Ramón
María del Valle-Inclán
Ramón María del Valle Inclán, fotografiado por Audouard hacia 1911
Ramón María Valle Peña (Villanueva de Arosa, 28 de octubre de 1866-Santiago de Compostela,5 de enero de 1936), también conocido como Ramón del Valle-Inclán o Ramón María del Valle-Inclán, fue un dramaturgo, poeta y novelista español, que formó parte de la corriente literaria denominada modernismo. Se le considera uno de los autores clave de la literatura española del siglo XX.
Información personal
Nombre
de nacimiento: Ramón José Simón Valle Peña
Nacimiento:
28 de octubre de 1866, Vilanova de Arousa
Fallecimiento:
5 de enero de 1936 (69 años), Santiago de Compostela
Causa
de la muerte: Tifus
Sepultura:
Cementerio de Boisaca
Nacionalidad:
española. Lengua materna: castellano/gallego
Familia:
Padre, Ramón del Valle
Cónyuge:
Josefa María Ángela Blanco Tejerina
Educación:
Universidad de Santiago de Compostela
Información
profesional
Ocupación:
Escritor
Movimiento:
modernismo
Géneros:
teatro, novela, poesía
Obras
notables: Divinas palabras, Luces de bohemia, Tirano Banderas.
Miembro
de la Sociedad de Amigos de Portugal
Finalista
del premio Fastenrath 1931 [Premio desierto]
Director de la Academia Española de Bellas Artes de Roma (10 de marzo de 1933-5 de enero de 1936) Predecesor: Miguel Blay. Sucesor: Emilio Moya Lledó.
Conservador General del Tesoro Artístico Nacional: 2 de septiembre de 1931-junio de 1932.
Novelista, poeta y autor dramático español, además de cuentista, ensayista y periodista. Destacó en todos los géneros que cultivó y fue un modernista de primera hora que satirizó amargamente la sociedad española de su época. Estudió Derecho en Santiago de Compostela, pero interrumpió sus estudios para viajar a México, donde trabajó de periodista en El Correo Español y El Universal. A su regreso a Madrid llevó una vida literaria, adoptando una imagen que parece encarnar algunos de sus personajes. Actor de sí mismo, profesó un auténtico culto a la literatura, por la que sacrificó todo, llevando una vida bohemia de la que corrieron muchas anécdotas. Perdió un brazo durante una pelea. En 1916 visitó el frente francés de la I Guerra Mundial, y en 1922 volvió a viajar a México.
Respecto a su nombre público y literario, Ramón del Valle-Inclán es el
que aparece en la mayoría de las publicaciones de sus obras, así como en los
nombramientos y ceses de los cargos administrativos institucionales que tuvo en
su vida. El nombre «Ramón José Simón Valle Peña» sólo aparece en los documentos
de la partida de bautismo y del acta de matrimonio. Como Ramón del Valle de la
Peña sólo firma en las primeras colaboraciones que realiza en su tiempo de
estudiante universitario en Santiago de Compostela para Café con gotas.
Semanario satírico ilustrado. Con el nombre de Ramón María del Valle-Inclán se
le encuentra en algunas ediciones de ciertas obras de su época modernista, así
como en un texto igualmente de su época modernista, que responde a una
particular «autobiografía».
Biografía
La biografía de Valle-Inclán ha despertado el interés de diversos biógrafos, además de por investigadores o críticos literarios e incluso por escritores y literatos, como Ramón Gómez de la Serna, Melchor Fernández Almagro, Francisco Umbral o Manuel Alberca.
Valle-Inclán nació en una vieja casa llamada «El Cantillo», situada en la calle de San Mauro, en la localidad pontevedresa de Villanueva de Arosa, al borde de la ría y frente a la isla de Arosa, pueblo de pescadores y campesinos. Era el segundo hijo de una familia de raigambre carlista, su padre, Ramón del Valle Bermúdez de Castro (1823-1890) y su madre, Dolores de la Peña y Montenegro, ambos de ascendencia hidalga, poseedores de casas solariegas y viejos fueros, pero venidos a menos. Ramón fue bautizado tres días después de su nacimiento con tres nombres: Ramón José Simón con los apellidos Valle y Peña. Tomó su nombre artístico del apellido de uno de sus antepasados paternos, Francisco del Valle-Inclán (1736-1804). El nombre de Ramón se le puso en honor a su padre, el de José por ser el patrono de la madrina y abuela materna del bautizado y Simón por ser el santo del día en el que nació. No se celebró el bautizo porque el parto fue complejo y la madre quedó muy debilitada. Dos poblaciones se disputan su nacimiento, Villanueva de Arosa y Puebla del Caramiñal. Él afirmaba que nació en un barco que hacía la travesía entre ambas por la ría. La disputa nace de la temporada que pasó su madre (Dolores de la Peña) en agosto en Puebla del Caramiñal, con motivo de las preparaciones previas del parto. Esta estancia de la madre confundió a algunos biógrafos.
La fortuna familiar heredada por el padre fue dilapidándose poco a poco,
y esto obligó a la familia a llevar una vida más modesta. Es muy posible que
Valle-Inclán y sus hermanos fueran criados como señoritos de pueblo. A la edad
de nueve años acomete su ingreso en el Instituto de Segunda Enseñanza primero
en Santiago y posteriormente en un Instituto de Pontevedra hasta 1885. Durante
este periodo el bachillerato fue ejecutado sin el menor interés por su parte.
En ese tiempo ejerció una gran influencia sobre él Jesús Muruáis, decisivo en
su formación literaria posterior. Leyó a Cervantes, a Quevedo y al vizconde de
Chateaubriand, así como obras militares y sobre historia gallega. El 29 de
abril de 1885 acaba sus estudios de bachillerato, a los diecinueve años. Toda
la familia se había trasladado unos años antes a la capital de la provincia
donde el padre había conseguido que lo nombraran secretario del Gobierno Civil.
En septiembre de 1885, sin convicciones y siguiendo la imposición
directa de su padre, comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de Santiago
de Compostela con resultados igualmente irregulares. Valle-Inclán no tiene
preferencia por ninguna carrera siéndole todas iguales. Desde los primeros
instantes universitarios solicitó examinarse por libre de algunas asignaturas.
Disponiendo de poco dinero, impartía clases particulares de latín y frecuentaba
más los cafés que las aulas, siendo también asiduo de la biblioteca de la
universidad. Pudo vérsele por el Ateneo Compostelano y frecuentando los
espacios literarios. En esos años trabó amistad con aquellos que más tarde
llegarían a ser figuras relevantes del mundo de la cultura y de la política gallega.
También trabó amistad con el florentino Attilio Pontanari del que aprendería
esgrima y nociones de italiano. En el año 1888 se matriculó en la Escuela de
Artes y Oficios. Valle-Inclán se hizo pronto uno de los estudiantes más
populares de la Universidad.
En esta época publica sus primeros trabajos literarios en la revista
Café con gotas de Santiago de Compostela, y en 1889 su cuento «A media noche»,
en la barcelonesa La Ilustración Ibérica; participando activamente, junto a su
hermano Carlos, en la vida periodística de la ciudad. La visita de José
Zorrilla a Santiago de Compostela para dar una conferencia en la universidad a
la que asiste Valle-Inclán, le produce una honda impresión, quedando seducido por
la figura del escritor consagrado. Es en estos años en los que comenzó a
arraigar en él su vocación literaria.
El 14 de octubre de 1890, con la muerte de su padre en Villanueva, y con
la edad de veinticuatro años es liberado del compromiso paterno, abandonó la
carrera de Derecho por la que no sintió ningún interés, y regresó a Pontevedra.
Lleva ya cinco años en la universidad compostelana y no ha pasado del tercer
año de la carrera de Derecho. Piensa en ir a Madrid y comenzar en esa ciudad
una nueva vida. La herencia del padre no ha sido de mucha cuantía y no le da
para vivir.
Tras una hipotética estancia en Italia aún por documentar, viaja a
Madrid a finales de 1890. La situación política de España es mala y en lugares
públicos madrileños se vocifera, se exponen ideas contrapuestas y se solicitan
soluciones. La primera estancia en Madrid supone dos años en la vida de
Valle-Inclán. En Madrid frecuenta los abundantes cafés de la Puerta del Sol,
lugar de tertulia habitual, en ellas participa de forma expresiva y se hace
conocer (resulta gracioso con su acento y su particular ceceo). Es irreductible
en sus opiniones. En estas primeras visitas a los cafés va configurando su
personalidad, su mundo, que acabaría haciéndolo famoso en las sociedades y
tertulias de Madrid.
Colabora en diarios como El Globo, dirigido por su amigo e importante
mentor Alfredo Vicenti, quien publica algunos de sus artículos y cuentos, y La
Ilustración Ibérica, y dedica gran parte de su tiempo libre a asistir a
representaciones del género chico. No es todavía considerado públicamente un
escritor, las colaboraciones periodísticas que hace son para ganar algo de
dinero, considerando poco afán por el oficio periodístico. La asistencia a
tertulias de la época empieza a establecerse, se hace famoso en ellas por su
ingenio. A pesar de sus esfuerzos abandona la capital sin lograr un sustento
estable, la decisión parece ser tomada de forma inmediata.
En 1892 tras una breve estancia en Pontevedra, Valle-Inclán se embarca el 12 de marzo en su primer viaje a América, concretamente a México. Los periódicos gallegos anuncian un viaje motivado por ser elegido para la dirección de un periódico. El trasatlántico francés en el que realiza el viaje, que se denomina Le Havre, desembarca en Veracruz el 8 de abril y pocos días después ya se encontraba alojado en la capital de México. Durante su estancia mexicana escribió para los periódicos: El Correo Español, El Universal (su serie de artículos denominada cartas galicianas) y El veracruzano Independiente. Su labor pasa por ser mero traductor al castellano de textos italianos y franceses, a pesar de que posee ligeros conocimientos sobre ambos idiomas. Pasa en tierras mexicanas un periodo algo menor de un año, repartido entre las ciudades de Veracruz y Ciudad de México. Durante esa época se encontraba Porfirio Díaz como presidente de México, su poder le impone una severa censura. La vida a partir de ahora en tierras americanas será una aventura para Valle-Inclán, la situación política mexicana lo excita y ello lo lleva a protagonizar ciertos incidentes.
Parece ser que su estancia en tierras americanas no estuvo exenta de
problemas, ya que existen datos de que participó en un amago de duelo con el
redactor de El Tiempo, y en una sonada pelea en Veracruz. De este primer viaje
a México Ramón obtiene las primeras experiencias como escritor. Durante esta
época conoce a Sóstenes Rocha, que le desvela los secretos de la política
mexicana, Sóstenes es un personaje que resume la situación mexicana de la época.
De esta primera estancia en México, Valle-Inclán presiente su destino como
escritor, empezará los relatos que posteriormente se agruparán en Femeninas.
Finalmente abandona México agotando su estancia de poco menos de un año. De las
tierras mexicanas pasa a Cuba donde pasa una estancia de varias semanas en la
provincia de Matanzas, hospedado en casa de unos amigos: familia González de
Mendoza.
En primavera de 1893 se encuentra de nuevo en España, donde se aloja
en Pontevedra. Su aspecto físico está transformado, lleva barba y melenas.
Valle-Inclán volvería a tierras mexicanas en un segundo viaje en 1921. En Pontevedra
trabó amistad con Jesús Muruáis, bibliógrafo y profesor de latín en el
instituto de la ciudad, en cuya biblioteca pudo leer a los más importantes
autores europeos de la época: obras francesas e inglesas de literatura y arte
del siglo XIX). Es Valle-Inclán un joven escritor recién llegado de América,
atendiendo a una imagen de dandi, aparece frecuentemente en el Café Moderno de
Pontevedra y exhibe su dialéctica peculiar que luego lo haría famoso. Es
durante esta época cuando el poeta italiano Gabriele D'Annunzio ejerce una
fuerte influencia sobre él y de él toma la fórmula del decadentismo europeo.
Valle-Inclán conoce también a René Ghil. Durante su estancia en Pontevedra, que
se prolongaría hasta 1895 (cerca de tres años), publicó su primer libro, la
colección de relatos de tema amoroso en 1894 titulado Femeninas (Seis
historias amorosas). Esta primera obra ve la luz con el apoyo del amigo de su
padre Manuel Murguía. Valle-Inclán ya se siente escritor. Es en esta época
cuando Valle-Inclán comienza a cultivar su particular indumentaria: capa (al
principio un poncho mexicano), chalina, sombrero, polainas blancas, y sobre
todo, sus largas y características barbas, las «barbas de chivo» de que habla
Rubén Darío en un poema dedicado al autor. Colabora desde Pontevedra en la
revista Blanco y Negro. Es en esta etapa pontevedresa en la que ya figura con
su nombre Ramón de Valle Inclán, así se nombra a sí mismo en la portada de su
primer libro. Concluida esta etapa, en 1895 se dirige a Madrid en lo que será
su segundo viaje a la capital, esta vez como funcionario del Estado, en el
Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, cobrando 2000 pesetas al año,
un año antes de tener otro nuevo duelo a sable, en el que resultó herido por su
oponente, el escritor Julio López del Castillo.
Valle-Inclán caricaturizado en Madrid
Cómico (1897) por Cilla
Según Joaquín María del Valle-Inclán Alsina, este «momio» le dura por lo menos hasta 1899 y ni se molesta en publicar, ya que no tiene necesidad económica alguna de hacerlo. Pronto acude a varias tertulias madrileñas llevando la vida bohemia de la época, en las que conoce a muchas figuras destacadas, como Gómez Carrillo, Pío y Ricardo Baroja, Azorín, Jacinto Benavente, Alejandro Sawa, entre otros. Asiste a los innumerables cafés madrileños: el de Fornos, el Suizo, el Café del Príncipe, el Café de Madrid, el Café de El Gato Negro, la terraza del Café Gijón, Lhardy en la carrera de San Jerónimo, y el Café Nuevo de la Montaña, en la puerta del Sol. En ellos con su verbo ceceante, se hace famoso por su capacidad de monopolizar conversaciones, por destruir reputaciones y por su falta de paciencia a la hora de soportar interrupciones de oyentes e interlocutores.
Su atuendo se hace peculiar, y la barba se alarga en lo que será su
estética habitual. Vive con escaso dinero rozando la penuria y su solitario
café en los cenáculos de las tertulias. En esta segunda etapa madrileña se
dedica a la vida bohemia en cuerpo y alma, vive la época: la disfruta y la
padece. Vive la bohemia literaria modernista con estrecheces económicas que
incluso le obligan a pasar hambre. Habita en un patio de viviendas en la calle
Calvo Asensio, 4, del barrio de Argüelles, entonces suburbio de Madrid, en una
buhardilla alquilada con dos oscuros cuartuchos con una silla, una mesa y una
cama como único mobiliario.
De esta época inicial en Madrid se narra una anécdota de Valle-Inclán en
el que paseando por la madrileña Carrera de San Jerónimo se encuentra con
Miguel de Unamuno y Pío Baroja, los tres hostiles entre sí en lo que se refiere
a teorías literarias, no reconociéndose ningún mérito entre ellos. A pesar de
presentar Pío Baroja a Valle-Inclán y Miguel de Unamuno, no pasan ni ochenta
pasos sin que acabaran insultándose, gritándose y finalmente separándose antes
de acabar el paseo por la calle. Los tres eran representantes de la generación
del 98, los tres dejaron impronta de su independencia. En el año 1897 se
publica su segundo libro, Epitalamio (Historias de amores), sin
demasiado éxito entre los lectores; el libro se vende mal. Durante estos años,
participó como actor en obras
teatrales como La comedia de las fieras, de Jacinto Benavente, o Los reyes en
el destierro, adaptación por Alejandro Sawa de una novela de Alphonse Daudet.
Durante la guerra hispano-estadounidense las afinidades sentimentales hacen que
Valle-Inclán tome partido por las aspiraciones cubanas a la independencia de
España.
El 24 de julio de 1899, en una discusión en el Café Nuevo de la Montaña,
ubicado en la planta baja del Hotel París, sito en el número 2 de la puerta del
Sol, el periodista Manuel Bueno Bengoechea le causa una herida en un antebrazo
que termina gangrenándose y se hace necesaria su amputación. Valle-Inclán y su
amigo Manuel Bueno discutían sobre la legalidad de un duelo que iba a
celebrarse debido a la minoría de edad de uno de los duelistas. Llegaron a
agredirse, Valle-Inclán con una botella de cristal y Manuel Bueno con un
bastón, con tan mala fortuna en los lances para Valle-Inclán que se le clavó un
gemelo en su muñeca izquierda, con resultado de fractura conminuta de los
huesos del antebrazo izquierdo. La herida se gangrenó y el 12 de agosto de
1899, el médico y cirujano Manuel Barragán y Bonet le amputó dicho brazo.
Ramón Gómez de la Serna, que no fue testigo de la escena, tiempo después
convertiría el episodio en material literario pintoresco. De manera análoga
recogería el suceso Tomás Orts Ramos en una versión más periodística. Esta
amputación dio al traste con su carrera como actor.
Según cuentan la entereza de Valle-Inclán fue tal, que, durante la
operación del doctor Barragán, estuvo despierto y se desmayó sólo una vez,
siendo conocido que casi al final de la operación sugiere a los asistentes
deseos de fumar, y durante los últimos instantes se fuma un habano, haciendo
ascender al techo grandes volutas de humo. Valle-Inclán tenía entonces treinta
y tres años. A partir de ahora la imagen de manco se hace mítica. Algunos
amigos deciden organizar un festival y conseguir fondos para comprarle un brazo
ortopédico, estrenando en el Teatro Lara, el 19 de diciembre de ese año de 1899
su obra Cenizas: Drama en tres actos, con dirección del propio
Valle-Inclán. La siguiente vez que se encuentra con Manuel Bueno le estrecha la
mano. Tras el incidente regresa a vociferar a los cafés, al mismo tiempo que la
manquedad le hace olvidarse de sus pretensiones de ser actor de teatro.
En el mismo periodo finisecular colabora en diversas revistas
literarias, como La Vida Literaria, dirigida por Benavente, Revista Nueva, dirigida
por Luis Ruiz Contreras, Germinal dirigida por Joaquín Dicenta o Vida Nueva
dirigida por Eusebio Blasco. Inicia su amistad con Rubén Darío recién llegado a
Madrid y al que conoce cuando asiste a la tertulia literaria del Café de
Madrid, que dirigía junto a Jacinto Benavente.
En 1900 Valle-Inclán participa en un concurso de cuentos auspiciado por
el diario El Liberal. Aunque no consigue ganar el premio (el ganador fue el
periodista José Nogales), su relato Satanás fue muy elogiado por Juan
Valera, uno de los miembros del jurado, en un artículo de prensa. Parece ser
que el jurado no quiso arriesgarse a premiar un relato tan innovador. En los
años siguientes, siguió colaborando en varias publicaciones, como La
Ilustración Artística, La Ilustración Española y Americana o La España
Moderna. En Alma Española publicó, en diciembre de 1903, una famosa
«autobiografía». En Los Lunes del Imparcial empieza a publicar Sonata de
otoño, en que hace por primera vez aparición su personaje el Marqués de
Bradomín. Comienza a ser asiduo del Nuevo Café de Levante en el que se
concentrará durante un decenio casi toda la vida intelectual de Madrid. Traduce
a Eça de Queirós.
Las Sonatas: Memorias del Marqués de Bradomín, que el autor
anuncia como fragmentos de las «Memorias amables» autobiográficas de su «noble
tío» el marqués de Bradomín (personaje inspirado en el general carlista Carlos
Calderón), constituyen el ejemplo más destacado de prosa modernista en la
literatura española. La primera de ellas, Sonata de otoño (1902), la escribió
durante los tres meses de convalecencia de un involuntario tiro en un pie con
una pistola de su propiedad. A ésta le siguieron Sonata de estío (1903),
Sonata de primavera (1904) y Sonata de invierno (1905). En estas
narraciones, siendo independientes entre sí, realiza un juego de
correspondencias con los títulos del ciclo estacional anual y las sucesivas
etapas del ciclo vital del protagonista, presentando a Xavier, el marqués de
Bradomín, en cuatro ambientes y lugares distintos, narrando cuatro historias
amorosas que corresponden, siguiendo la lógica argumental de la tetralogía -no
el orden de escritura y publicación-, a la juventud en Italia -primavera-, a la
primera madurez en México -estío-, a la madurez plena en Galicia -otoño-, y a
la vejez en Navarra -invierno-. Las cuatro sonatas se empiezan a vender bien y
para algunas de ellas hay traducciones en otros idiomas como el francés. En el
mismo año de 1905 publica Valle una colección de cuentos con el título de Jardín
novelesco; Historias de almas en pena, de duendes y de ladrones. Al año
siguiente estrena en el Teatro de la Princesa una adaptación teatral basada en
el protagonista de las Sonatas, El marqués de Bradomín: Coloquios románticos.
Forma parte del reparto de la obra Josefa
María Ángela Blanco Tejerina, a la que meses antes le ha dedicado la Sonata
de invierno de esta manera: «... Para
unos ojos tristes y aterciopelados...», futura esposa de Valle, con la
que posteriormente contraerá matrimonio, aunque, muy probablemente, pudieran
haber iniciado la convivencia con anterioridad.
Por esta época algunos miembros de la generación del 98 trabajaban de
manera coordinada en diversas actividades creativas, y cada uno de sus
componentes se conocen e intercambian ideas en sus reuniones en los diferentes
cafés, como el Nuevo Café de Levante; y cafés-conciertos, como la popular sala
de music-hall Central Kursaal, sita en la plaza del Carmen. Allí actuaba una
jovencita cupletista llamada Anita Delgado, de la que se enamoró el maharajá de
Kapurthala, suceso que se comentó con gran lujo de detalles en cafés y
periódicos y semanarios de la época, siendo el propio Valle-Inclán uno de los intermediadores
de una historia que acabó en boda.
En 1907 publica varios libros, como Águilas de blasón (estrenada
el mismo año en Barcelona), Aromas de leyenda, Versos en loor de un
santo ermitaño y El marqués de Bradomín. Coloquios románticos. Por
entregas, en el diario El Mundo, publica Romance de Lobos. En 1908
inicia la publicación de su serie de novelas «La guerra carlista»: Los cruzados de la causa, El resplandor de
la hoguera y Gerifaltes de antaño. En 1909 escribe Mi hermana Antonia,
que narra la venganza del estudiante Máximo Bretal, enamorado de Antonia y
rechazado por su madre. Sus simpatías por el carlismo no fueron sólo
literarias: en 1910 se presentó a diputado con el partido jaimista, pero no
obtuvo escaño.
El 3 de marzo de 1909 muere en su casa de Madrid el escritor Alejandro
Sawa, ciego y en penosas condiciones físicas. Valle-Inclán, que años más tarde,
dará vida a su alter ego Max Estrella en la obra Luces de bohemia,
lamenta enormemente su pérdida, y así se lo hace saber en una carta a Rubén
Darío, la cual ha sido reproducida profusamente desde que se diera a conocer.
Ramón María del Valle-Inclán posa para la revista chilena Sucesos (1910).
Valle-Inclán contrae matrimonio con Josefina Blanco Tejerina en la
mañana del 24 de agosto de 1907 en la iglesia madrileña de San Sebastián. Él
tiene cuarenta años y ella veintiocho. Tras la boda, ella abandona la profesión
teatral, con excepción de una gira por Hispanoamérica. Enseguida nace la
primera hija, María de la Concepción (1908), de un total de seis hijos nacidos
a lo largo de los quince años siguientes. Valle-Inclán publica Historias
perversas; la que será su primera obra de poesía, Aromas de leyenda.
Versos en loor de un santo ermitaño (1907); y comienza con la escritura de
su serie de obras teatrales de Las farsas.
Su mujer Josefina Blanco se reincorpora a las labores como actriz de
teatro en 1910 y el matrimonio viaja de gira con la compañía de teatro de
Francisco García Ortega. Valle-Inclán acompaña a su mujer en calidad de director
artístico y tiene la oportunidad de pronunciar algunas conferencias sobre la
literatura española en los países que visitan de gira, Argentina, Chile,
Paraguay, Uruguay y Bolivia. En Buenos Aires habla de su experiencia con una
droga, el hachís o "cáñamo índico":
“Confieso que lo he tomado en abundancia, sin saber sus consecuencias, y por prescripción médica... Mi individualidad llegó a descomponerse en dos distintas. Comencé por ver en las cosas condiciones nuevas: cómo se creaba una desarmonía y otras veces una afinidad quimérica... Lo más espantoso de esas alucinaciones era el recuerdo de todas las personas muertas, que desfilaban por mi memoria como una cinta cinematográfica. Y este fenómeno fue el que me decidió a abandonar el haschisch”.
De regreso a España, tras seis meses de gira americana regresa a Madrid,
donde los carlistas le ofrecen un almuerzo, y se sienta a la mesa con Vázquez
de Mella, Manuel Bofarull, el marqués de Cerralbo, etc. Valle-Inclán sigue
estrenando obras de teatro: Voces de gesta, en 1911 (en el teatro
Novedades de Barcelona), y La marquesa Rosalinda. Farsa sentimental y
grotesca, en 1912. A los estrenos también se suman incidentes; su obra teatral
titulada El embrujado fue rechazada por el Teatro Español, que dirigía
el escritor Benito Pérez Galdós, y el incidente acaba en un acto tumultuoso que
incluye una lectura de la obra en el Ateneo de Madrid. En su empeño de queja no
deja de asistir a las tertulias de café. Con el dinero que obtiene de la
publicación de sus obras completas por parte de la Sociedad General de
Libraría, Valle-Inclán inicia con los suyos un viaje a Galicia con el objeto de
vivir en su tierra natal junto con sus hijos. Esta estancia en Galicia se ve
interrumpida frecuentemente por viajes a Madrid, cediéndole el escultor
Sebastián Miranda su casa, donde permanece periodos largos para atender asuntos
literarios, como los ensayos y estreno de La marquesa Rosalinda. Farsa
sentimental y grotesca (5 de enero de 1912), o el inicio de la publicación de
su Opera Omnia, a cargo de la imprenta Rivadeneyra, que inicia en 1913
con esta obra teatral como tercer volumen, o posteriormente La Lámpara
maravillosa. Ejercicios espirituales (1916), que pondrá al frente de su
«Opera Omnia» como primer volumen de la misma. Pero en 1914 Julio Casares
publica Crítica profana, donde denuncia muchos y diversos plagios literarios de
Valle-Inclán. Este, avergonzado, tardó en contestar, pero lo hizo:
“Si
aproveché unas páginas de las Memorias del caballero Casanova en mi Sonata de
primavera, fue para poner a prueba el ambiente de mi obra. Porque de no haber
conseguido este, la interpretación desentonaría terriblemente. Shakespeare puso
en boca de Coriolano discursos que tomó de historiadores de la Antigüedad, y el
acierto de la tragedia se comprueba en que, lejos de rechazar tales textos
ajenos, los exige... El sino de los intelectuales españoles es idéntico al de
los gitanos: vivir perseguidos por la Guardia civil”.
Fotografía de Ramón María del
Valle-Inclán en su paso por Chile (1910).
Los años que rodean la publicación de la Lámpara maravillosa. Ejercicios espirituales son especialmente duros para Valle-Inclán. Su amigo Rubén Darío realizará en 1914 el que será su viaje de regreso definitivo a Nicaragua, donde muere en 1916. Por otro lado, las noticias de la incipiente guerra europea lo van rodeando poco a poco, y la pugna llega a las calles de Madrid dividiendo opiniones. Valle-Inclán toma parte desde el principio por el bando aliado encabezando un «Manifiesto de adhesión a las naciones aliadas» . Esta situación hace que, durante la I Guerra Mundial, fuera invitado por el gobierno francés a visitar los frentes de guerra en los Vosgos, Alsacia, Flandes y Verdún. Entre el 27 de abril y el 28 de junio de 1916, Valle-Inclán viajó como corresponsal del periódico El Imparcial, redactando también cartas donde daba fe y proporcionaba descripciones de lo que estuvo viendo en esos dos meses. En París se relacionó con autores españoles como Pedro Salinas, Manuel Ciges Aparicio y Corpus Barga. Fruto de su visita al frente fueron los textos publicados en El Imparcial, Visión estelar de la medianoche, entre octubre y diciembre de 1916, y En la luz del día, entre enero y febrero de 1917.
En 1912 se había instalado en Cambados con su familia, acogidos por doña
Lucinda Fernández Soler en el barrio de Fefiñáns, y un verano en la casa de la
calle Carreira, de su amigo José González Fraga. Allí nacerá el segundo de sus
hijos, Joaquín María Baltasar, que fallece trágicamente a los cuatro meses de
edad, el 29 de septiembre, a causa de un accidente en la playa de Pombal, en
Fefiñáns. Este suceso hace que se traslade en 1916 a la Puebla del Caramiñal y
comienza a explotar las tierras del «pazo priorato de la Merced» que ha
rentado, con el objetivo de convertirse en un terrateniente de la comarca del
Salnés, actividad a la que se dedicó por un tiempo sin obtener buenos
resultados. Allí nacerán el tercero y la cuarta de sus hijos, Carlos Luis
Baltasar (1917) y María de la Encarnación Beatriz Baltasara 'Mariquiña' (1919).
Estas tareas las compatibiliza con su puesto en Madrid, durante dos cursos
académicos, en la cátedra de Estética de las Bellas Artes. En 1921, cuando la
posesión del pazo se le escapa de las manos, se traslada a Villa Eugenia,
ubicada en núcleo urbano de Puebla del Caramiñal, residiendo hasta 1925, lugar
donde nacerán el quinto y la sexta y última, de sus hijos, Jaime Baltasar
Clemente (enero de 1922) y Ana María Antonia Baltasara (agosto de 1924). Por
su vinculación con el carlismo en 1923 fue nombrado caballero de la Orden de la
Legitimidad Proscrita por Jaime de Borbón y Borbón-Parma. En 1925 regresa con
su familia definitivamente a Madrid.
En julio de 1916 se crea la asignatura de Estética de las Bellas Artes
en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado con características
específicas para el desempeño de dicho puesto docente para él y se le nombra
profesor titular numerario de dicha asignatura. Es entonces cuando publica La
lámpara maravillosa. Ejercicios espirituales, meditación sobre el hecho
literario en la que realiza una síntesis de su ética y su estética, muy
influido por los saberes ocultistas, gnósticos y esotéricos, herméticos,
alquímicos y teosóficos, y de trasfondo pitagórico y neoplatónico, de autores
como Mario Roso de Luna y Helena Blavatsky.
En noviembre de 1919 renuncia a la plaza docente y la cátedra queda amortizada. Empieza a fallarle a Valle-Inclán la salud y a guardar cama con frecuencia. Es habitual el trato de viejos carlistas. En 1920 es la primera vez que Ramón emplea la palabra «esperpento» en relación con su obra: «Esta modalidad consiste en buscar el lado cómico en lo trágico de la vida», expresaría en 1921. Su forma de vestir llama la atención: «fantocheril» a la manera de sus esperpentos, vestido de negro y bien flaco, con barba larga, renegando de todo. En 1920 colabora con el Teatro de la Escuela Nueva, dirigido por su amigo Cipriano Rivas Cherif, que intentaría el estreno de la Farsa y licencia de la reina castiza, lo que es impedido por la policía. Ese mismo año, Rivas Cherif intentará fundar el Teatro de los Amigos de Valle-Inclán, un frustrado proyecto que tenía por objetivo la puesta en escena de los dramaturgos europeos considerados más avanzados y de cuya dirección artística debía encargarse el propio escritor.
A mediados de septiembre de 1921 realiza un nuevo viaje a México, por
invitación personal del presidente de la república, Álvaro Obregón y a través
de la mediación del escritor Alfonso Reyes Ochoa, con motivo de la celebración
del centenario de su independencia. Su recibimiento fue un acontecimiento con enorme
repercusión en el que participa todo el país. Este segundo viaje a México
estuvo lleno de actividades culturales. De regreso pasa dos semanas en La
Habana y otras dos en Nueva York, llegando a Galicia en los últimos días del
año. En 1922 se establece de nuevo en Madrid, participando frenéticamente de
nuevo en las tertulias de la capital: en La Granja del Henar, en el Café
Regina, en el Café de El Gato Negro.
Algunos años después, en 1926, los dos amigos participarán activamente
en las sesiones de El Mirlo Blanco, el teatro de cámara que los Baroja tenían
en el salón de su casa, en el barrio madrileño de Argüelles, donde se estrenará
el prólogo y el epílogo de Los cuernos de don Friolera y Ligazón. Ese mismo año
ambos fundarán El Cántaro Roto, con la pretensión de llevar la experiencia
privada de El Mirlo Blanco al ámbito comercial, programando en el Círculo de
Bellas Artes de Madrid, obras de Anatole France y Bernard Shaw, entre otros,
además de las suyas propias, pero fracasa al poco de ser creado, por el
escaso éxito del público y la poca confianza por parte del programador.
A finales de 1926, edita la que algunos consideran su obra maestra narrativa, la novela Tirano Banderas, donde es patente la huella de su todavía reciente viaje al México revolucionario.
En 1927 inicia la publicación de
un ambicioso proyecto narrativo, El
ruedo ibérico, que, de forma semejante a los Episodios nacionales de
Benito Pérez Galdós, pretende narrar la historia de España desde el reinado de
su detestada Isabel II hasta la época contemporánea al autor y la pérdida
colonial con la guerra de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Únicamente llegó a
escribir tres novelas de este proyecto: La corte de los milagros (1927),
Viva mi dueño (1928) y Baza de espadas (1932).
El ruedo ibérico supone una reflexión sobre las virtudes y miserias del
tema de la revolución a propósito de la revolución de septiembre de 1868 en
España, aunque los personajes que mejor salen librados en el repaso de todas
las clases sociales sean el revolucionario Fernández Vallín y el anarquista
Fermín Salvochea.
Desde 1924 muestra su oposición a la dictadura de Primo de Rivera,
vocifera en los cafés y no duda en hacerse oír. En alguna ocasión fue detenido
en la vía pública por quejas al régimen. Valle-Inclán era un paisano incómodo,
a pesar de ello lucha por mejorar su situación económica y la de su familia. En
1927 participa en la creación de la Alianza Republicana. En 1928 Valle-Inclán
consigue el contrato editorial más importante de su vida, con la Compañía
Ibero-Americana de Publicaciones (CIAP) que le ofrece una cuantiosa suma a
cuenta de la explotación de los derechos literarios, pagadera en mensualidades.
Instalado su domicilio familiar en un piso de la calle del General Oraá, 9,
empieza a escribir con cierto sosiego. Se aristocratiza y se vuelve más selecto
en su entorno cercano de amistades. En 1929 es encerrado quince días en la
cárcel Modelo de Madrid, por negarse a pagar una multa impuesta con motivo de
unos incidentes ocurridos en el Palacio de la Música en el estreno de El hijo
del diablo, una obra de Montaner. La quiebra de la CIAP en 1931 hace que se
agote el dinero obtenido y espléndidamente gastado, cuando ya el régimen de
Primo de Rivera igualmente da sus últimas horas. La situación económica hace
pensar al matrimonio Valle-Inclán Blanco en la separación matrimonial.
La situación social y política hace que abandone sus quehaceres artísticos y apoye a la república española, incluso se presenta a diputado por La Coruña en las listas del Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, aunque no sale elegido. Ese mismo año, una semana después de la proclamación de la República y en un intento de atraerle a sus filas, el pretendiente carlista, Jaime de Borbón y Borbón-Parma (Jaime III), le nombra caballero de la Orden de la Legitimidad Proscrita.
Se encuentra a mitad de la sesentena de edad. Conociéndose públicamente
su intención de irse a México en busca de mejora para él y su familia, Manuel
Azaña, entonces aún ministro de la Guerra, previo sondeo del interesado, hace
gestiones ante el Consejo de Ministros para que se le habilite un cargo que le
permita subsistir dignamente. El 2 de septiembre de 1931, el gobierno de la
República lo nombra Conservador General del Patrimonio Artístico Nacional,
seguido cinco meses después de la dirección del Museo de Aranjuez,
«encargándole la realización, como Museo, del que fue Real Sitio de Aranjuez»,
pero unos meses más tarde, en junio de 1932, dimite por los desacuerdos con el
director general de Bellas Artes en relación a la gestión del nuevo Museo de
Aranjuez y por no haber sido informado de la preparación del proyecto de ley de
protección del Patrimonio Artístico.
Ese mismo año de 1932 se presenta al Premio Fastenrath correspondiente a
1931, convocado por la Real Academia Española, que termina declarándose
desierto. Después de la nula satisfacción con el veredicto, desde el Ateneo de
Madrid se lanzaron diatribas contra la Real Academia Española, así como contra
todos los académicos que votaron, al interpretarse la decisión en términos
políticos y no estrictamente literarios. En compensación por este fallo se
realizó un homenaje público de desagravio, en el que participó una gran parte
de los intelectuales y escritores del momento.
El 30 de mayo de 1932, conocido ya el veredicto del Premio Fastenrath 1931, Valle-Inclán es elegido para la presidencia del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, sucediendo en el cargo a Manuel Azaña, y se instala con su familia en el domicilio destinado para tal fin, en la calle de Santa Catalina. El tiempo en que permanecerá en el cargo es de siete meses y medio, siendo relevado el 14 de diciembre por Augusto Barcía Trelles. Valle-Inclán ya era un destacado tertuliano en la «sala de La Cacharrería», fundando su propia tertulia. En su presidencia introduce cambios notorios, y a iniciativa suya, en 1933 se organiza en su sede el primer Congreso de la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios. También es cofundador, el 11 de febrero de 1933, de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, acciones desarrolladas en un claro revulsivo a la política gubernamental anti-socialista de la época, que sostenía un tono condenatorio en relación a los relatos sobre las conquistas y los problemas del socialismo en la URSS.
En cuando al ámbito familiar, el mismo año de 1932, su esposa solicita
el divorcio del enlace matrimonial iniciándose los trámites por la vía judicial
para la obtención de la custodia de los hijos y las reclamaciones
compensatorias, consideradas muy elevadas por Valle-Inclán. Al estar ya casada
la hija mayor, Valle-Inclán se quedaría al cuidado de los tres hijos
intermedios, aún menores de edad, mientras que la hija pequeña la custodiaría
su madre.
Liberado de la presidencia ateneísta, y con la labor desplegada en una
intensa campaña personal de apoyos, consigue ser nombrado director de la
Academia Española de Bellas Artes de Roma el 8 de marzo de 1933 desplazándose
a Roma, junto con los tres hijos de los que tenía la custodia legal. Con
estancias intermitentes en Roma y largos periodos en Madrid, mantendrá este
cargo hasta su muerte, pues aunque por diferencias en cuanto a la
administración del centro, con intentos de dimisión por su parte y otros tantos
de cese por parte de las autoridades ministeriales, y aun abandonando la
institución con su regreso definitivo a España el 3 de noviembre de 1934, su
nombramiento era por tres años según el reglamento vigente y nunca se llegó a
oficializar el cese y el siguiente director se nombró al finalizar el periodo
correspondiente de tres años. A su regreso se siente enfermo en medio de una
pintoresca falta de los más elementales medios de subsistencia. El 16 de
noviembre asiste a la representación de su obra teatral Divinas palabras
en el Teatro Español. A comienzos de 1935 se le vuelve a ver paseando por las
calles de Madrid decaído, pero con buen humor y hablando de su proyecto romano.
El 7 de marzo de 1935 se retiró a Santiago de Compostela, ingresando en el
sanatorio de su amigo y doctor Manuel Villar Iglesias donde recibe un
tratamiento radioterápico. De vez en cuando se escapa de la clínica y pasea por
la ciudad con grupos de jóvenes sentado en el “Café del Derby”. Es elegido para
formar parte de presidencia del «I Congreso Internacional de Escritores para la
Defensa de la Cultura», aunque no podrá asistir al congreso que se celebró en
junio de 1935 en París. La situación nacional continúa agravándose, el
periódico Ahora de Madrid publica el 2 de octubre de 1935 el que será su último
artículo: «Mi rebelión en Barcelona (Nota literaria)» sobre el mismo
título de Manuel Azaña.
A iniciativa de Victoriano García Martí, se abre en Galicia una
subscripción pública para regalar a Valle-Inclán un pazo en octubre a sus
sesenta y nueve años. La idea de tal regalo llega tarde ya que el 5 de enero
del año 1936, víspera de la festividad de la Epifanía, tras negarse a recibir
auxilio religioso Valle-Inclán muere. El parte a la prensa dice que murió: «a consecuencia de un coma rápido, después de
una grave enfermedad de vejiga urinaria complicada con carácter de malignidad».
Fue sepultado al día siguiente, en el cementerio de la Boisaca, en una
ceremonia civil y en humilde féretro sin esquelas. Tal y como dispuso días
antes de su muerte, en el que precisó que: «No
quiero a mi lado ni cura discreto, ni fraile humilde, ni jesuita sabiondo».
El escultor Francisco Asorey realizó la mascarilla mortuoria de su faz y el
pintor Juan Luis lo dibujó de cuerpo yacente. Manuel Azaña escribe al día
siguiente del entierro: «Él hubiese
querido ser, no el hombre de hoy, sino el de pasado mañana». A partir de
ese instante comenzaron una innumerable cantidad de eventos póstumos.
A la muerte de Valle-Inclán, la que fue su mujer y madre de sus hijos, que se hallaba viviendo en Barcelona, consigue una pensión compensatoria del Ministerio de Instrucción Pública del Gobierno del Frente Popular, para la educación de sus hijos.
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