Tengo la suerte de estar alojado en un hotel precioso en el centro
histórico de la encantadora ciudad de Heidelberg. Después de patear durante
varias horas sus calles, visitar la Universidad Vieja (la más antigua de
Alemania y de la que han salido muchos premios Nobel), he comido un delicioso
salmón con su aderezo correspondiente y he vuelto al hotel a descansar un rato.
De forma furtiva, me he puesto en la ventana de la habitación a fumar un
cigarrillo y al instante, me he percatado que había un nutrido grupo de japoneses
o chinos, todavía no sé cómo se les distingue, mirándome y haciendo fotos, como
si uno fuera famoso, al estilo de Lady Diana o Michael Jackson. Ante tal falta
de intimidad, he acabado el pitillo y he cerrado la ventana, con cierto temor por
si alguno de los nipones se chivaba de mi acto delictivo.
Me he puesto a leer la guía de la ciudad que compré ayer y por
casualidad, he encontrado una foto de la fachada de mi hotel y en la leyenda
explicaba que éste ocupa, desde 1705, la única casa patricia que sobrevivió a
la destrucción de Heidelberg en 1689/1693 y que había sido construida en 1592
por un comerciante de paños llamado Charles Belier, por ello se la conoce como
La Casa del Caballero.
La verdad es que conocer toda esta información ha supuesto un alivio,
porque con el frío que hace en la calle, no me apetece vestirme y salir para
poder echar otro pitillo. Si vuelve a aparecer otra troupe de orientales y se
repite la situación pensaré que es por su manía de inmortalizar en una
instantánea todo lo que les resulta llamativo y la fachada del hotel, doy fe de
que es una joya arquitectónica. Lo raro es que yo haya recalado aquí, tengo que
agradecérselo a mi amiga Consuelo que me hizo la reserva.
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Casa del Caballero (Haus zum Ritter) |
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