitaba, si era fuerte o débil; tenían que comprobar si sus ciudades estaban amuralladas o si eran abiertas, si el suelo era fértil o pobre, con árboles o sin ellos. Por último, se les mandó que trajeran algunos frutos de dicha tierra. A los cuarenta días estaban de vuelta e hicieron una narración detallada de todo lo que habían visto. En este relato les hicieron saber que el pueblo que habitaba la tierra de Canaán era poderoso y que las ciudades en las que vivía eran fuertes y grandes.
El episodio de
Rahab y los espías de Josué demuestra cómo en la guerra antigua los distintos
bandos en litigio utilizaban a los espías. En este caso, por un lado, nos
encontramos con los dos agentes enviados por Josué y la mujer que los ayuda,
Rahab; por otro, los soldados que fueron a buscarlos a la casa de la prostituta, obviamente,
avisados por informadores.
Anónimo de la escuela italiana, Rahab
y los espías de Josué, siglo XVII. Museo de Bellas Artes, Nimes, Francia.
El episodio de Rahab y los espías de Josué demuestra cómo en la guerra antigua los distintos bandos en litigio utilizaban a los espías. En este caso, por un lado nos encontramos con los dos agentes enviados por Josué y la mujer que los ayuda, Rahab; por otro, los soldados que fueron a buscarlos a la casa de la prostituta, obviamente, avisados por informadores.
Asimismo, les informaron de los pueblos que habitaban esas regiones.
Este episodio es el primer caso de espionaje en la historia de la humanidad del
que se conserva un testimonio con la información recabada por los exploradores
espías. Josué, el sucesor de Moisés para regir los designios del pueblo de
Israel, utilizó el espionaje de la misma manera que lo hizo su antecesor.
Cuando estaba en Sitim envió dos agentes para que espiaran en la tierra de
Jericó, antes de penetrar en la ciudad, hacia el 1450 a. C. Estos dos espías se
alojaron en casa de una cortesana cananea llamada Rahab. El rey de Jericó, al
conocer la existencia de los dos espías, pues él también tendría su propio
servicio de información, se personó en casa de Rahab exigiéndole que hiciera
salir a los dos espías que habían llegado para explorar todo el país. Sin embargo,
ella los escondió en el terrado de su casa. Cuando se hubieron ido los hombres
del rey, los espías se escaparon de Jericó, deslizándose por una cuerda que les
había tendido. También en las Sagradas Escrituras encontramos a la primera
Mata-Hari, en la historia de Sansón y Dalila, narrada en Jueces 16, 4-20, de
hacia el siglo XI a. C. Sansón se enamoró perdidamente de una mujer filistea:
Dalila. Temiéndole por su fuerza, y ante el deseo de vencerlo, los príncipes
filisteos convencieron a Dalila para que sedujera a Sansón a cambio de una
cantidad de dinero que ascendía a mil siclos de plata cada uno. Ella accedió.
Intentó sonsacarle de dónde le venía esa fuerza sobrenatural, al principio
vanamente, pero, ante el apremio de su amada, Sansón le confesó que su fuerza
provenía de su melena. Esa misma noche, Dalila durmió a Sansón sobre sus
piernas e hizo que un hombre le rasurara las siete trenzas de su cabeza. Así
pudieron los filisteos apresarlo, arrancarle los ojos y llevarlo a Gaza, donde
lo encarcelaron.
También David, el rey de Judá y de Israel, utilizó el espionaje para
reprimir la sublevación de su hijo Absalón, haciendo que un servidor suyo,
Cusaí, entrara en la ciudad de Jerusalén y se ofreciera al rey sublevado como
su siervo. De esta manera podría enterarse de todo lo que se dijera en la corte
enemiga y transmitírselo a los sacerdotes encargados de enviar las
informaciones a David. Como podemos observar, el rey israelita formó una red de
espionaje a pequeña escala que funcionó a la perfección.
No obstante, no sólo encontramos ejemplos bíblicos de espionaje en el
Antiguo Testamento, también el Nuevo Testamento ofrece estas prácticas de
información. Según san Marcos, Jesús es sometido a vigilancia por espías,
fariseos y herodianos, enviados por los sacerdotes para «sorprenderle en alguna
palabra», tal como ocurrió en el pasaje del tributo al César, con el fin de
poder acusarlo y arrestarlo.
Esta vigilancia que sufrió el mismo Jesús, la padecerán también sus
discípulos tras su muerte, tal y como lo demuestra el pasaje de Gálatas, 2, 4,
en el que Pablo confirma la existencia de falsos hermanos dentro de los
primeros cristianos, cuya única misión era espiar las actividades de los
seguidores de Cristo.
EL ESPIONAJE EN GRECIA
Como hemos visto anteriormente en el caso de Josué y la toma de Jericó,
el espionaje está ligado íntimamente a la guerra. En el mundo griego no podía
ser de otra manera. Ya en la primera epopeya de la literatura occidental, la Ilíada, se hace mención del
espionaje utilizado en la guerra de Troya. En el libro x de dicho poema épico,
Néstor solicita que algún héroe penetre en campo enemigo para capturar a algún
miembro del ejército troyano y así averiguar los planes de los teucros.
Diomedes y Ulises se presentaron como voluntarios para tal misión. Por su
parte, en el campamento troyano hubo otra escena similar. Héctor, el príncipe
heredero de Troya, le pide a Dolón, uno de sus principales guerreros, que se
dirija hacia las naves enemigas a recabar información. Los dos aqueos divisaron
al espía troyano, lo persiguieron y lo capturaron. Inmediatamente lo
interrogaron. Él les informó de la disposición de los distintos ejércitos que
conformaban la liga troyana. Tras darles la información, Dolón les suplicó por
su vida, pero Diomedes lo ejecutó cortándole la cabeza para evitar que pudiera,
en un futuro, servir de espía para su rey.
Crátera del siglo V a. C. que muestra
el asesinato de Dolón por parte de Diomedes. Museo Británico, Londres.
Dentro de la cultura occidental, los primeros testimonios de espionaje los encontramos en los textos homéricos, donde los héroes se presentan en diversas ocasiones como verdaderos espías; tal es el caso de Diomedes, Ulises y el troyano Dolón.
La historiografía griega nos revela abundantes ejemplos del empleo de
espías en el mundo antiguo.
Heródoto de Halicarnaso en sus Nueve libros de la Historia nos relata
cómo el rey persa Cambises, en el siglo VI a. C., envió tres expediciones, una
contra los cartagineses, otra contra los amonios y una tercera contra los
etíopes macrobios (o «de larga vida»). Contra estos últimos decidió enviar
espías para que de antemano se informaran acerca del Estado de Etiopía y para
que recabaran datos sobre la «mesa del sol» que, según se pensaba, era una reliquia
que se encontraba en alguna ciudad de Etiopía. Asimismo, los embajadores
enviados por Cambises al rey de los ictiófagos, habitantes de la isla de
Elefantina en Egipto, fueron tratados por este como verdaderos espías. Heródoto
también nos da cumplida cuenta del empleo de espías por parte del rey persa
Jerjes para informarle del número de griegos que componían la fuerza con la que
iba a enfrentarse en las Termópilas en el año 480 a. C. Uno de estos espías le
describió a Jerjes la fuerza observada por él, que estaba compuesta por los
famosos espartanos de Leónidas. Previamente, Jerjes había realizado una
asombrosa maniobra de inteligencia militar que demostraba el alcance al que
llegaba el Imperio persa en cuestión de espionaje. Los griegos habían enviado a
tres exploradores para que espiaran el campamento de Jerjes, pero fueron
capturados y condenados a muerte por los generales persas. Sin embargo, el rey
se enteró de dicho encarcelamiento y de la sentencia e intercedió por los
espías. Este les permitió que paseasen libremente por el campamento junto a sus
guardianes, observando todo lo que desearan; una vez hecha la inspección,
Jerjes finalmente los liberó. El rey persa explicó su extraña conducta
señalando que su objetivo era que el enemigo se enterase del poderío de su
ejército para desmoralizarlo y así conseguir que los griegos cedieran a sus
pretensiones imperialistas.
Alejandro III de Macedonia, conocido como Alejandro Magno, fue
uno de los más grandes estrategas no sólo de la Antigüedad, sino de toda la
historia de la guerra. Como tal le dio gran importancia al espionaje, así como
su principal oponente, el rey persa Darío III. Para entrar en combate en
Gaugamela, el 1 de octubre de 331 a. C., el ejército de Alejandro se dirigió a
marchas forzadas hasta el campo de batalla y situó su campamento a cinco
kilómetros del asentamiento de Darío. Como Alejandro sabía que entre sus tropas
había espías del rey persa, hizo correr el rumor de que el ataque lo realizaría
esa misma noche. Esta información no tardó en ser recibida en el campamento
persa. Darío ordenó que sus tropas estuvieran en alerta toda la noche esperando
el ataque de los macedonios. Sin embargo, Alejandro no entró en combate, sino
que esperó y así sus tropas descansaron, al contrario que los persas. Pero el
emperador macedonio no sólo espiaba a sus enemigos, sino también a sus propios
hombres. Para conocer las intenciones y los pensamientos de sus propios
generales, Alejandro los convenció para que escribieran a sus personas queridas
después de tanto tiempo como llevaban lejos de sus hogares. Sus jefes así lo
hicieron; los mensajeros de Alejandro, famosos por su rapidez como correos, se
encargaron de las misivas, pero por orden de Alejandro no las llevaron a sus
destinos. El emperador macedonio había ordenado que se las entregaran a él
personalmente para recabar la información sobre sus mandos castrenses antes
mencionada.
Batalla de Gaugamela (Parte 1/2), Alejandro Magno, HD
Parte de la película "Alejandro Magno".
Guerra contra el Imperio Aqueménida, batalla de Gaugamela
Batalla de Gaugamela. Alejandro III vs Dario III
Explicación sobre la batalla de Gaugamela donde Alejandro vencería a una fuerza 5 veces mayor a la suya y teniendo inconvenientes que pudo sobrepasar.
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Se denomina espionaje a la práctica y al conjunto de técnicas asociadas a la obtención encubierta de datos, de información confidencial o de cualquier género de secretos. Las técnicas comunes del espionaje han sido históricamente la infiltración y la penetración, en ambas es posible el uso del soborno y el chantaje.
Índice
1 Métodos y terminología
2 Instrumentos para el manejo de fuentes humanas
3 Nociones sobre inteligencia de señales
4 Aplicaciones comerciales del espionaje
5 Espías destacados en la historia
6 Véase también
7 Referencias
8 Enlaces externos
Métodos y terminología
Aunque los medios de comunicación puedan hablar de «satélites espía» y términos similares, el espionaje no es un sinónimo del conjunto de disciplinas de obtención de inteligencia, sino una forma específica de inteligencia humana (conocida también por el acrónimo inglés HUMINT).
En este ámbito, se emplean los siguientes métodos:
- La infiltración es la técnica utilizada para introducir unidades propias en las filas del contrario o blanco, para que suministren información de interés inmediato o potencial sobre las actividades, capacidades, planes, proyectos, etc. del contrario. También podría decirse que es la acción que consiste en la utilización de una persona, conocida como topo, cuyo cometido básico es ganarse la confianza de aquellos que poseen la información para tener acceso a la misma.
- La penetración es la técnica que consiste en lograr la colaboración consciente o inocente de un miembro de la organización o grupo contrario con el fin de que proporcione datos e información confidencial del grupo al que pertenece. Generalmente, esta actividad se realiza de forma encubierta y emplea personas reclutadas que han sido persuadidas para trabajar en secreto en contra de su propia organización por diferentes motivaciones: ideológicas, económicas, morales, religiosas o personales. A la penetración le precede un estudio o selección de personas con acceso a lo que se quiere conocer, sus motivaciones y vulnerabilidades. Con posterioridad, se provoca un acercamiento, a través de terceros, de apariencia casual por parte de un agente de inteligencia o reclutador quien inicia un proceso denominado «desarrollo de la fuente», dirigido a cultivar la confianza del futuro informante y prepararlo para la propuesta de colaboración futura.
De ambos métodos, las agencias de inteligencia y los diferentes servicios de espionaje prefieren la penetración, dado que es más segura y requiere un menor esfuerzo logístico que la infiltración.
La preocupación en el espionaje industrial y de personas ha llevado al diseño de las Salas Tempest y protección tempest para empresas y ordenadores, por el robo de datos de personas famosas y de empresas. Por ejemplo, esta protección está presente en los ordenadores de las consultas de la medicina pública o seguridad social en España.
Instrumentos para el manejo de fuentes humanas
El soborno es la compra de la información con dinero u otros medios. Se trata de un método muy empleado en la técnica de penetración.
En caso de que se emplee la coacción para obtenerla, a esta técnica se le denomina chantaje. Habitualmente se emplea información de carácter personal acerca del chantajeado para forzar su colaboración.
En cualquier caso, dichas técnicas se basaban en la utilización de informantes , que como tales personas, son susceptibles de ser utilizadas y cuyos datos son acopiados por agentes de inteligencia quienes remiten informes una «central de análisis» que tiene la misión de separar los hechos concretos, de las suposiciones o aportes subjetivos del informante, comparar los datos recibidos (exactos, inexactos, completos o incompletos) con los hechos conocidos y verificados a fin de dar una clasificación sobre la exactitud de la información recibida y sobre la veracidad de la fuente. "En el pasado del espionaje, cabe destacar el avance soviético. El espionaje internacional impartido por la Unión Soviética se basaba en varios métodos de fuente humana como:
Rezidents: intrusos que elaboraban algún trabajo regulador como, constructores, plomeros; pero que su verdadero objetivo era ser la conexión entre la embajada y las delegaciones entrantes. Estos daban hogar para los ilegales que venían de paso y que su objetivo era entrar de manera ilegal a los ejes enemigos del orbe soviético.
Ilegales: personas con estudios en áreas de la ingeniería y ciencia encargados de infiltrarse a los países enemigos para recaudar información científica y política del país en el que habitaban. Estos eran cubiertos por los Rezidents que habitaban de manera legal.
Buzones: forma en la cual los Rezidents se transmitían información. Estos podían ser sobres dejados en basureros de parques de área común. Muchos de estos tenían adheridos implantes magnéticos; con el objetivo de ser adheridos a los bordes de los basureros y pasar desapercibidos por las personas de origen común.
Mensajeros: Habitantes del país de origen que laboraban para la Unión Soviética; ellos en tiempo de paz colaboraban el envío de dinero, documentos, equipos de operaciones etc.
Conexión entre Rezident y espía en general: cabe destacar aunque se aleja del tema el avance creado por la Unión Soviética. La instalación de radio por onda ultra corta (UHF) se emplea por comunicación entre los agentes y los Rezidents o entre los mismo Rezidents. Este se basa en el envío de un mensaje de voz corto. Con el fin de encontrarse o enviar su posición al compañero. Este es indetectable debido a que se usa solamente en distancias cortas y su contenido es muy bajo para ser detectado.
Nociones sobre inteligencia de señales
Con el desarrollo de las nuevas tecnologías, han aparecido técnicas que permiten obtener información objetiva como fotografías, conversaciones, etc. sin intervención humana. Así, existe hoy día una floreciente industria destinada a facilitar sofisticados medios tecnológicos, desde satélites espía hasta microcámaras, tanto para el espionaje como para la protección de la información. Laptops, computadoras y celulares también constituyen en la actualidad medios tecnológicos espías que se encargan de grabar, audio, vídeo, receptar datos, ideología y pensamiento a través del Internet y constituir un medio de rastreo.
Aplicaciones comerciales del espionaje
El espionaje industrial es la obtención ilícita de información relativa a la investigación, desarrollo y fabricación de prototipos, mediante las cuales las empresas pretenden adelantarse a sus competidores en la puesta en el mercado de un producto novedoso. La creciente reducción de los plazos transcurridos entre la idea novedosa y la puesta en el mercado del producto, así como la cada día mayor obsolescencia de los productos de las nuevas tecnologías, hacen que estos sectores industriales sean el caldo de cultivo ideal para este tipo de actividades ilícitas.
Igualmente, con la aparición de los nuevos medios de transmisión de la información, del que internet es uno de los más populares exponentes, se encuentran en auge las técnicas para codificar la información, no solo técnica sino incluso privada, que dificultan la decodificación de un mensaje interceptado por un tercero.
Espías destacados en la historia
Joseph Fouche:
Joseph Fouché (Le Pellerin cerca de Nantes, Francia, 21 de mayo de 1759 - Trieste, en esa época, parte de Austria, actualmente en Italia, 26 de diciembre de 1820), político francés que ejerció su poder durante la Revolución francesa, el imperio napoleónico y la Restauración borbónica en Francia. Fue una personalidad muy poderosa y de gran influencia en Francia, durante la tormentosa era política que vivió, siendo el fundador del espionaje moderno y el responsable de la consolidación del Ministerio de Policía de Francia, posteriormente denominado Ministerio de Interior, como una de las instituciones más avanzadas de la nación. Fue, junto con Charles Maurice de Talleyrand, la figura política más influyente de su época en Francia.
Mata Hari: Margaretha Geertruida Zelle (Leeuwarden, Países Bajos; 7 de agosto de 1876-Vincennes, cerca de París, Francia; 15 de octubre de 1917), más conocida como Mata Hari, fue una famosa bailarina, cortesana y espía neerlandesa. Con las danzas brahmánicas y orientales triunfó en Europa. Durante la Primera Guerra Mundial realizó labores de espionaje a favor de Alemania, por lo que fue detenida por las fuerzas francesas, declarada culpable de espionaje y traición, condenada a muerte y ejecutada por fusilamiento el 15 de octubre de 1917 en la Fortaleza de Vincennes. La palabra matahari proviene del idioma malayo y significa “Sol”, y literalmente “Ojo del día”.
Joan Pujol:
Joan Pujol Garcia
Joan (o Juan) Pujol García (Barcelona, España, 14 de febrero de 1912 - Caracas, Venezuela, 10 de octubre de 1988) conocido por su nombre en clave británico Garbo (gracias a un oficial inglés que creía que tenía ante si al "mejor actor del mundo") y por su nombre en clave alemán Alaric Arabel, fue un doble agente español que desempeñó labores de espionaje y contraespionaje durante la Segunda Guerra Mundial, destacando su papel clave en el éxito del desembarco en Normandía. Distinciones: Cruz de Hierro, Honorary Member of the Order of the British Empire (Orden del Imperio británico). La información falsa que Pujol proporcionó a Alemania ayudó a convencer a Hitler de que el ataque principal sería más tarde y en otro lugar, Paso de Calais (Francia), lo que resultó en su decisión de reducir las tropas en la zona del desembarco. Murió por una hemorragia cerebral en Caracas, Venezuela en 1988.
Leopold Trepper:
Lejb Domb, más conocido por su nombre en clave Leopold Trepper, pero también Gilbert, Otto etc. (Nowy Targ, Galitzia, 1904 - Jerusalén, 1982), espía judeopolaco, miembro destacado de la Orquesta Roja. Judío de Nowy Targ, pueblo de la región de Galitzia, antes polaca y luego mayoritariamente soviética, aún muy joven fue reclutado por las juventudes sionistas Hashomer Hatzair y con apenas veinte años emigró al Mandato británico de Palestina y cooperó en la fundación del grupo comunista "Unidad", que preconizaba la unión de judíos y árabes contra el capitalismo para la paz en Oriente Próximo; fue expulsado por los británicos en 1929 y pasó tres años en Francia, militando en un grupo de comunistas extranjeros, antes de viajar a Moscú con el pretexto de estudiar, pero en realidad empezó su carrera como espía. Se incluyó en la red de espionaje soviética Fantômas, que operaba en París desde 1932, uno de cuyos animadores era Jacques Duclos, más tarde vicepresidente del Parlamento francés.
La actuación de Trepper se limitó a la red francobelga principalmente. Su tapadera fue una empresa belga de venta de impermeables y, posteriormente, una firma comercial, la Simex. Esta compañía que vendía todo tipo de pertrechos al ejército alemán, lo que le permitía estar al corriente de sus necesidades. Los alemanes pasaban por alto el que con frecuencia la compañía se abasteciese en el mercado negro, ya que eso daba precios más bajos. Al terminar la guerra en 1945 fue repatriado y recibido en Moscú con todos los honores antes de ser enviado a la cárcel de Lubianka y otros lugares de detención donde permaneció diez años hasta que se aclaró su inocencia y fue liberado. Volvió a Polonia y residió en Varsovia otros veinte años, asumiendo la presidencia de la Asociación Cultural Judía; al serle retirado su pasaporte en octubre de 1973, amenazó con suicidarse si no era autorizado a abandonar el país, lo que logró tres años después, en 1976. Vivió desde entonces con su esposa Liuba en un modesto apartamento de tres habitaciones en las afueras de Jerusalén, donde también reside uno de sus tres hijos.
Trepper escribió sus memorias, publicadas en 1975 con el título El Gran juego
Oleg Penkovski:
Oleg Vladímirovich Penkovski o Penkovsky, Vladikavkaz, Osetia del Norte, Rusia soviética, 23 de abril de 1919-¿Moscú?, entonces Unión Soviética, 16 de mayo de 1963), cuyo código occidental fue Agent Hero ("Agente Héroe"), fue un coronel de la inteligencia militar soviética (GRU) entre finales de la década de 1950 y principios de la de 1960. En 1962 alertó a Occidente de que la URSS estaba instalando misiles nucleares en Cuba, en lo que pronto fue conocido como la crisis de los misiles cubanos. Sentía al parecer que Nikita Jrushchov era un personaje peligroso que podría conducir al mundo a nada menos que una guerra nuclear. Tras descubrirse su condición de agente doble, fue condenado a muerte en 1963.
Penkovski con uniforme soviético. Archivo de la CIA.
Coronel de inteligencia militar
Tamara Bunke:
Haydée Tamara Bunke Bider (Buenos Aires, Argentina, 19 de noviembre de 1937 – Ñancahuazú, Bolivia, 31 de agosto de 1967), conocida como Tamara Bunke, o bajo su nombre de guerra, Tania, fue una activista revolucionaria, espía al servicio de Cuba y guerrillera argentina. Murió en combate mientras se actuaba bajo las órdenes del Che Guevara en la Guerrilla de Ñancahuazú, Bolivia. Sus restos mortales fueron identificados en 1998. Trasladados a Cuba se encuentran enterrados en Mausoleo del Che Guevara ubicado en la provincia de Villa Clara, junto a los restos del Che y otros 28 guerrilleros que estuvieron bajo su mando en Bolivia.
Policarpa Salavarrieta:
Hercules Mulligan:
Hércules Mulligan (25 de septiembre de 1740 – 4 de marzo de 1825) era un sastre y espía durante la Guerra Revolucionaria de Estados Unidos.
Nacido en Irlanda con Hugh y Sarah Mulligan, la familia inmigró a América del Norte en 1746, estableciéndose en Nueva York. Mulligan asistió al King's College (ahora Universidad de columbia) en Nueva York. Después de graduarse, Mulligan trabajó como empleado para el negocio de contabilidad de su padre. Más tarde él abrió una sastrería y un negocio de mercería, proveyendo a los adinerados oficiales de La Corona Británica.
En 1773 contrajo matrimonio con Elizabeth Sanders, sobrina de Almirante Charles Sanders de la Marina Británica Real. La pareja tuvo ocho niños; cinco hijas y tres hijos. Mulligan conoció a Alexander Hamilton poco después de que Hamilton llegara a Nueva York. Los hombres fueron presentados por el hermano de Mulligan, Hugh. Mulligan ayudó Hamilton a matricularse en la Elizabethtown Academy en New Jersey, y más tarde, la Universidad de New Jersey en Princeton (ahora Universidad de Princeton). Después de que Hamilton se matriculara en King's College, vivió con Mulligan en la ciudad de Nueva York. Mulligan tuvo un gran impacto en la inclinación de Hamilton por la revolución.
En 1765, Mulligan fue uno de los primeros colonizadores en ingresar en los Hijos de la libertad, una sociedad secreta formada para proteger los derechos de los colonizadores y para luchar contra los impuestos británicos. También ayudó a atacar a los soldados británicos en la Batalla de Golden Hill. Fue miembro del Comité de Correspondencia de Nueva York, un grupo que se reunía en oposición de los británicos a través de comunicados escritos. En agosto de 1775, él y los Corsicans allanaron cuatro cañones británicos en Battery Park. En 1776, Mulligan y los Hijos de la libertad derribaron una estatua del Rey Jorge III en Bowling Green, fundiendo plomo en el centro para lanzar balas contra los británicos. Mulligan continuó luchando por la libertad siguiendo la Declaración de Independencia.
Mientras estaba con la familia Mulligan, Alexander Hamilton llegó a compartir opiniones de Mulligan. Inicialmente al lado de los británicos antes de venir a Nueva York, Hamilton fue persuadido para cambiar sus opiniones e ingresar en los Hijos de la libertad. Como resultado, Hamilton escribió un ensayo en 1775 a favor de independencia. Cuando George Washington le habló de su necesidad de información fiable de dentro de la ciudad de Nueva York en 1776, tras la expulsión del Ejército Continental, Hamilton recomendó a Hercules Mulligan, debido a su posición como sastre de oficiales y soldados británicos. Esto probó ser increíblemente fructuoso, con Mulligan salvando la vida de Washington en dos ocasiones. La primera, cuando un oficial británico contó a Mulligan sus planes: "antes de otro día, tendremos al general rebelde en nuestras manos". Mulligan informó a Washington rápidamente, quien cambió sus planes y evitó su captura. El esclavo de Mulligan, Cato, era un Patriota Negro, y sirvió como espía junto con Mulligan, adoptando a menudo la función de mensajero, en parte a través del territorio británico, por explotar su estatus como esclavo, dejándolo pasar a la inteligencia del Ejército Continental sin detenerse.
Después de la guerra Revolucionaria Mulligan estuvo libre de sospechas de posibles simpatías leales cuando George Washington estuvo desayunando con él el día después de que los británicos evacuaran la ciudad de Nueva York, lo que Washington entendió como el final de la guerra. No se sabe qué pasó con Cato, el esclavo de Mulligan. Aun así, el 25 de enero de 1785, Mulligan se convirtió en uno de los 19 miembros fundadores, junto con Alexander Hamilton y John Jay, de la Sociedad de Manumisión de Nueva York, una temprana organización americana fundada para promover la abolición (o manumisión) de la esclavitud.
Después de la Revolución, el negocio de sastrería de Mulligan prosperó. Se retiró en 1820 y murió en 1825, a la edad de 84 años. Mulligan fue enterrado en el sepulcro Sanders, detrás de Trinity Church. Cuando la iglesia fue ampliada, el sepulcro Sanders se cubrió. Hoy en día, hay una lápida situada en el cuadrante suroeste del cementerio que lleva el nombre de Mulligan.
En 2015, en el musical de Hamilton en Broadway , Mulligan estuvo retratado por el actor Okieriete Onaodowan, que también interpretó a James Madison. Mulligan aparece en el primer acto como amigo de Alexander Hamilton, John Laurens, y el marqués de Lafayette, trabajando como aprendiz de sastre y posteriormente como soldado y espía en la Revolución americana.
Eli Cohen:
Eli Cohen (Alejandría, Egipto, 26 de diciembre de 1924 – Damasco, Siria, 18 de mayo de 1965) fue un célebre espía israelí.
The Impossible Spy (Official Trailer) | 80's Movies | Spy Films
Ashraf Marwan:
Ashraf Marwan (en árabe: أشرف مروان, 2 de febrero de 1944 – 27 de junio de 2007) fue un multimillonario egipcio. Marwan trabajó como espía para el Mosad israelí. Se cree que también actuó como un agente doble para el gobierno egipcio, ganándose la confianza de la agencia de inteligencia israelí para alimentar la estrategia egipcia de cara a la guerra del Yom Kippur, haciendo falsos avisos para que cuando dio el verdadero, las fuerzas israelís lo tomaran como una información no segura.
Desde 1968 y hasta 1976, Marwan trabajó en el gobierno egipcio, primero para asuntos menores durante la presidencia de Nasser; más tarde, con la presidencia de Sadat, ocupó la secretaría del Presidente de la República para las Relaciones Exteriores. Su época como informante del Mosad fue de 1969 a 1998, dando información sobre elementos estratégicos de las Fuerzas Armadas de Egipto a los israelís para ganar su confianza. El jefe del Mosad en aquella época, el ex-Aluf Zvi Zamir, lo describió como "la mejor fuente que hemos tenido jamás".
Tras el asesinato del presidente Anwar el-Sadat en 1981, Marwan abandonó Egipto para mudarse en Londres, donde comenzó una carrera empresarial muy productiva, alcanzando una fortuna desconocida, aunque se sabe que era multimillonaria.
Ashraf Marwan murió el 27 de junio de 2007 debido a una rotura aórtica traumática provocada por una caída desde el balcón en su apartamento del Carlton House Terrace, Londres. Los informes policiales de Scotland Yard apuntaron a que no había ningún indicio de que pudiese ser un suicidio, ya que su agenda estaba repleta de reuniones y algunos problemas de salud que tenía le hubieran impedido subirse a la barandilla.
Marwan habría trabajado para la inteligencia egipcia, israelí, italiana, americana y británica y fue el tercer egipcio que murió en circunstancias similares viviendo en Londres: El-Leithy Nassif, exjefe de la guardia presidencial del presidente egipcio Anwar Sadat, cayó desde un balcón de la Torre Stuart en 1973, Soad Hosny cayó desde el balcón de la Torre Stuart en 2001. Los tres tenían vínculos con los servicios de inteligencia egipcios y estaban escribiendo sus memorias al momento de sus muertes.
LA ESPÍA ROJA (basada en hechos reales)
Recomiendo ver esta magnífica película basada en hechos reales. Una encantadora anciana que jamás ha levantado ningún tipo de sospecha… hasta que una mañana del año 2000 agentes del MI5 la detienen, acusada de proporcionar información a la Rusia comunista. Ha salido a la luz uno de mayores casos de espionaje del KGB y Joan es una de las sospechosas.
PETRUS RYPFF
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