Majnún, enamorado de Layla, está obsesionado con su belleza, a pesar de que a los demás no les resulte bella. “Para ver su belleza”, dice Majnún, “debéis tomar mis ojos prestados”
Céline Dion - The Power Of Love (Español)AMOR Y BELLEZA
Es sabido que, a través de una persona bella, es como mejor se puede
evocar el sentimiento del amor. A lo largo de la historia, desde los tiempos de
Platón, la belleza se ha descrito como el camino hacia el amor. Dante se
enamora de Beatriz porque la considera bella y desea ver qué esconde en su
físico. Krishna “roba la mente” con su belleza y Majnún, enamorado de Layla,
está obsesionado con su belleza, a pesar de que a los demás no les resulte
bella. “Para ver su belleza”, dice Majnún, “debéis tomar mis ojos prestados”.
La belleza y el amor en sí mismos nunca están separados del deseo erótico,
puesto que el amor más intenso está fuertemente unido al deseo sexual y, ambas
facultades comparten áreas comunes en el cerebro. Por tanto, no debe
sorprendernos que una cara o un cuerpo atractivos por un lado y la excitación
sexual creada por estímulos visuales por el otro, activen la corteza órbito-frontal, del mismo modo que lo hace la belleza. Esta región común del cerebro
tampoco es la única que participa en los dos aspectos del amor romántico. Ver
la cara de una persona a la que amamos hacen que se activen la ínsula y el
cuerpo calloso anterior, al igual que los estímulos visuales que provocan la
excitación sexual. Del mismo modo que ver la cara de la persona a la que
amamos, los rostros atractivos desactivan no sólo la corteza frontal, sino
también la amígdala, situada en la punta de los lóbulos frontales que se
desactiva cuando observamos la cara de la persona amada, lo que sugiere no sólo
que nuestra forma de juzgar es menos severa cuando miramos a una persona que
amamos o deseamos, sino que anula la aprensión estudiada con la que a menudo
analizamos las caras en busca de signos desconcertantes. Además, la corteza
orbitaria frontal está conectada con la amígdala y con otras áreas corticales y
subcorticales como la corteza cingular anterior, el putamen y el núcleo caudado
y que se activan durante la experiencia del amor romántico. Por tanto, es
probable que la fuerte conexión que se experimenta entre el amor y la belleza
refleje la estrecha interrelación anatómica que existe entre los centros
implicados en estas dos experiencias. Esta conexión anatómica debe ser tan
íntima que resulta difícil separar las propias experiencias.
Las conexiones anatómicas referidas anteriormente derivan sobre todo del
mono, pero es lógico suponer que se encontrarán vínculos muy similares, si no
idénticos, en el cerebro humano, cuando los estudios anatómicos de este último
avancen lo suficiente. En este aspecto existe otra limitación que hay que
destacar. Las áreas como la corteza orbitaria frontal y la corteza cingular son
regiones corticales de gran tamaño y, en la situación actual en la que se
encuentran los estudios anatómicos, es difícil saber cuáles son las
subdivisiones de cada circuito en otras partes y cuáles son equivalentes en el
ser humano y en el mono desde el punto de vista funcional. Debatir estos
estudios sería especular más allá de lo que nos permiten las pruebas. En su lugar,
la prueba de que debe existir un vínculo neural sólido proviene del estudio de
la literatura amorosa, que es otro motivo más por el que la neurobiología
debería utilizar pruebas procedentes del estudio del cerebro.
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Anatomía del amor. Historia natural
de la monogamia, el adulterio y el divorcio
Helen E. Fisher
Más de un cincuenta por ciento de las mujeres casadas, cifra muy similar
a la de los hombres, comete adulterio, y la mayoría sin el menor asomo de
culpabilidad. ¿Se dirán a sí mismas que está demostrado que la necesidad o el
impulso de ser infieles están inscritos en nuestros genes? Según la autora de
esta aguda e inteligente disección del amor, es una de las explicaciones más
probables para un fenómeno que se ha observado en las culturas más dispares y
en diversos períodos de la historia. Pero no es solamente hacia el adulterio
adonde Helen E. Fisher apunta las armas de su aparato crítico. Con esta obra
hace un vasto estudio comparativo sobre el apareamiento tal como se practica en
diferentes especies animales y en diversas culturas del pasado y del presente.
Y es así como la relación entre los hombres y las mujeres, y entre los hombres,
las mujeres y el poder, adquiere nuevos significados. «Fisher desembrolla la
muy antigua y complicada saga del amor con un brío y un ingenio notables» (Kate
Saunders, The Sunday Times); «Utilizando todas las armas de la biología y la
antropología, Fisher nos ofrece una novedosa y convincente explicación sobre
los orígenes y la necesidad del matrimonio y el amor» (E. O. Wilson).
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