EL PATERNALISMO COMO ABUSO DEL PRINCIPIO DE BENEFICIENCIA
PATERNALISMO Y AUTONOMÍA
El paternalismo del médico no se sujeta a justificación alguna
El paternalismo es la desautorización intencionada de las preferencias o acciones conocidas de una persona, donde la persona que las desautoriza justifica su acción con el propósito de beneficiar o evitar el daño a la persona cuya voluntad está desautorizando.
Para los defensores de los derechos derivados de la autonomía de los pacientes, las obligaciones del médico hacia el paciente de revelar la información de búsqueda del consentimiento, de confidencialidad y de respeto a la intimidad, se establecen primariamente por el principio de respeto a la autonomía. En contraste, otros autores, consideran tales obligaciones en la beneficencia obligatoria profesional.
La beneficencia ofrece la meta primaria y la razón fundamental de la medicina y la atención sanitaria, mientras que el respeto a la autonomía (y la no maleficencia y la justicia) fijan los límites morales a las acciones profesionales tras la búsqueda de esa meta.
Kant denunció al estado paternalista por restringir benevolentemente las libertades de los sujetos. A Kant le preocupaba un gobierno que cancela la libertad. Nunca consideró la posibilidad de que un modelo paternal de intervención benevolente, aquel que compare al estado con un padre protector, un padre que cuida de un menor incompetente, pudiera ser considerado paternalista. Sin embargo, sucedió lo que nunca supuso. La intervención en la vida de una persona dependiente, esencialmente no autónoma, llegó a ser y sigue siendo el modelo más ampliamente aceptado de paternalismo justificado.
Como se decía antes, el paternalismo es la desautorización intencionada de las preferencias o acciones conocidas de una persona, donde la persona que las desautoriza justifica su acción con el propósito de beneficiar o evitar el daño a la persona cuya voluntad está desautorizando.
Problemas morales del paternalismo médico:
Cuando los pacientes (sean del tipo que sean) eligen cursos perjudiciales, algunos profesionales sanitarios respetan la autonomía no interfiriendo más allá de intentos de persuasión, mientras que otros actúan beneficentemente protegiéndoles contra las consecuencias potencialmente perjudiciales de sus propias decisiones.
En un artículo clásico, Henderson argumentaba que "los mejores médicos" emplean como guía primaria de referencia lo siguiente: "en lo que sea posible, no hagas daño. Puedes causar daño por el proceso que curiosamente se llama decir la verdad. Puedes hacer daño mintiendo...Pero intenta producir el menor perjuicio posible, no sólo en tratamientos con medicamentos, o con el bisturí, sino también con el tratamiento de las palabras".
El paternalismo interviene e interfiere sobre decisiones informadas, voluntarias y autónomas, violando principalmente su derecho a la autonomía. Debe remarcarse que no es el ejemplo a seguir en la práctica médica. Las decisiones del paciente deben ser inviolables, siempre y cuando se cumpla con los requerimientos de ser informado y autónomo.
Las medidas coercitivas del médico hacia su paciente para preservar su salud, por su bien, no son adecuadas; se debe respetar el derecho y la libertad de cada persona a decidir sobre su propio proyecto de vida. La tensión entre el terapeuta y su paciente corre el riesgo de derivar o bien en un exceso de paternalismo frente a la autonomía del segundo, o por el contrario, en un exceso de la libertad individual que pudiera serle pernicioso.
El surgimiento de la bioética en los años 70' puso fin a la justificación moral del paternalismo tanto en la relación entre profesionales de la salud y pacientes como en las relaciones del Estado y sus intervenciones en salud pública sobre el conjunto de la población.
En mi práctica clínica diaria utilizo la entrevista motivacional como herramienta, básicamente se basa en una actitud empática (no simpática) y de escucha activa, siendo el paciente el que elige, en principio, el problema propio que debe y quiere abordar y tratar e intento que, él y su familia sean partícipes protagonistas y activos en su proceso de cambio de actitudes inapropiadas hacia otras más "saludables". Las actitudes persuasivas y paternalistas no tienen cabida, por respeto a su autonomía, sobre todo, y además porque si las utilizamos, el sujeto, la mayor parte de las veces, se va a enrocar en su posicionamiento malsano y el avance será mínimo o lo que es peor, inexistente. El enfermo mental no es inferior a nadie y el médico o el terapeuta no deben situarse nunca en un escalón superior desde donde dirigir su vida.
El paternalismo es execrable, así que, aunque sea "por el bien del paciente", o del amigo-compañero "descarriado", evitémoslo. Es mi opinión y así la manifiesto, aunque tengo claro que ésta, no es "vinculante" y pudiera estar equivocado.
PETRUS RYPFF
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