SOLIDARIDAD, UN BIEN NECESARIO
SOLIDARIDAD: Palabra noble que queda
sin efecto si no se materializa y además se puede banalizar si se usa en exceso
junto con otras que hoy día conforman una intrincada jerga humanitaria: Altruismo,
empatía, transversalidad, proactividad, compromiso, racismo, aporofobia
responsabilidad, alianza, xenofobia, empoderamiento y un largo etc. que surge a
consecuencia de personas como la que paso a describir: “El señor don Juan de Robles, de caridad sin igual, fundó este santo
hospital pero antes creó a los pobres”. ¡Auxilio! (fh2)
CORTO ANIMADO SOBRE SOLIDARIDAD
Las diferencias sociales están cada vez más marcadas en todo el mundo y
esto impide el avance y el progreso de los más desprotegidos. Para poder
equilibrar las desigualdades es necesario la cooperación entre las distintas
naciones y también de los individuos hacia los más necesitados. Los problemas
sociales que azotan el planeta como la pobreza, el hambre, la indigencia o la
falta de oportunidades son, entre otras necesidades, las que pueden llegar a
arraigarse en la sociedad si no somos capaces de ser solidarios con el prójimo.
Tenemos que fomentar la solidaridad en todas sus formas, para poder
vivir en forma fraterna y en plenitud nuestros derechos y cuidar de los
derechos de los demás. La solidaridad es uno de los valores humanos más
importantes, por el cual todos ayudamos y colaboramos con aquellas personas
desfavorecidas. Al igual que la amistad, ayudar al otro nos hace mejores
personas y nos mantiene más unidos día a día.
El término “solidaridad”, tiene su origen en un aspecto social, y
etimológicamente la palabra proviene del latín “solidus”, que significa
“solidario”; en la Sociología, es una sensación de Unidad, cuyo objetivo es
lograr una meta común. Por ende, la “solidaridad” es una condición humana tan
necesaria para los pueblos, que sólo con una actitud solidaria éstos se
conducen por el camino del desarrollo sostenible.
Lograr que un individuo, una familia, una comunidad, un pueblo o una
nación sean solidarios, sólo se puede conseguir a través de la buena educación.
La sensibilidad más importante se da enseñando el respeto, los hábitos, las
actitudes; son la enseñanza que se ofrece a diario para el comportamiento del
individuo.
Enseñamos con el ejemplo. Por eso la importancia de crear hábitos desde
el hogar que hagan la diferencia. La comunicación abierta y bien enjuiciada es
fundamental para una buena comunicación basada en el respeto hacia el
semejante. Es el respeto a la
naturaleza, a las leyes sociales, al ser humano y a uno mismo, lo que forma
individuos solidarios. La solidaridad trasciende fronteras políticas, religiosas,
territoriales, y/o culturales. Por eso hoy más que nunca urge crear una
conciencia moral desde lo particular hasta lo global, de la gran necesidad de
ser copartícipes como la especie pensante más evolucionada de nuestro planeta.
"La solidaridad ha definido el trabajo de las Naciones Unidas desde
el nacimiento de la Organización que, desde su creación, atrajo a los pueblos
del mundo para promover la paz, los derechos humanos y el desarrollo económico
y social. La organización fue fundada en la premisa básica de la unidad y la
armonía entre sus miembros, expresada en el concepto de seguridad colectiva que
se basa en la solidaridad de sus miembros a unirse «para mantener la paz y la seguridad internacionales»".
Los líderes mundiales adoptaron los Objetivos
de Desarrollo Sostenible (ODS), que constituyeron un programa nuevo e
inclusivo con el objetivo de erradicar la pobreza, proteger el planeta y
garantizar la dignidad para todos, poniendo en el centro a la persona y al
planeta, apoyándose en los derechos humanos y con el respaldo de una alianza
mundial decidida a ayudar a la gente a superar la pobreza, el hambre y las
enfermedades, sobre la base de una cooperación y solidaridad mundiales.
Objetivos:
- Celebrar nuestra unidad en la
diversidad.
- Recordar a los gobiernos que respeten
sus compromisos con los acuerdos internacionales.
- Sensibilizar al público sobre la
importancia de la solidaridad.
- Fomentar el debate sobre las
maneras de promover la solidaridad para el logro de los Objetivos de Desarrollo
del Milenio, incluida la erradicación de la pobreza.
- Fomentar nuevas iniciativas para la
erradicación de la pobreza.
La solidaridad es uno de los valores fundamentales y universales en que
deberían basarse las relaciones entre los pueblos en el siglo XXI para que
quienes sufren o tienen menos se beneficien de la ayuda de los más acomodados.
La monja y el imán, una historia de
solidaridad con los más necesitados
Digamos que se puede resumir en
ayudar a otros que lo necesitan, siempre que esté en nuestra mano, sin esperar
nada a cambio. La única retribución de la solidaridad es sentirse bien consigo
mismo, o pensar que se ha hecho lo que se debía hacer.
En la actual crisis pandémica
provocada por la COVID - 19, la solidaridad se hace más necesaria que nunca si
no queremos que, unida al deterioro global del planeta, que algunos expertos
consideran que está llegando a un punto de no retorno, suponga el fin de la
humanidad.
Hay muchos negacionistas del cambio climático y de la crisis
coronavírica que no se enteran de qué va el problema, no permitamos que
propaguen su discurso cínico y capcioso, pongámoslos a buen recaudo antes de
que su sucia mancha de aceite impregne la mente de tanto incauto, víctimas
propiciatorias para un lavado de cerebro por su vulnerabilidad y
desorientación.
Un servidor no es más que un humilde peón que desde su atalaya de la
MENTE DORMIDA intenta emitir mensajes de esperanza, optimismo y “creencia” en
un cambio de rumbo, mi utopía pretende ser posibilista. No quiero ser ejemplo
de nada, Dios me libre, pero, estoy dispuesto a unirme a iniciativas, si me
dejan, de gente más avezada y con más capacidad de liderazgo que actuando como
pioneros, exentos de ideología política partidista, aspiren a que la situación
cambie. O jugamos todos o la baraja se
romperá para siempre; no creo que nadie, salvo unos pocos memos obsoletos
y retrógrados suicidas, quiera que eso ocurra. El siguiente relato lo escribí
hace ya unos cuantos años, no demasiados, a la vuelta de un viaje
transoceánico.
CON PASO TRÉMULO
Hace apenas unas semanas tuve la oportunidad de visitar por primera vez
la ciudad de los rascacielos, me vine con una buena impresión en general, por
la majestuosidad de sus edificios, lo variopinto de sus gentes, la grandeza de
Central Park, las magníficas colecciones de arte reunidas en el MOMA y el Museo
Metropolitano...Por falta de tiempo, o quizás para justificar una visita más
tranquila en el futuro, dejé algunos lugares sin ver.
Tras un largo, tedioso y agotador viaje de vuelta desde el aeropuerto
JFK hasta la Terminal 4 de Barajas, me desplacé en un tren de cercanías hasta
la estación de Atocha, bellamente remodelada a raíz de los atentados de hace unos
años. Tenía que esperar allí unas horas hasta la llegada de una amiga que
volvía de Nueva York en otro vuelo más tardío, para viajar juntos en AVE a
nuestra ciudad de destino. Los primeros efectos del jet lag empezaban a
manifestarse, así que, me acomodé en una silla para devorar un suculento
desayuno preparado con esmero por una simpática señorita en uno de los bares de
la estación, me dijo que era su primer día de trabajo, quizás por ello suplía
su inexperiencia con una amabilidad inusitada en este tipo de establecimientos.
Eran las siete y cuarto de la mañana y ya había en la estación bastante
movimiento de viajeros; tenía que permanecer vigilante del equipaje, una
cabezada podía resultar peligrosa para la seguridad de mis pertenencias. Tras
una hora de descanso, que aproveché para hojear el periódico matutino y
contestar algunos correos electrónicos, cargué con los bártulos y salí al
exterior del edificio para fumar el primer cigarrillo después de más de doce
horas. A falta de bancos me senté en un poyete de cemento que bordeaba una
pequeña zona ajardinada, no era muy cómodo pero las piernas apenas me
sostenían. El ir y venir de gente era incesante, muchas personas pasaban por mi
lado apresuradamente haciendo rodar sus maletas, para no perder el tren que les
llevaría a saber qué destino, otros se arremolinaban a mi alrededor, imitando
el gesto que yo había hecho unos segundos antes, de encender un pitillo,
algunos mendigos se acercaban con mirada victimosa a los allí presentes
solicitando alguna moneda que les permitiera desayunar algo.
A lo lejos divisé a un hombre bien vestido, espalda encorvada y de edad
avanzada, iba también demandando algo a los transeúntes, pero estos apenas
reparaban en su presencia y seguían su camino esquivándole como si formara
parte del mobiliario. Con paso trémulo, el anciano fue acercándose hasta donde
yo estaba, finalmente se dejó caer en el mismo poyete, a apenas dos metros de
mí. Con mano temblorosa se rebuscaba en los bolsillos interiores de su
chaqueta, sacó un ajado mechero y su temblor aumentó al comprobar que no le
quedaba tabaco en la cajetilla metálica que extrajo de otro bolsillo, con gesto
de contrariedad cruzó su mirada con la mía. Le extendí uno de mis cigarrillos y
lo tomó esbozando una sonrisa. Con dificultad reculó hacia mí y me dio las
gracias, encendió el pitillo y dio una profunda calada y me dijo:
- Cuánto tiempo sin saborear uno de éstos, mi esposa sólo me permite
comprar tabaco de liar y del más barato-. Sin dudarlo le ofrecí mi paquete para
que lo guardara, al principio lo rechazó, pero lo pensó mejor y con gesto
pícaro lo introdujo en el bolsillo del pantalón junto con el encendedor. Sin
que yo le dijera nada empezó a explicarme con todo lujo de detalles sus
circunstancias personales:
- No crea que me resulta agradable salir cada mañana a pedir limosna,
pero es que mi esposa y yo lo estamos pasando muy mal, ella tiene Alzheimer y
una artrosis que apenas le permite moverse. Vinimos de Argentina hace siete
años, allí hemos vivido cincuenta años y no nos iba mal, yo daba clases en un
instituto de secundaria y ella tenía un puesto de secretaria en una empresa
cárnica. Con el corralito perdimos todos nuestros ahorros, y entre las
pensiones de ambos apenas tenemos para comer. Vivimos en la tercera planta de
un edificio sin ascensor. A mis setenta y nueve me cuesta trabajo andar y mi
Parkinson incipiente me dificulta realizar muchas tareas. Al principio de
llegar a Madrid, mi nuera nos echaba una mano o nos mandaba de tanto en tanto
una asistenta que hacía la limpieza y preparaba comida para varios días, pero
hace dos años que se trasladaron a La Coruña donde a mi hijo le ofrecieron un
buen trabajo, bastante tienen los pobres, siempre estaremos agradecidos a él y
a Lola, su mujer, nos llaman casi todos los días por teléfono y nos mandan algo
de dinero cuando pueden.
- Tengo otra hija en Argentina, en Rosario concretamente, se llama
Isadora, por Isadora Duncan; mi esposa siempre fue una enamorada de la danza,
la idolatraba desde niña. De hecho, mi hija estudió nueve años en el
conservatorio y baila muy bien, pero nunca lo ha hecho de forma profesional, se
casó muy pronto y a su marido no le gustaba que se exhibiera en público, se
separaron hace quince años y vive de forma un tanto precaria allá.
Aunque le escuchaba atentamente, no en vano su discurso me resultaba muy
interesante, creyó que me estaba dando mucho la tabarra y no sin esfuerzo se
levantó y me dijo:
- Ha sido usted muy amable, no encuentra uno con frecuencia personas tan
generosas, y hablar con usted me ha reconfortado. Ahora tengo que proseguir con
mi tarea, a ver si consigo al menos cinco o seis euros y puedo comprar algo
para comer.
Sin decir nada, saqué un billete de diez euros de mi cartera y se los
ofrecí. Nuevamente intentó rehusar mi
ayuda, pero ante mi insistencia los guardó en su chaqueta y emprendió la marcha
hacia la calle, cuando había recorrido unos cuantos pasos, se giró sobre sí
mismo y me dijo:
- Con lo que usted me ha dado, tengo suficiente para dos días, así que
me vuelvo a casa, que mi señora me lo agradecerá. Adiós señor, y que Dios le
bendiga.
Me despedí de él y cuando vine a darme cuenta se había alejado tanto, a
pesar de su lento y trémulo paso, que no alcanzó a oírme cuando le requerí que
me dijera su nombre, así que lo recordaré como "el argentino de
Atocha".
(Petrus Rypff)
EL VALOR DE LA SOLIDARIDAD PARA NIÑOS
Solidaridad vs caridad
En los
tiempos que corren es frecuente encontrarse con iniciativas destinadas a la
recogida de alimentos, juguetes, ropa… Colegios, asociaciones, plataformas y
ONGs se han lanzado a intentar paliar las graves consecuencias que nos está
dejando la crisis/estafa y que las instituciones son incapaces de solucionar,
bien porque carecen de medios económicos que han dedicado a otros menesteres,
bien porque aumentar los presupuestos destinados a emergencia social sería
admitir que sus políticas en esta materia son insuficientes e ineficaces.
¿Pero qué diferencia existe entre solidaridad y caridad? La solidaridad
nace del concepto de la justicia y de la igualdad mientras que la caridad surge
de la compasión, de la lástima.
Afortunadamente cada vez son más las personas que se embarcan en
proyectos solidarios que perduran en el tiempo, que no son fruto de la lástima
sino de una voluntad real de ayudar para paliar situaciones difíciles, personas
que no lanzan una moneda a un platillo mientras miran hacia otro lado.
Aquí hay algunas maneras de practicar la solidaridad hoy y todos los días:
1. Trata a los demás como iguales y recuerda que todos somos «uno».
Debemos superar todas las barreras de raza, color, origen étnico, género y condición socioeconómica que crean divisiones. Recuerda que no estamos destinados a vivir independientemente de los demás, somos interdependientes – pedir y recibir ayuda es esencial para vivir una vida pacífica y armoniosa.
2. Toma tiempo para escuchar a los demás.
A veces la oportunidad de ayudar está más cerca de lo que pensamos. ¿Algún amigo o pariente está pasando por un momento difícil? Ponte en sus zapatos. ¿Cómo puedes ayudar? ¿Cómo puedes adueñarte de la situación y transformarla positivamente? ¡Ayuda con el peso de la carga!
3. Comprométete a un tiempo de reflexión.
Piensa en aquellos que sufren los efectos de la guerra, la falta de recursos, la injusticia, el trabajo forzado … comprométete a hacer de este mundo, un mundo mejor para todos.
4. Comparte tus dones y tu tiempo con las personas que se encuentran en situaciones vulnerables.
Puede ser tan simple como ser voluntaria/o en una despensa local de alimentos o en un refugio para mujeres. Si estás interesada/o en un compromiso de largo plazo, considera ser voluntario/a en una ONG en comunidades marginadas alrededor del mundo.
5. Sé consciente e ingenioso.
Recuerda que no todo el mundo tiene acceso a muchas de las comodidades y «lujos» a los que estamos acostumbrada/os. Toma duchas más cortas, colecta el agua de la lluvia para regar tu jardín, vive un día sin electricidad, camina o monta en bicicleta cuando sea posible, compra productos de comercio justo/locales, etc. ¡Sé creativa/o! Con pequeños cambios en nuestra rutina diaria, podemos permanecer conscientes y agradecidos por lo que tenemos. ¡Haz de la solidaridad un hábito en tu vida cotidiana!
«Nadie puede permanecer insensible a las desigualdades que persisten en el mundo … Me gustaría hacer un llamamiento a aquellos que poseen mayores recursos, a las autoridades públicas y a todas las personas de buena voluntad que trabajan por la justicia social: nunca se cansen de trabajar por un mundo más justo, marcado por una mayor solidaridad…»
Papa Francisco
DON´T THINK TWICE, ITS ALL RIGHT JOAN BAEZ SUBTITULOS AL ESPAÑOL
Original del gran maestro BOB DYLAN Don´t Think Twice All Right, aquí estupendamente interpretada por JOAN BAEZ con su Maravillosa e impecable Voz en una presentación en el Royal Albert Hall de londres Inglaterra en 1965....disfrútenla
Cruz Roja, Cáritas, Médicos sin Fronteras, Intermón Oxfam… se cuentan por centenares las asociaciones dedicadas a ayudar a las personas y se ven desbordadas. Pero ahora, además, ciudadanos anónimos sensibilizados con la situación que viven sus propios vecinos y familiares se han lanzado a la calle para aportar su pequeño granito de arena.
Y en esas estamos. Afortunadamente, ante un mundo hostil, apresurado e
insolidario, uno se encuentra con ciudadanos de a pie, incardinados o no en
asociaciones u ONG's, que se sienten movidos por la necesidad de hacer algo
viendo que muchas personas no ven cumplidas sus necesidades más elementales. Es
entonces cuando nacen ideas innovadoras como, por ejemplo, ponerse frente a supermercados
de su localidad para reclamar la solidaridad de los vecinos, pero desde una
pretensión distinta a la preexistente, guiada por la "caridad"
cristiana, que, sin ser perniciosa a priori, mira al necesitado como alguien de
inferior categoría social.
Hace poco he sabido de una asociación que, bajo el lema “Malos tiempos, buena gente” inició una
campaña en un pueblo de Madrid, que dura ya más de tres años, para informar a
los vecinos de que las necesidades reales no se limitan a la recogida de legumbres,
pasta y arroz, sino que las necesidades de estas familias que atraviesan por un
momento tan delicado son exactamente las mismas que las de cualquier familia.
Gel, productos de limpieza para el hogar, leche, aceite, patatas, fruta, carne
envasada y sobre todo productos ya cocinados que además de llevar todos los
ingredientes evitan el gasto que supone cocinarlos. El representante de la
asociación comentaba que habían tenido experiencias de todo tipo, desde
personas que hacían compras impresionantes, donaciones de decenas de kilos de
productos como la que realizaron trabajadores de una empresa agroalimentaria…
"pero sin duda una de las donaciones
que más nos impresionó fue la de tres crías que gastaron en una lata de
sardinas lo que sus padres les habían dado para chuches".
"No se trata tanto de la
cantidad ni de la calidad", decía, "se trata de informar a todos aquellos que quieran colaborar de que lo
ideal es preguntar cuáles son las necesidades reales, ya que todo lo que
recogemos se entrega a las familias que colaboran en la recogida al término de
la misma, ya que carecemos de almacén donde gestionar esos productos y
dado que se recoge más de lo que se
necesita, principalmente legumbres, pasta…..el excedente se dona a otras asociaciones que sí pueden gestionar esos productos".
Ya sabemos que vivimos en el país del Lazarillo de Tormes, en el país de
la picaresca, pero, desde luego, la situación que estamos atravesando en todos
los rincones del país, no es de cuento. Es una situación de emergencia real y
dramática en la que cada aportación, sea cual sea, es mucho más que no hacer
nada. Nos vemos en las calles.
Esto
es lo que pienso, esto es lo que siento.
Petrus Rypff
La Gran Pregunta - Ser justos
¿Qué significa ser justos? Hugo comprende que es bueno ser justos, así todos pueden tener un turno para deslizarse por el rodadero y tener el mismo número de dulces. Cuando Hugo le da a su amigo Yeti una tortita igual de grande a la de una pequeña hormiga, el Yeti sigue hambriento. ¿Será eso justo? ¡Descúbrelo!
The Music For UNICEF Concert - 1979
01 Earth, Wind & Fire - September / That's The Way Of The World
02 Andy Gibb - I Go For You
03 Donna Summer - Mimi's Song
04 Andy Gibb & Olivia Newton-John - Rest Your Love On Me
05 ABBA - Chiquitita
06 Rod Stewart - Da Ya Think I'm Sexy?
07 Olivia Newton-John - The Key
08 John Denver - Rhymes & Reasons
09 Kris Kristofferson & Rita Coolidge - Fallen Angels
10 Bee Gees - Too Much Heaven
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