JENNER Y BALMIS, UN TÁNDEM PERFECTO
Edward Jenner es llamado "el padre de la inmunología", y se dice que su trabajo "ha salvado más vidas que el trabajo de cualquier otro hombre". Edward Anthony Jenner nació el 17 de mayo de 1749 en Berkeley, Gran Bretaña, como el octavo de nueve niños.
Francisco Javier Balmis y la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna
El descubrimiento llevó a Jenner a dar un paso más y embarcarse en un experimento que hoy habría dado con sus huesos en la cárcel. El 14 de mayo de 1796 extrajo pus de una lesión que tenía en la mano la campesina Sarah Nelmes y lo inoculó en el brazo de James Philips, un pequeño de ocho años. Dos meses después, volvió a inocular al chaval, esta vez con el virus de la viruela humana. El resultado supuso una revolución, ya que el niño no desarrolló la enfermedad. Al nuevo remedio, que desembocaría en la salvación de millones de personas, se le dio el nombre del animal que lo había facilitado: vacuna.
Pero el éxito de Jenner no vino enseguida; todo lo contrario, al principio fue ferozmente vituperado por muchos de sus colegas, que lograron que lo expulsaran de la Asociación Médica de Londres. Así las cosas en Europa, el rechazo a los nuevos remedios en las colonias crecía de manera exponencial.
Lo cierto es que no fue hasta los primero años del siglo XIX que la comunidad internacional, de forma masiva, se veía obligada a aceptar las bondades del nuevo procedimiento; esto se debió en exclusiva a los resultados logrados por el médico valenciano Francisco Xavier Balmis y su Expedición Filantrópica de la Vacuna.
Busto de Francisco Javier Balmis en la Facultad de Medicina de la UMH en San Juan de Alicante.
"La aventura de mayor repercusión en la historia de la medicina y de la salud pública es la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. La organización, planificación y reglamentación de esta campaña sanitaria de dimensiones mundiales recae sobre Francisco Javier Balmis. Durante el verano de 1803 concentra en su persona toda la responsabilidad para realizarla. Posee la suficiente experiencia sanitaria, conoce los territorios por donde se propagará la vacuna y cuenta con la valía personal para llevarla a cabo. Tiene un fuerte temperamento y está seguro de sí mismo. Goza de mucho prestigio en ambientes militares, tanto en el Ejército como en la Armada y en los ambientes sanitarios. Además se rodea de personas que son muy jóvenes, bien formadas, experimentadas en la vacuna y obedientes a sus órdenes".
Susana María Ramírez Martín
Francisco Javier de Balmis y Berenguer (Alicante, 2 de diciembre de 1753-Madrid, 12 de febrero de 1819) fue un cirujano y médico militar español honorario de la corte del rey Carlos IV. Encabezó la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, también conocida como Expedición Balmis.
Balmis terminó sus estudios secundarios a los diecisiete años y comenzó su carrera de medicina en el Hospital Real Militar de Alicante donde fue practicante al lado del cirujano mayor durante cinco años. Años después se trasladó a La Habana y, más tarde, a la Ciudad de México. En la Ciudad de México sirvió como primer cirujano en el Hospital de San Juan de Dios. Allí pudo estudiar remedios para enfermedades venéreas (hoy llamadas infecciones de transmisión sexual), que le serviría para publicar más tarde el Tratado de las virtudes del agave y la begonia (Madrid, 1794). De vuelta en España, llegó a ser el médico personal de Carlos IV. Persuadió al rey de enviar una expedición a América a propagar la recién descubierta vacuna de la viruela. Balmis y José Salvany fueron el alma de la expedición, la cual partió del puerto de La Coruña el 30 de noviembre de 1803 a bordo de la corbeta María Pita. De allí viajó a San Juan de Puerto Rico, La Guaira, Puerto Cabello, Caracas, La Habana, Mérida, Veracruz y la Ciudad de México. La vacuna llegó a lugares tan lejanos como Texas en el norte y a Nueva Granada en el sur. Aunque no el propio Balmis, otros miembros de su expedición, entre ellos el doctor Salvany, llevaron la vacuna a América del Sur, hasta Chiloé, en la actual República de Chile, y en esa época el territorio más al sur bajo dominio español en el Pacífico. En la Ciudad de México, a Balmis le costó convencer al virrey José de Iturrigaray, pero finalmente él y su hijo fueron vacunados.
Balmis, el ilustrado tenaz: biografía del artífice de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna
En septiembre de 1805 Balmis zarpó a bordo del Magallanes del puerto de
Acapulco hacia Manila, capital de las Filipinas, y en 1806 volvió a España. En
su viaje de regreso todavía difundió la vacuna por Macao y Cantón (China) y en
la isla de Santa Elena, posesión inglesa del Atlántico Sur. Volvería a Nueva
España de nuevo en 1810. Escribió Instrucción sobre la introducción y
conservación de la vacuna, y tradujo del francés un trabajo sobre el mismo
asunto, el Tratado histórico-práctico de Jacques-Louis Moreau de la Sarthe.
El doctor Miguel Muñoz conservó y distribuyó la vacuna en México hasta
1844, cuando su hijo Luis se hizo cargo del proyecto. Tras Luis Muñoz, el
doctor Luis Malanco estuvo al cargo, y así pudo salvarse la vida de decenas de
miles de niños americanos.
Su nombre ha quedado vinculado a la Real Expedición Filantrópica de la
Vacuna —también conocida como «Expedición Balmis», en su honor— que realizó
hacia las posesiones españolas de América y Filipinas para difundir la vacuna
de la viruela, un hito en la historia de la medicina.
En 2020 el Ministerio de Defensa español nombró «Operación Balmis» al dispositivo de despliegue militar para luchar contra la pandemia de COVID-19. La escritora estadounidense de ascendencia dominicana, Julia Álvarez, dedicó su tercera novela a la expedición de Balmis: Saving the World (2006).
Doña Isabel Zendal, la enfermera de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna
Autores: Susana María Ramírez Martín y José Tuells. Diciembre 2007
La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (REFV) dirigida por
Francisco Xavier Balmis contó entre sus expedicionarios con una mujer, Doña
Isabel, la cuidadora de los niños vacuníferos, un ejemplo pionero en la
historia de la enfermería pediátrica española. La vida de esta gran desconocida
ha quedado unida para siempre a la primera campaña organizada de inmunización
en la historia de la salud pública. Al vacío de datos biográficos, comenzando
por la confusión en torno a su propio nombre, hay que añadir su papel de actriz
secundaria en la REFV, a cuyo periplo parece circunscrita su trayectoria vital.
Es posible que Balmis al pergeñar el guion de la expedición no la tuviera en
cuenta para ofrecerle algunas líneas de diálogo, Doña Isabel no las necesitó,
bastó su presencia para infundir energía a un buen número de escenas.
Isabel Zendal - El viaje más épico en la historia de la humanidad. “Me llamo Isabel Zendal y con este video quiero que conozcas mi historia”.
Son incontables las páginas de la historia que se han escrito sobre los grandes viajes legendarios. Avistamiento de tierras extrañas y culturas desconocidas de la mano de Marco Polo, Cristóbal Colón o James Cook, entre otros, mientras el viaje más épico en los anales de la historia permanecía dormido en el cajón del olvido.
Capitaneada por el médico militar Francisco Javier Balmis, El 30 de noviembre de 1803 zarpaba desde el puerto de La Coruña, la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, el viaje más memorable en la historia de la humanidad. A bordo de aquel barco iban los héroes españoles que cambiarían el curso de la historia para siempre, el propio doctor Balmis, el médico José Salvany, la enfermera Isabel Zendal y los niños huérfanos que portaban en su propio cuerpo la vacuna de la viruela, una de las enfermedades más letales que ha conocido jamás el hombre.
Esta gesta sin precedentes llevaría la vacuna de la viruela desde España a medio mundo. Puerto Rico, Venezuela, Cuba, México, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú, Chile, Bolivia, Filipinas y China, serían testigos de aquella proeza, que supuso el principio de las campañas de vacunación.
La vuelta al mundo de los sanitarios españoles que entregaron su vida hasta las últimas consecuencias por salvar la de la humanidad entera. Entre esos héroes se encontraba ella, Isabel Zendal, la primera enfermera en misión internacional.
Los practicantes y enfermeros de la
REFV
Tras la Real Orden de Carlos IV emitida el 6 de junio de 1803, que
dispone se organice una expedición científica con el objeto de llevar “el
eficaz remedio de la vacuna como preservativo de las viruelas a todas sus
posesiones”, se inician en un tiempo récord los preparativos que permitirán
zarpar a la REFV del puerto de La Coruña el 30 de noviembre de 1803. El convoy
humanitario, con Balmis a la cabeza como médico y director, se compone de tres
cirujanos en calidad de ayudantes, José Salvany y Lleopart, Manuel Julián
Grajales y Antonio Gutiérrez Robledo. Las circunstancias del viaje determinaran
que Balmis designe al primero de ellos como subdirector. Completan la nómina
dos practicantes, Francisco Pastor Balmis y Rafael Lozano Pérez y tres
enfermeros, Basilio Bolaños, Pedro Ortega y Antonio Pastor. Junto a ellos viaja
la Rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña, que tiene a su cargo los 22
niños elegidos para trasladar en sus brazos la vacuna hasta América.
Las obligaciones de cada uno de los miembros de la REFV estaban
inicialmente bien diferenciadas, conteniendo el Expediente General sus
responsabilidades específicas, llegándose a tipificar incluso el tipo de
vestimenta que debían utilizar: “Para la mayor economía y decencia de los
individuos de las expediciones, se permita a los Ayudantes usar el mismo uniforme
que los de los hospitales del Ejército, y para los practicantes y enfermeros el
de los porteros del Jardín Botánico”.
Cuando la REFV llega a América se trastocan los planes. Ante la
necesidad de llegar al máximo de lugares posibles se produce una primera
división, Balmis inicia una ruta que recorrerá México con destino a Filipinas y
China, mientras Salvany toma rumbo hacia el sur en un recorrido que le llevará
hasta el Perú y que proseguirá Grajales en Chile. A lo largo de estas dos
grandes rutas se organizaron pequeñas expediciones para abarcar más territorio
que fueron cubiertas por los propios integrantes de la REFV ayudados en
numerosas ocasiones por sanitarios locales.
Es incuestionable la excelente labor desarrollada por los practicantes y enfermeros, reconocida tanto a través de los informes que emitieron Balmis y Salvany, como del interés que puso Balmis, una vez acabada la expedición, por sus situaciones personales. Los practicantes fueron seleccionados personalmente por Balmis. Él mismo había iniciado su formación como Practicante primero del Hospital Real Militar de Alicante a la edad de 17 años, plaza obtenida por examen riguroso y que desempeñó durante cinco años (1770-1775) al lado del Cirujano Mayor del mencionado hospital.
Empleo de Balmis como practicante de cirugía del Hospital Real Militar de Alicante
En aquella época los practicantes recibían formación como aprendices de cirugía, tal fue el caso de Edward Jenner, que entre los 14 y los 21 años trabajó junto al cirujano John Ludlow en Sodbury para después trasladarse al Hospital de St. Georges en Londres donde acabó de formarse con el célebre cirujano John Hunter. Al practicante, un paso previo al oficio de cirujano, se le enseñaban operaciones de cirugía menor, aplicación de apósitos y vendajes. También se familiarizaban con la técnica inoculatoria.
Francisco Pastor Balmis, era practicante “mui instruido en la Bacunación por haverla constantemente practicado a mi lado”, según cuenta Balmis hablando de su sobrino, que durante un tiempo vivió con él en Madrid aprendiendo el oficio de cirujano, antes de elegirlo para formar parte de la REFV. Cuando la expedición se halla en La Habana, Balmis decide “enviar al practicante D. Francisco Pastor con las correspondientes instrucciones, niños y ejemplares, del tratado histórico de la vacuna desde Campeche a Laguna por ser más corto y seguro el viaje que desde La Havana a Truxillo”, tomando esta decisión porque de “fiar este encargo a otro facultativo que no tenga la instrucción competente, no podrá aventurarse el éxito que tanto interesa".
Al dividirse la expedición, Francisco Pastor permanece junto a su tío.
Su labor fue muy reconocida, destacando por sus dotes de organizador durante su
misión en Guatemala, "Al ayudante Pastor lo envió Balmis a Guatemala desde
La Habana siguiendo la vía Campeche. En el discurso de su viaje vacunó a más de
200.000 personas, estableciendo en la Capital de la Capitanía General un
reglamento para su conservación parecido en todo al de Caracas".
Teniendo pues la categoría de practicante, su preparación le hacía
merecedor de llevar a cabo tareas de ayudante. En México, Balmis informa que ya
se ha reunido a la expedición el practicante Francisco Pastor, que ha
desempeñado “su comisión con todo acierto”, aunque los inconvenientes han sido
muchos. Ha caminado “en un mes más de 400 leguas” y se halla
"convaleciente de su enfermedad". Más tarde acompaña a Balmis en el
trayecto hasta las islas Filipinas, donde juega un papel importante en la
dispersión de la vacuna por el archipiélago. Comisionado junto con Pedro
Ortega, llegan hasta las islas Visayas, cuyos nativos eran hostiles a las
tropas españolas. Poco antes de su llegada una terrible epidemia de viruela
había asolado la zona, la actuación de los dos expedicionarios cortó el brote y
en agradecimiento los nativos hicieron las paces con sus enemigos españoles.
El otro practicante, Rafael Lozano Pérez, seleccionado por Balmis ya que
“se ha dedicado a esta nueva inoculación y es cirujano aprobado”, acompañó a
Salvany en la ruta andina junto a Grajales y Bolaños, participando en la
actividad vacunadora con mérito suficiente para que Salvany solicitara al rey
que en señal de agradecimiento lo distinguiera con los honores de Cirujano de
Cámara. Un ejemplo de practicante que pasa a ayudante de cirugía hasta
conseguir la categoría de cirujano.
Las obligaciones de los enfermeros eran diferentes, su misión consistía
en proveer cuidado a los niños. Como expresa el texto del reglamento elaborado
por Balmis, “para el buen desempeño de
este cargo, conviene recaiga en sujetos de juicio y prudencia que cuiden del
buen orden de los niños, que deben guardar así en el mar como en tierra, de su
limpieza y aseo que tanto interesa para conservar la salud y de asistirlos con
amor y caridad. No deberán separarse de los niños cuando salten a tierra y
cuando salgan al campo, para evitar algún extravío, y hacerles guardar la moderación
y buen orden que se requiere en una expedición tan respetable”. Debían
favorecer la labor de los cirujanos ayudando a resolver las dificultades que se
presentasen. Carecían de formación académica, aunque la experiencia adquirida
durante la expedición los convirtió en valiosos colaboradores.
Basilio Bolaños, a las órdenes de Salvany, llegó con la expedición a
Perú y más tarde acompañó a Grajales en el itinerario hasta el Reino de Chile,
embarcando desde Lima hasta Valparaíso. Salvany también quiso que se le
agradecieran los servicios prestados por lo que solicitó al rey "le
distinga con los honores de Conserje del Real Palacio o bien con otra
distinción". Pedro Ortega llega con Balmis hasta Filipinas y colabora
activamente con Francisco Pastor en la propagación de la vacuna. Fallecerá en
Manila antes que los expedicionarios Gutiérrez, Francisco Pastor, Ángel Crespo,
Antonio Pastor y la Rectora, vuelvan a México tras completar su actividad
vacunadora. Balmis hizo el trayecto de vuelta a España por Cantón y Santa Elena
en solitario.

A su llegada “recomienda
encarecidamente que se proteja a los dos hijos huérfanos de su colaborador D.
Pedro Ortega”. Ángel Crespo, que iba a formar parte del grupo inicial de
expedicionarios, realizó funciones de secretario de la REFV durante el itinerario
mejicano, actuando como un enfermero más en todo el trayecto filipino,
obteniendo tras su vuelta a México una pensión. El último enfermero, Antonio
Pastor, también familiar de Balmis, siguió el mismo destino que Francisco
Pastor. Tras completar la expedición junto a Balmis hasta Filipinas, retornaron
a México y 3 años después por mediación de su tío pudieron volver ambos a
España. Queda ahora por revisar la figura de la enfermera que trabajó codo con
codo en este colectivo sanitario.
¿Qué son las VACUNAS y para qué SIRVEN? | Biografía de Edward Jenner
Los tiempos avanzan que es una barbaridad
En realidad esta expresión es una deformación de 'Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad' y se la debemos a una canción de la famosísima zarzuela (estrenada en el año 1894), 'La verbena de la Paloma', con música compuesta por Tomás Bretón y cuyo libreto escribió Ricardo de la Vega.
"Hoy las Ciencias Adelantan" de "La Verbena de la Paloma"
Si traigo a colación la famosa frase
"Hoy las ciencias adelantan que es
una barbaridad" es porque quiero hacer una reflexión sobre los avances
de la Ciencia Médica en las últimas décadas. Avances que, por ejemplo, han
permitido que, en un tiempo récord, se haya conseguido, desde distintos
laboratorios farmacéuticos, que cuentan con potentísimos medios económicos y, sin
duda, con brillantes equipos médicos y de investigación, se haya conseguido,
reitero, distintas vacunas, cada una con sus peculiaridades, para ir
"acorralando" a un agente infeccioso, el Coronavirus (COVID-19) que
tanto daño ha ocasionado desde que, "misteriosamente", apareciera en
la ciudad china de Wuhan, hace poco más de un año. Su tasa de contagiosidad, y su macabra mortalidad ha
segado la vida de muchas personas, sobre todo de mayores residenciados, los más
débiles de esta pesadilla, que no ha dejado incólume prácticamente a ningún
país del globo terráqueo. Espero y deseo que el tiempo confirme la capacidad
protectora de las vacunas inoculadas masivamente y que nos libremos de esta
fatídica pandemia que marcará un antes y un después en la organización de la
Sanidad mundial y en las relaciones sociales, tan deterioradas por las medidas
preventivas impuestas por las autoridades políticas, al dictado de las
sanitarias, a veces muy controvertidas, aunque probablemente necesarias; nunca
aprobaré las actitudes de los negacionistas y conspiranoicos, que tanto daño
están haciendo a la colectividad.
Otra cosa es el afrontamiento de las repercusiones económicas de la
pandemia. Espero que los políticos y los agentes sociales acierten en las
medidas de recuperación de la grave crisis económico-laboral generada por el "bicho", que tanto ha
deteriorado la calidad de vida de cada hijo de vecino, cebándose como siempre,
en los más débiles. El aumento de los índices de pobreza, denunciados por las
entidades no gubernamentales que atienden a los más necesitados (Cruz Roja,
Cáritas, Intermón Oxfam, entre otras) con medios las más de las veces exiguos,
es alarmante. Si todos: políticos, empresas, sindicatos, patronal y ciudadanos
remamos en la misma dirección, las soluciones llegarán, espero, más pronto que
tarde. Como siempre, soy positivo, lo que ocurre es que, con el nivel mostrado
por unos y otros, los consensos se me antojan difícilmente alcanzables, ojalá me
equivoque.
Para terminar, quiero resaltar el mérito de los sanitarios actuales, que
se están dejando la vida en su afán por ganar la partida al virus. Pero también
quiero hacer un pequeño homenaje a los médicos y resto de sanitarios que, en
décadas e incluso en siglos pasados, con medios rudimentarios, pero con una
sabiduría contrastada, a veces no exenta de alquimia y técnicas que hoy día
serían muy cuestionables por la comunidad científica, lograron salvar tantas
vidas y erradicar o paliar enfermedades como la viruela y otras (infecciosas,
degenerativas, vasculares, mentales, etc.). Aunque cualquier tiempo pasado fue “peor”,
para algunas cosas hay que mirar al pasado con admiración y respeto y me
refiero especialmente a hombres y mujeres que han consagrado su vida a la
cultura, la ciencia, la filosofía, las artes, la educación y por qué no decirlo,
a la política, que no todos han sido tan mediocres como los que actualmente
forman parte, salvo excepciones, de las distintas formaciones políticas que nos
malgobiernan o ejercen una paupérrima oposición.
(Petrus Rypff)
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