ALGUIEN NOS QUIERE DÓCILMENTE REBELDES, YO PREFIERO EL PACIFISMO BELIGERANTE
Hace pocas semanas dediqué una entrada a la joven filóloga Irene Vallejo, y lo hice porque, su ya dilatada producción literaria me sorprendió muy gratamente cuando leí algunos de sus textos y vi videos, en la red internauta, de conferencias impartidas con brillantez, sobre temas filosóficos, de historia y literarios. Su discurso es ágil, elegante y magníficamente construido, profundo al tiempo que sencillo para el receptor. Es de destacar su desparpajo en la oratoria, teniendo en cuenta su edad. Es cierto que desde muy niña se interesó, gracias al oficio de sus padres, por temas que la mayoría de jóvenes no manejan hasta la postadolescencia si es que lo hacen alguna vez. Ella misma confesó que, en lugar de cuentos infantiles, sus padres le leían a Homero a la edad de 4-5 años, y ella, la "mocosa" - dicho sea, con todo el cariño del mundo-, se resistía a abandonarse en los brazos de Morfeo, dado su interés por lo que le contaban de las aventuras de Ulises, Helena de Troya, Agamenón o la ninfa Dafne, perseguida por Apolo hasta ser convertida por su padre, Peneo, el dios-río, en un arbusto de laurel.
En la
entrada referida ya expuse gran parte de su obra escrita y hablé de sus
intervenciones en tertulias, ponencias, entrevistas y conferencias. Hoy me voy
a hacer eco de una de sus columnas en el semanal del diario El País, publicada
hace apenas una semana, llena de atinadísimas reflexiones sobre un tema de
actualidad.
EL ATLAS DE PANDORA
Irene Vallejo - Rebelde sin pausa
Difícil olvidar aquel miedo, las miradas despectivas desde los pupitres, los temblores de pánico en el patio, las burlas, la vergüenza. Quieres pensar que resististe, que no cediste a las presiones de la jauría, que mantuviste tu criterio propio. Pero aún te quedan cicatrices de aquel ahogo en el cuello: el terror a no ser aceptada. En grupos numerosos te asusta nadar a contracorriente. Todavía luchas contra esa inercia que te empuja a callar tu desacuerdo, a disolverte, a no chirriar. La estridencia asusta cuando el consenso de la calle y los aquelarres virtuales amenazan a los disidentes del rebaño.
Es duro mostrar oposición ante un grupo de personas coincidentes: de pronto surge un muro de aislamiento hostil y desmoralizador. Sin embargo, que la unanimidad es sólo aparente, el resultado de una serie de tensiones silenciosas que ocultan sin anularlas las diferencias íntimas. El psicólogo estadounidense Solomon Asch demostró en 1951 que los seres humanos nos sentimos frágiles frente a toda opinión abrumadoramente mayoritaria y tendemos a sumarnos a ella. En el experimento de Asch, unos estudiantes universitarios debían comparar la longitud de unas líneas rectas dibujadas en la pizarra. Todos en el grumo excepto uno eran cómplices del organizador y, por turno, señalaban sin dudar la respuesta equivocada. Por último intervenía el único observador inocente. Una y otra vez, el ensayo probó que las personas están dispuestas a contradecir lo que ven si quienes les rodean afirman lo contrario. Como decía provocadoramente Chico Marx -disfrazado de Groucho- en Sopa de ganso: "¿A quién va a creer usted, a mí o a sus propios ojos?".
Décadas después, nosotros, aparentemente iconoclastas y mordaces en las redes sociales, seguimos adictos al conformismo. Al leer ciertas bravuconadas virales, añoras el genuino desafío a las convenciones de los pensadores de la escuela cínica, como la griega Hiparquia, una de las primeras mujeres filósofas conocidas. Cuentan que en cierto banquete debatió con un hombre que, al quedarse sin argumentos, incapaz de replicar a sus palabras, le arrancó con rabia el vestido. Ella no perdió los nervios y miraba sin ningún rubor, desnuda, a los comensales.
- ¿Esta es la desvergonzada mujer que abandonó la lanzadera del telar? -rugió su oponente.
- Yo soy -respondió Hiparquia-. ¿Crees que me equivoqué al dedicar mi tiempo no al telar sino a mi educación?
Los cínicos -en griego los "caninos"- mendigaban para comer, dormían a la intemperie y hacían compañía a los perros de la calle. Era su forma de rechazar la propiedad, pues creían que la pasión por poseer nos hace desgraciados. El secreto de la felicidad residía en necesitar poco. sostenían que la riqueza se paga demasiado cara, con la moneda de nuestra libertad. "Mi patria es el anonimato y la pobreza", escribió Crates, amante de Hiparquia. Menospreciaban aquello que la mayoría anhelaban, por eso escandalizaban a todos. Eran graciosos deslenguados, siempre dispuestos a sembrar dudas en sus contemporáneos con piruetas lógicas e ingeniosas audacias. Sus discursos se convirtieron en una auténtica diversión para los transeúntes atenienses. La suya era una filosofía humorística y descarnada; frente a la seriedad pomposa de los convencidos -con sus certezas grabadas a fuego -, ellos oponían el juego, el chiste y la ironía.

No nos dejemos engañar: la subversión no puede ejercerse desde el poder, ni convertirse en marca o mercancía
En la monótona uniformidad de la
globalización, vivimos paradójicamente cautivados por la figura del rebelde.
Las pantallas hacen desfilar ante nuestros ojos un santoral de iconos
subversivos, pero incluso ese culto al inconformismo tiene una dimensión gregaria:
políticos cuidadosamente díscolos para conseguir votos, mensajes publicitarios
que transforman la revolución en un cliché para hacer caja, escándalos
prefabricados para ganar audiencia, camisetas estampadas en serie con frases
desafiantes y recetas de transgresión envasada. No nos dejemos engañar: la
subversión no puede ejercerse desde el poder, ni convertirse en marca o
mercancía. Cuando la irreverencia se ha vuelto irrelevante, debemos desconfiar
de quienes pretenden que seamos dócilmente rebeldes.
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Las dos últimas palabras del artículo de Vallejo: dócilmente rebeldes, me parecen especialmente relevantes, comparables a otra antítesis que alguien acuñó hace tiempo y que hice mía, con perdón, en otra entrada de este blog: pacifismo beligerante; ésta última con mayor carga de profundidad.
PACIFISMO BELIGERANTE
Fortunate Son - Bruce Springsteen & John Fogerty con subtítulos en español
1 comentario:
Me ha encantado Petrus, sigue en esta línea amigo.
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