lunes, 31 de agosto de 2020
La Mente Dormida: MALOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA
MALOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA
MALOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA
Malos tiempos para la lírica es el
título de una canción compuesta por Teo Cardalda y Germán Coppini hace muchos
años, cuando formaban parte del grupo Golpes Bajos. Su afortunado y expresivo
título ha sido utilizado en más de una ocasión hasta convertirse en una
expresión coloquial que sirve para describir momentos poco propicios.
La vivienda es el sitio donde cada
uno desarrolla su vida. La labor del arquitecto es interpretar el espacio que
flota en su época y convertirlo en lugar para habitar. Por tanto, es necesario
reflexionar, en primer lugar, situándose más cerca de las preguntas que de las
respuestas, sobre el medio en el que nos desenvolvemos.
Habitamos en una sociedad que parece
haber decretado una especie de condena, negación o destrucción de su propia
memoria. Una especie de nueva damnatio
memoriae romana, pero más sutil, cruel y eficaz.
Usted…
¿Ha pensado alguna vez que los hombres han perdido las raíces en sus casas
desde que viven en pisos? ¿Y ha pensado alguna vez que durante la vida de un
hombre se cambia dos o tres veces de piso, y los hijos no recuerdan el cuarto
de estar, no recuerdan nada?
Coderch,
1984
He recopilado aquí unos videos que me han parecido interesantes, no se trata de conspiranoicos ni iluminados. Explican desde sus experiencias lo que ocurre hoy día en las redes sociales y en páginas que consultamos constantemente en Internet. La BIG DATA recoge información de todos los que con frecuencia nos asomamos a la Red, tienen acceso a nuestros datos, saben lo que consumimos, en qué gastamos el dinero, donde estamos en cada instante, qué sitios visitamos y si "por casualidad" alguien se desvía del "camino", guardan la información en macroordenadores o nubes particulares, para utilizarla en nuestra contra, llegado el momento. Utilizamos muy alegremente las redes sociales y son muy útiles para nuestra relación con otros, pero nos exponemos demasiado, aportamos datos personales, a veces muy íntimos, que están al alcance, aunque intentemos no dar pistas, del "Ojo que todo lo ve". Ignoramos en manos de quién estamos.
Un servidor está de vuelta de muchas cosas y no me preocupa demasiado
todo esto. No nos podemos aislar del mundo para evitar que nos controlen, creo
que hay formas de encriptar, al menos parcialmente, lo que compartimos y entorpecer así la tarea de
nuestros "protectores". Dicen que estas prácticas se hacen para
mejorar la seguridad de todos. Siempre he dicho que no necesito
"padres" protectores que hagan las cosas por mi bien, que sé cuidarme
solito, que mi padre real ya no vive en este mundo y no quiero ser
"adoptado" por ninguna "institución benéfica" o por
personas "bienintencionadas" que dicen querer lo mejor para mí.
Corren malos tiempos para la lírica y para las libertades. Espero que
nunca llegue el momento de decir: “Que paren el mundo que yo me bajo”.
Malos tiempos para la lírica
Conozco el poema de Bertolt Brecht
"Malos tiempos para la lírica" desde mi temprana juventud, a finales
de los setenta, dentro del por entonces muy conocido libro Poemas y canciones
que había editado Alianza Editorial. Así nos lo ofrecieron en su traducción
Jesús López Pacheco y Vicente Romano:
Ya sé que sólo agrada
quien es feliz. Su voz
se escucha con gusto.
Es hermoso su rostro.
El árbol deforme del patio
denuncia el terreno malo, pero
la gente que pasa le llama deforme
con razón.
Las barcas verdes y las velas alegres
del Sund
no las veo. De todas las cosas,
sólo veo la gigantesca red del
pescador.
¿Por qué sólo hablo de que la
campesina
de cuarenta años anda encorvada?
Los pechos de las muchachas
son cálidos como antes.
En mi canción una rima
me parecería casi una insolencia.
En mí combaten
el entusiasmo por el manzano en flor
y el horror por los discursos
del pintor de brocha gorda.
Pero sólo esto último
me impulsa a escribir.
Unos versos tristes, en todo caso, que aludían a los años que Alemania
vivía tras el acceso del fascismo nazi al poder. El poema acaba con un arrebato
contra el fascismo que estaba destrozando cualquier atisbo de esperanza, pero
que impulsaba al autor a seguir escribiendo como una forma de combatir su
horror, calificando satíricamente y sin empacho a Hitler como un pintor de
brocha gorda.
El título del poema fue una frase que empezamos a utilizar con
frecuencia entre los círculos de la izquierda política, aludiendo a una
situación que se nos iba presentando cada vez más difícil, en la medida que los
sueños que habíamos creado se nos iban desvaneciendo. Luego, ya en los años
ochenta, el famoso grupo de música Golpes Bajos lo popularizó con una canción
homónima, cuya letra reza así:
El azul del mar inunda mis ojos.
El aroma de las flores me envuelve.
Contra las rocas se estrellan mis
enojos
y nuevas sensaciones me devuelven.
Malos tiempos para la lírica.
Las ratas corren por la penumbra del
callejón.
Tu madre baja con el cesto y saluda.
Ya casi ha terminado tu jersey de
cotton.
Dedicas tu sonrisa blanca y pura.
Malos tiempos para la lírica.
Seguro que algún día, cansado y
aburrido,
compartirás con alguien nuevo
amanecer.
Trabajo de banquero bien retribuido.
Tu madre con anteojos volverá a
tejer.
Malos tiempos para la lírica.
Malos tiempos para la lírica.
El autor de este texto, el gran Germán Coppini, fallecido en diciembre
de 2013, ¡qué casualidad!, y conociendo su adscripción ideológica, además de
estar inspirada en el dramaturgo alemán, alude también a la desesperanza de la
España de esa década, los ochenta, cuando los triunfos electorales del PSOE desvanecieron
cualquier atisbo de cambio que no fuera su programa de modernización, la
palabra talismán semiótico que ilustró la integración definitiva de nuestro
país en el mundo occidental capitalista y atlantista. Aquí ya no había un
pintor de estampas que horrorizaba a la gente con sus discursos, sino un mundo
de apariencia más amable, que servía para crear un futuro "de banquero
bien retribuido". Una forma, en fin, de definir la ilusión de ascenso
social dentro del sistema económico que se estaba poniendo al día y, a la vez,
consolidando.
Hoy he acudido a buscar la canción por la red y he vuelto a escucharla o, más bien, reconocerla en su melodía. ¿Y a cuento de qué viene todo lo que estoy contando? Hoy es de esos días donde uno se siente, si no triste, melancólico. Por algunas razones concretas, claro, pero ante todo por la acumulación de situaciones cuya deriva intuyo, más que se me antoje, difícil. Ya no es el fascismo extemporáneo al que se refirió Brecht ni tampoco son los primeros pasos del social-liberalismo que inspiró a Coppini. Estamos en un nuevo tiempo. Espero recuperar el entusiasmo por el manzano en flor.
Foto: "Retrato de Bertold Brecht", de Rudolf Schlichter
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Éstos son los videos a los que me refería más arriba:
El poder de una conversación: Álvaro González-Alorda at TEDxPuraVida 2013
La Mente Dormida: EL CAMBIO DE ADRIÁN - PRIMERA PARTE - LA MÁSCARA D...
EL CAMBIO DE ADRIÁN - PRIMERA PARTE - LA MÁSCARA DE HOLLOW
Adrián es un joven soltero de 25 años cuyas actitudes y comportamientos han cambiado, él se da cuenta, pero es incapaz de controlarse, su hermano Fidel está muy preocupado porque está menos comunicativo que nunca, no le apetece ir a pescar al embalse cercano a la residencia familiar, como han hecho en los últimos años, una experiencia que les ha hecho compartir confidencias y en la que se han ayudado mutuamente a afrontar las contingencias negativas de la vida cotidiana de dos jóvenes que andan un poco perdidos.
Adrián, finalmente, fue persuadido por su hermano para buscar ayuda en
un hospital psiquiátrico porque sus reacciones violentas y pensamientos
suicidas eran cada vez más angustiantes y frecuentes para la familia. Cinco
semanas antes había atacado a su madre sin mediar provocación alguna y
pegándole salvajemente, hasta que Fidel fue en su ayuda. Durante las semanas
siguientes tuvo varias explosiones agresivas tanto en casa como en el
vecindario y varias veces amenazó con quitarse la vida. Explicó el ataque a su
madre diciendo que ella había tratado de perjudicarlo y que había recibido
instrucciones de una fuerza extraterrestre para pegarle. Después del ataque se
encerró en sí mismo, absorbido por sus propios pensamientos, y a menudo hablaba
solo aun cuando otras personas estuvieran alrededor. A veces su familia tenía
la impresión de que escuchaba voces que otras personas no podían oír. Le dijo a
su hermano mayor que tenía miedo de atacar a alguien, o de matarse; temía
perder el control de sus propios actos.
Adrián creció en la zona rural del país. Era el cuarto de 9 hijos. Su
padre tenía tierras, pero era adicto al opio y trabajaba muy poco. La madre
trabajaba la granja, sembrando cereales y criando algunos animales con la ayuda
de sus hijos más chicos. El paciente dejó la escuela a mitad de la ESO para
seguir estudiando música. Se fue de su casa y pasó los últimos años de su
adolescencia en la casa de un músico, un viejo amigo de su padre que le enseñó
a tocar la guitarra. Aprendió a tocar bastante bien y se convirtió en un apasionado
por la música. Tocó la guitarra en varios conciertos, pero nunca pudo conseguir
un trabajo fijo o ganar suficiente dinero como para mantenerse. Su hermano
mayor, maestro de profesión, le ayudaba económicamente de tanto en tanto.
Eventualmente a los 23 años Adrián se mudó con él. Se llevaban razonablemente
bien siempre y cuando su hermano no interfiriera con su voluntad de estar solo.
Antes de enfermar había sido bastante ambicioso con respecto a su
actividad, quería convertirse en un gran músico. Solía sentarse durante horas
solo en su habitación, para tocar la guitarra. Sin embargo, no le gustaba tocar
en presencia de otros y se mostraba indiferente a las alabanzas o críticas. Su
interés por la música era abrumador y tenía poco contacto social. No se le veía
interesado en tener novia ni tenía amigos íntimos de su mismo sexo y edad.
Adrián era un joven bien parecido y estaba vestido apropiadamente el día
que acudió a urgencias del hospital. Al ser examinado estaba tenso, hablaba
rápido y en forma excitada. Tenía tendencia a agitar la mano izquierda sin razón
aparente. Su conversación estaba interrumpida por interpolaciones, y de vez en
cuando se volvía incoherente e incomprensible. Mostraba una afectividad
inadecuada y sonreía superficial e inapropiadamente. En la expresión de sus
emociones era cerrado y se enojaba al hablar de la relación con su madre. Decía
que ella lo hubiera querido muerto. Expresaba temor porque un poder
extraterrestre llevaría su mente a otro planeta. Explicaba que este poder
controlaba sus pensamientos y le daba órdenes para lastimar a otras personas.
Le interesaba el esoterismo y últimamente había leído, en la intimidad de su
cuarto, un libro sobre viajes astrales.
Aparentemente el poder extraterrestre hablaba sobre su situación. Le
decía que su madre lo quería ver muerto y le había dado instrucciones para
matarla. Los últimos días antes del ingreso en la Unidad de hospitalización
psiquiátrica, Adrián consideró la idea de matarse para impedir que el poder
extraño tomara total control de él.
El paciente muestra un conjunto de síntomas característicos, que
corresponden al diagnóstico de ezquizofrenia, con duración de la enfermedad
superior a un mes. Los síntomas incluyen inserción de pensamientos, alucinaciones
auditivas con voces que discuten y dan órdenes, delirios de persecución,
delirio de control del pensamiento y de estar en comunicación con fuerzas extraterrestres,
y comportamientos catatoniformes en forma de excitación, perplejidad,
movimientos estereotipados y conductas violentas. Como las alucinaciones y los
delirios son prominentes, el diagnóstico es de esquizofrenia paranoide con un
carácter agregado debido al curso incierto, por ser el período de observación
demasiado corto.
En la anamnesis se recogió que la personalidad del paciente mostraba un
modelo esquizoide: pocas actividades le proporcionaban placer, se mostraba
indiferente tanto a los halagos como a las críticas, tenía poco interés por las
experiencias sexuales, constantemente elegía actividades solitarias y no tenía
amigos cercanos. Estas características apuntaban a un diagnóstico de trastorno
esquizoide de la personalidad, y otros criterios generales para una
perturbación de la personalidad también se cumplían: un patrón constante de
comportamiento desadaptativo, presente desde la adolescencia, notable a lo
largo de una serie de situaciones sociales y personales, y que causaban
malestar personal o deterioro significativo en el rendimiento social y que no
podían ser explicados como manifestación o consecuencia de otro trastorno
mental. Parecía haber evidencia suficiente para suponer que estos criterios
estaban presentes.
En el informe de alta emitido al mes y medio del ingreso se reflejó como
juicio diagnóstico: F20.09 - Esquizofrenia paranoide, forma de evolución
indeterminada, período de observación menor de un año con un diagnóstico
subsidiario provisional de F60.1 - Trastorno esquizoide de la personalidad.
Continuará…
La esquizofrenia es un trastorno mental grave que se encuentra dentro del grupo de los llamados "trastornos psicóticos". Las personas que la padecen pueden escuchar voces que no están allí, pensar que otras personas quieren hacerles daño, presentan una grave distorsión en el pensamiento, la percepción y las emociones; sufren de una pérdida de contacto con la realidad, alucinaciones, delirios, trastornos del movimiento y del pensamiento. Todo esto les dificulta mantener un trabajo o cuidar de sí mismos. La esquizofrenia afecta a hombres y mujeres por igual, se da en índices similares en todos los grupos étnicos alrededor del mundo y los síntomas como las alucinaciones y los delirios generalmente comienzan entre los 16 y los 30 años.
No se conoce exactamente qué es lo que la provoca, pero algunas investigaciones indican que tiene que ver con la genética, el medio ambiente y la química del cerebro. Lamentablemente no tiene cura, pero la expectativa de vida para estas personas es cada día mejor, ya que los medicamentos funcionan realmente bien y muchos de ellos mejoran lo suficiente como para llevar una vida independiente. También es muy importante la Psicoterpia y la Rehabilitación en centros de día y otros dispositivos, tanto de habilidades cognitivas, de comunicación y socialización, talleres prelaborales, etc. que buscan la recuperación y reintegración al medio sociofamiliar y laboral y por qué no decirlo de la dignidad que muchas veces ha quedado muy mermada por el impacto de una enfermedad no buscada, que no tiene culpables. El estigma, con la colaboración de todos, puede ser borrado y el empoderamiento de los pacientes es imprescindible para su desarrollo personal en el futuro.
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Como curiosidad quiero exponer ahora que, hace
algunos años, un equipo de neurólogos y psiquiatras comprobó que los pacientes
que padecen esquizofrenia son incapaces de percibir la ilusión óptica de una
prueba llamada "La máscara de Hollow". Esta prueba consiste en lo
siguiente: una máscara pintada con un rostro humano en su lado convexo (el que
sobresale) y otro en el lado cóncavo (el interior), gira lentamente, cuando
llega a la parte hueca la ilusión provoca que veamos una cara que sobresale.
Sin embargo, el cerebro de las personas con esquizofrenia no es engañado por la
ilusión óptica, ellos ven la parte hueca de la máscara. Esto se puede explicar
por una especie de "corto circuito" que se produce entre las
conexiones de las áreas sensoriales y conceptuales de los esquizofrénicos.
Para comprobar esta teoría, Danai Dima, de la Hannover Medical School y Jonathan Roiser, del University College de Londres, llevaron a cabo un estudio que consistió en el reclutamiento de 13 pacientes enfermos de esquizofrenia y 16 voluntarios de control sin ningún tipo de trastorno mental, con el fin de medir su flujo cerebral mientras visualizaban imágenes en tres dimensiones de rostros cóncavos y convexos. Y como suponían, de los 13 pacientes que padecían esquizofrenia, el 100% informó haber visualizado rostros cóncavos sin ningún tipo de relieve, como sí lo hizo el grupo control.
Sólo un Esquizofrénico o un Genio Pueden Responder Correctamente a Estas 2 Preguntas
Sin embargo, los esquizofrénicos no son los únicos incapaces de ver la cara en la parte hueca, las personas que están alcoholizadas o los drogodependientes tampoco lo ven, debido a que su cerebro presenta una desconexión similar.
Mitos sobre la esquizofrenia en los que debemos dejar de creer
El último camino a recorrer por Syd Barrett se vio obstaculizado por
alucinaciones, una distorsión de la realidad y cambios de personalidad. Él
consideraba y analizaba cada momento de su juventud, como un lamento. El músico
se convirtió en uno de los creadores de la psicodelia musical, pero para ello
Barret consumió LSD en cantidades extremas; al grado de provocarle
esquizofrenia, entre otros trastornos.
Su mente ya había jugado y experimentado con tantas sustancias como para
que su comportamiento se transformara radicalmente. Por ello, se decía que una
de las mentes maestras de Pink Floyd sufría de constantes cambios y su cuerpo
empezaba a manifestar señales que no eran comunes en una persona de menos de 30
años. El genio musical consumía alucinógenos que lo llevaron a una terrible
confusión mental, alejándolo de la banda que le había dado renombre mundial y
dejándolo fuera de juego durante algunos años; hasta que en 1975 reapareció con
algunos kilos de más, la mirada perdida, dudas sobre lo que ocurría a su alrededor,
sin cejas ni cabello y una total desilusión por seguir viviendo.
Hasta la fecha, nadie sabe si en verdad Barrett sufría de esquizofrenia. Lo cierto es que tenía brotes psicóticos muy similares a los síntomas que presentan las víctimas de este padecimiento: la mente alejada de la realidad, el deterioro físico y mental, la conducta agresiva o en extremo pasiva, el lenguaje, las alucinaciones, así como el desconocimiento del entorno en que se vive. Pero, ¿Son patognomónicos los síntomas? Se ha satanizado este trastorno mental malinformando sobre lo que es y cómo afecta a una persona. A su alrededor giran mitos que no son más que la deformación del significado de esquizofrenia, resultado del temor a dicha enfermedad y del estigma.
Mitos a desmontar sobre la
esquizofrenia
1. Las
personas con esquizofrenia son peligrosas e impredecibles
Son todo lo contrario. Las personas que sufren de esquizofrenia tienden a aislarse y a sentir miedo volviéndose más vulnerables. Cuando sufren de algún brote, tienen alucinaciones y delirios. Se convierten en víctimas de la violencia, ellos no la ocasionan. Sin embargo, si se llega a suscitar violencia es gracias a posibles adicciones y circunstancias sociales poco favorables. También se puede dar por haber sufrido un episodio violento y en ese momento les llega el recuerdo y la necesidad de defenderse.
2. Quienes
la padecen no vuelven a ser normales
Nunca dejan de serlo. A diferencia de otros padecimientos como la
demencia que avanzan y nunca mejoran, la esquizofrenia es un problema que, si
se trata, se puede detener. La estabilidad de la persona es posible siempre y
cuando lleve su tratamiento al pie de la letra y que tenga, por supuesto, el
deseo de hacerlo.
3. Es
una enfermedad 100 % genética
Es posible que exista algo de genes en el padecimiento de una persona; sin embargo, se requiere de muchos factores para que se desarrolle por tal motivo. La mayoría de los casos se da por la interacción de factores sociales y psicológicos y quizá la predisposición genética, pero esto no es necesario.
4. No
pueden llevar una vida productiva porque tienen que ser hospitalizados continuamente
Este mito es el más erróneo de todos ya que no requieren de hospitalización al menos que sea un caso extremo. De no ser así, pueden ser incluso, autosuficientes. En gran parte, se manifiesta la enfermedad por el abuso de sustancias como en el caso Barrett, pero yendo a rehabilitación y siguiendo el tratamiento oportuno, la calidad de vida mejora mucho.
5. Su
intelecto es nulo
Aunque pueden presentar dificultades en la concentración, memoria y atención, entre otras funciones cognitivas, es en gran medida por el uso de ansiolíticos, antidepresivos y antipsicóticos, no por la esquizofrenia en sí. Los síntomas cognitivos asociados a ella se presentan de manera muy aislada como falta de planificación y organización, dificultad para alcanzar objetivos y desorganización; pero nada que afecte el intelecto.
6. Se
manifiesta y evoluciona rápidamente
La esquizofrenia se manifiesta de manera paulatina y su desarrollo es lento. Usualmente, se va presentando desde la adolescencia con signos que deterioran la forma de relacionarse y de organizar su información. Pero de igual manera, los síntomas se manifiestan gradualmente. Son sólo señales de que se puede ir regulando y controlando.
7. Todos
tienen los mismos síntomas
Cada persona padece la esquizofrenia de manera distinta y en diversos grados de severidad; por lo que, aunque pueda parecer que tienen los mismos síntomas, en realidad, son similares y los padecen en diferentes etapas de la enfermedad o simplemente no los manifiestan. Así que depende en gran medida de la fase en que se encuentre el problema.
8. Se
trata sólo a través de fármacos
Los medicamentos antipsicóticos son los principales fármacos consumidos por los pacientes. No obstante, por sí solos, estos medicamentos no garantizan la salud ni alivio del paciente por los posibles efectos secundarios.
9. Es un defecto de carácter
La esquizofrenia no es un padecimiento que pueda controlarse o predecirse. Es una idea muy lejana de la realidad ya que ni los síntomas ni la enfermedad misma se pueden controlar por voluntad propia, es decir, es como decidir no querer tenerla. Es imposible.
10.
La esquizofrenia es tremendamente
limitante
La esquizofrenia no tiene
por qué ser una limitación, si bien es un padecimiento que afecta a la vida de
quien lo sufre, no debe ser un impedimento. Con el tratamiento adecuado, la
intención de salir adelante y el apoyo de los seres queridos, una persona que
padece de esquizofrenia puede tener una vida normal, sin complicaciones y con
la mejor calidad posible.
sábado, 29 de agosto de 2020
La Mente Dormida: WALPURGIS: LA NOCHE DE LAS BRUJAS
WALPURGIS: LA NOCHE DE LAS BRUJAS
WALPURGIS: LA NOCHE DE LAS BRUJAS EN PRAGA
La noche del 30 de abril la ciudad de Praga se viste de fiesta, de magia y de tradición ancestral para disfrutar el Walpurgis, también conocida como la noche de las brujas. Los ciudadanos y los visitantes se echan a las calles a prender grandes hogueras para saltar sobre ellas y quemar muñecos de trapo y escobas con intención de espantar a las brujas y a los malos augurios del invierno, además de dar la bienvenida al buen tiempo, a la luz y el sol del verano.
Es una noche de música, cantes y bailes, de asado de carne y salchichas. Es una noche para brindar con cerveza y, sobre todo, es una noche para reír y celebrar, para dejar atrás lo que duele y mirar al futuro con energías renovadas. Es una noche para vivir la vida con la familia y los amigos.
Esta fiesta del Walpurgis tiene su origen en antiguas tradiciones
paganas. La noche del 30 de abril se tomaba como el final del invierno y la
llegada de buen tiempo. Los pastores y las gentes del campo prendían grandes
hogueras para asustar a las brujas ya que, por esas fechas, éstas se reunían
para celebrar los aquelarres. Se trataba también de una fiesta de purificación
y de la celebración del renacer de la tierra y la vida que ésta proporcionaba,
donde el fuego actuaba como elemento protector.
Durante cientos de años, los pueblos del norte y centro de Europa, han
celebrado con fuego la noche de Walpurgis, siempre con un toque místico, pero
sobre todo festivo. El paso de los años y la llegada del cristianismo y la
Inquisición, cambió el sentido de esta fiesta pagana. Viendo que era una
tradición profundamente arraigada entre los pueblos, la Inquisición decidió
aprovechar el Walpurgis y su ancestral relación con las brujas, para quemar en
la hoguera a aquellas mujeres -en su mayoría inocentes- que eran acusadas de
brujería. Así, durante los siglos XVI y XVII, transformaron una celebración y
una fiesta en un acto de purga y violencia. Afortunadamente, a medida que la
Inquisición fue perdiendo su poder, los pueblos fueron volviendo a retomar sus
tradiciones -recordadas gracias a la cultura popular- y la noche del Walpurgis
volvió a sus orígenes.
Hoy, la noche de las brujas es una excusa para divertirse, para salir a la calle a celebrar que ya se va el frío y con él, todo aquello que nos preocupa, dejando así espacio a la luz, el calor y la felicidad. Algunos lo llaman el “Halloween” de Centro-Europa, porque la noche y la ciudad se engalanan con un toque un tanto tétrico.
La ciudad está plagada de brujas, vestidas con harapos, narices aguileñas y llenas de verrugas. Una fealdad que exhibida a la luz de las hogueras pone los pelos de punta, hasta que ves a la bruja sonreír y brindar con sus amigos, con esa deliciosa poción de mágicos efectos llamada cerveza...y ¡que el fuego te proteja!
La noche de brujas, la noche de San Felipe y San Jacobo, la noche de
Walpurgis o Beltane, son los nombres que se le dan a la última noche de abril y
que en la República Checa está tradicionalmente asociada con la llamada “quema
de brujas”. Esto tiene una larga tradición y es celebrado no sólo en Chequia,
sino también en muchos otros lugares de Europa.
La tradición de la quema de brujas es un resabio de rituales paganos.
Existen muchas leyendas de cómo se originó este ritual. De acuerdo a los
etnólogos, el origen de estas tradiciones se puede buscar en la época de los
pastores antes del cristianismo, que consideraban el 1 de mayo como el comienzo
del nuevo semestre, en el que se concluía la transición de la época fría a la
cálida. Por eso la gente hacía fogatas para deshacerse de todo el mal acumulado
durante la época invernal y para celebrar la temporada luminosa del año. Con el
paso del tiempo, a partir de esta tradición se desarrolló la “quema de brujas”.
El ritual de la “quema de brujas” pertenece a las tradiciones populares checas preferidas. Esa mágica noche de San Felipe y San Jacobo del 30 al 1 de mayo de acuerdo a las leyendas, las fuerzas del mal tienen más poder que en otras épocas y la gente tiene que protegerse ante ellas, no sólo a sí misma, también a su hogar y a su ganado. Se creía que en esta noche vuelan en el aire muchas brujas en dirección al aquelarre (reunión de brujas). Por eso en las montañas o en los puntos altos se hacían fogatas y se lanzaban al aire escobas en llamas, las cuales ahuyentaban a las brujas y debilitaban su poder. Esta noche es el legado de un antiguo festival o celebración con tintes celtas, el llamado sabat mayor de Samhaim, una fiesta donde se venera el poder de la naturaleza, y en donde una serie de antiguos ritos de carácter agrícola y rural se practican por personas de diferentes culturas como símbolo de una antigua espiritualidad.
Hoy en día, la “quema de brujas” representa más bien una diversión para
la gente. Por todo el país, la última noche de abril se encienden miles de fogatas,
en las cuales se queman figuras de brujas hechas de paja y trapos viejos.
Alrededor del fuego el encuentro social continúa con el asado de salchichas, se
baila, se toca música y se canta. Ahora, sólo unos pocos asocian esta noche con
rituales mágicos.
Documentales La Verdadera historia de Halloween o Noche de Brujas
IDILIO
La luz siempre busca iluminar
a la oscuridad encantada
en su eterno idilio
por este mundo de ensueño.
NOCHE DE BRUJAS
El
día que llegues
como
vil odiosa de vida,
y
te tenga enfrente,
lucharé
sin cobardías
hasta
mi último aliento,
mirando
tu cara de frente
sin
apenas tambalearme.
Si
caigo en la batalla
me
iré sin doblegarme,
conteniendo
la emoción,
y
afrontaré la derrota
con
alma, corazón y mente
con
un beso a la vida,
y
un guiño a la muerte.
miércoles, 26 de agosto de 2020
La Mente Dormida: LA ALDEA GLOBAL: UN MUNDO SIN FRONTERAS
LA ALDEA GLOBAL: UN MUNDO SIN FRONTERAS


Desde que se declaró hace unos meses la pandemia producida por la COVID-19 el mundo ha dado un vuelco que nadie esperaba, ya no se puede viajar al extranjero, la economía global se está resquebrajando y la crisis consecuente va a dejar secuelas difícilmente superables. La precariedad laboral se va a potenciar y las diferencias de clase se agrandan con la anuencia (o impotencia) de todos y el beneplácito de los más poderosos. Lo que propongo a continuación quizás resulte más utópico que nunca, por el cierre que muchos países han realizado en sus fronteras, por miedo a la propagación del coronavirus.
Critico como el que más a los terraplanistas y negacionistas que hablan
hasta de la inexistencia del virus y la inconveniencia del uso de mascarillas y
otras medidas de protección, pero, cada vez estoy más convencido de que la
crisis sanitaria ha sido provocada a propósito, no sé si por chinos, americanos
o élites supranacionales que quieren conducir a la humanidad hacia unos
derroteros que nadie, salvo ellos, deseamos. El avance hacia un mundo sin
fronteras se va a ver muy entorpecido por el COVID, pero, aunque llegue más
tarde que temprano, opino que es la única salida viable a largo plazo si
queremos que el planeta y la humanidad sobrevivan más allá de unos decenios.
(Petrus Rypff)
¿ES POSIBLE, ES BUENO UN MUNDO SIN
FRONTERAS?
Estamos más lejos cada día de un mundo sin fronteras a pesar de las
buenas intenciones de tantos que luchan por alcanzar este ideal, aunque la gran cuestión es otra.
¿Es posible? ¿Es bueno un mundo sin fronteras?
El segundo interrogante puede parecer escandaloso porque no está bien visto defender la existencia de fronteras. En realidad, hay muchos tipos de frontera. Fenómenos nuevos como la globalización, el desarrollo frenético de nuevas tecnologías de la comunicación, el cambio climático, el aumento de las relaciones no siempre pacíficas entre civilizaciones, no han eliminado algunas viejas fronteras y han creado nuevas barreras de separación, formas nuevas o más sangrantes de discriminación y abuso.
DIVERSIDAD DE FRONTERAS
La visión más común que tenemos de frontera es una línea sobre el mapa
que separa un país de otro: son las fronteras políticas que en algunos casos
coinciden con un río u otro elemento natural. En el mapa de África abundan las
líneas rectas dibujadas por las potencias europeas que se repartieron
cínicamente el continente a finales del siglo XIX sin más derecho ni obligación
que mantener cada una en su territorio el orden entre sus habitantes negros a
fin de garantizar la mejor explotación de los recursos humanos y naturales.
Cuando hace medio siglo se produjo la falsa descolonización de África, las fronteras
coloniales separaron tribus y pueblos o metieron dentro de una misma nación
gentes que habían sido secularmente enemigas.
La descolonización de África se basa en tres circunstancias distintas: el deseo de los pueblos indígenas de independizarse, la distracción europea por los asuntos mundiales y el resentimiento popular contra el racismo y la desigualdad. ... El racismo fue la tercera circunstancia que afectó al proceso descolonizador.
La mayor parte de África había sido colonizada durante la Repartición de África, en medio del período conocido como Nuevo Imperialismo, durante la segunda mitad del siglo XIX. Tras la Primera Guerra Mundial, los movimientos independentistas africanos tomaron relevancia, que culminaría en el proceso de descolonización. En algunos países la independencia se obtuvo de forma pacífica, mientras que en otros se consiguió mediante el uso de las armas. Entre estos últimos, la Guerra de Independencia de Argelia (1954-1962) y la Guerra colonial portuguesa (1961-1975) fueron las más violentas.
El resultado fue, y sigue siendo, guerras feroces con millones de muertos
y millones de familias desplazadas que malviven refugiadas en otros países.
Hay también en la historia fronteras artificiales porque fueron construidas por el hombre. Es famosa la Gran Muralla China: un muro de piedra para impedir la entrada del invasor. Con una longitud de más de seis mil kilómetros, fue levantada y reconstruida a lo largo de siglos.
La gran muralla china: la mayor obra de ingeniería del mundo
Aunque desde antiguo los emperadores chinos habían construido barreras para defenderse de los "bárbaros", fueron los Ming, en los siglos XV y XVI, quienes erigieron una muralla continua de al menos 7.000 kilómetros
Otra frontera artificial, felizmente destruida hace
treinta años, fue el Muro de Berlín, levantado en 1961 para que la gente no
escapara del paraíso soviético. El miedo a una desbandada hizo de la Alemania
oriental una jaula que impedía volar hacia la libertad.
Muro de Berlín: cómo y por qué se construyó
El Muro de Berlín fue el ícono bárbaro de la Guerra Fría y, pese a que duró 28 años, fue el símbolo más eficaz de la impotencia estructural del sistema comunista europeo, bajo la conducción absoluta de la Unión Soviética, para desarrollar un modelo atrayente y alternativo al capitalismo.
Nació con el pomposo nombre de Barrera de Protección Antifascista y su construcción comenzó de improviso el 13 de agosto de 1961 por orden directa del Kremlin. Su objetivo: que los ciudadanos de la Alemania comunista no huyeran en masa hacia el lado occidental, luego de que Estados Unidos, Gran Bretaña y la URSS se dividieran el mundo en áreas de influencia en la Cumbre de Yalta (1945).
Entre 1947 y 1961, 2.700.000 alemanes del Este abandonaron el “paraíso de los trabajadores”. Sólo en 1960, los prófugos fueron 200 mil y Moscú dijo basta. La burocracia totalitaria carecía de imaginación política para intentar otros medios que no fueran la fuerza bruta.
El Muro de Berlín fue único porque partió en dos la histórica capital alemana. Casi 200 calles fueron cortadas, lo mismo que miles de casas que estaban en la nueva frontera. Decenas de miles de personas que las habitaban fueron desalojadas sin contemplaciones.
Las barreras de la primera versión del Muro eran a base de alambre de púa, pero el sistema se fue perfeccionando con dos murallas paralelas que tenían en el medio un “espacio de la muerte”: allí murieron a tiros buena parte de las 173 personas que intentaron cruzarlo y no llegaron a Berlín Oeste.
Hubo cuatro sistemas, que se desarrollaron con los años, en los que creció la represión: los ingenios modernos consistían, por ejemplo, en sistemas automáticos que electrocutaban mortalmente a quien tocaba las murallas y luces que encandilaban largos escenarios mostrando a los que corrían para atravesar el “espacio de la muerte”. El Muro se estiraba por 43 kilómetros dentro de la ciudad. Otros 112 kilómetros eran suburbanos y completaban la trampa hasta los límites fronterizos.
El enclave de Berlín se encontraba totalmente aislado, salvo una autopista a Alemania Occidental y las rutas aéreas, dentro de la República comunista. Los sectores norteamericano, británico y francés habían sido unificados y enfrentaban la frontera más caliente de la Guerra Fría entre el mundo occidental y el soviético.
Ya en 1948 se había vivido uno de los momentos de mayor tensión cuando Rusia bloqueó todos los accesos occidentales a Berlín, pese a los acuerdos firmados. El pretexto era la necesidad de unificar Berlín, como sostenía el Kremlin, con un gobierno que no se metiera en los conflictos. La reacción de EE.UU. y sus aliados fue la de poner en marcha un imponente Puente Aéreo por Berlín, que durante meses llevó toda clase de ayuda al sector occidental, hasta que el gobierno de la Alemania comunista aceptó restablecer los accesos a la ciudad.
Durante los 28 años que duró el Muro de Berlín, los incidentes fueron innumerables, exaltando su carácter de frontera más peligrosa de la Guerra Fría. El Muro fue un instrumento magnífico para desprestigiar a la URSS y sus países satélites, pero sobre todo al modelo político que pregonaban. En los años ‘80, la Unión Soviética, que había elevado su presupuesto militar hasta alcanzar un 25% del presupuesto nacional, sufrió una crisis económica interna que resultó fatal.
Los Estados Unidos habían tomado la delantera como superpotencia imposible de alcanzar: fueron los proyectos de guerra espacial, con enormes inversiones, que anunció el presidente Ronald Reagan, los que comenzaron a escribir la palabra fin al comunismo europeo.
Polonia jugó un papel importante en impulsar la agonía del Kremlin, junto con la llegada al poder del reformista Mijail Gorbachov en medio de la confusión que reinaba entre los líderes de Moscú. La creación del movimiento obrero Solidaridad, que siguió un año después a la visita a su patria del Papa polaco Juan Pablo II, en junio de 1979, pusieron en movimiento un proceso irreversible.
En junio de 1989, Hungría anunció que permitiría el libre tránsito hacia Austria de los ciudadanos de Alemania del Este. Esta decisión fue revulsiva y el 9 de noviembre sobrevino la caída del Muro de Berlín, que puso fin a la Guerra Fría.
La Unión Soviética se retiró de Afganistán ese mismo año, reconociendo el fracaso de su invasión y la pérdida de su condición de superpotencia a la par de EE.UU. En octubre de 1990, Gorbachov autorizó la reunificación alemana. La URSS, en franca agonía, sucumbió definitivamente, disolviéndose el 16 de diciembre de 1991.
Un grupo de jóvenes salta el Muro hacia Berlín Occidental en 1989.
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El llamado "Reparto de África" tuvo lugar entre la década de 1880 y el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Para superar las disputas entre las grandes potencias (Francia, Reino Unido y Alemania), se celebró la Conferencia de Berlín (1884-1885). También se beneficiaron del expolio Italia, Portugal, Bélgica y España. Con anterioridad, el rey de Bélgica Leopoldo II (1865-1909) se había adueñado del Congo para desarrollar sus personales y contradictorios proyectos en un territorio por el que Europa no se había interesado hasta entonces.
Todavía quedan y se construyen fronteras o muros de cemento o de acero
en África, el Cercano Oriente, en Asia y hasta en América del Norte. Aunque
hoy, más que nunca, predominan las fronteras "virtuales" porque no se
ven ni se tocan; pero se sienten, se sufren ... Son las fronteras de la
pobreza, las enfermedades endémicas como la malaria o el SIDA; las fronteras de
la ignorancia, del odio y los prejuicios raciales; las fronteras que levanta el
miedo de los que tienen algo o mucho que perder frente a los que tienen poco o
nada para vivir.
Es trágica la coincidencia de estas fronteras "virtuales" con las
fronteras políticas, económicas o raciales. Hablamos de las fronteras entre los
países desarrollados y las naciones del Tercer Mundo; de las fronteras en
países donde viven una población blanca dominante y una minoría negra que ahora
llamamos "subsahariana", como si las palabras pudieran ocultar la
triste realidad de nacer y morir negro. Es aún más doloroso comprobar que todos
los países con población negra figuran en la lista de las naciones más pobres del
mundo, un hecho que no es sólo africano. La república de Haití, de población
cien por cien negra, es el país más pobre de América.
Pero no cometamos el error de creer o justificar que la causa de la miseria
y del atraso está en la raza - como tratan de defender los racistas, sino en la
Historia y en la maldad humana. Las fronteras del color son fronteras virtuales
muy efectivas que marcan distancias sociales incluso entre los ciudadanos de
una misma nación. En las grandes ciudades de Europa y de América hay barrios
separados por las fronteras del color, que no es sólo el color negro. Una
frontera virtual de doble sentido ha separado en España a payos y gitanos (la frontera
de color bronce); y decimos de doble sentido porque payos y gitanos se han
rechazado mutuamente hasta el punto de que después de quinientos años, los
gitanos conservan, con orgullo, rasgos de su raza y de sus tradiciones.
La mejor y más abarcadora definición de frontera es la de un espacio
geográfico grande y de límites imprecisos donde se encuentran y se relacionan
grupos o sociedades con culturas diferentes. En esta definición caben casi
todas las grandes fronteras de la Historia.
Estos encuentros no son, en teoría, necesariamente buenos o malos, aunque
la experiencia muestra que han sido generalmente hostiles, injustos y hasta
sangrientos, correspondiendo la iniciativa y la mayor responsabilidad al más
fuerte. Porque los encuentros o choques se han realizado casi siempre entre una
sociedad fuerte y compleja y otra débil y elemental, estableciéndose una
relación muy desigual entre conquistador y conquistado. El caso más frecuente y
espectacular es el de una nación con ansias imperiales que invade por la fuerza
otro territorio: Roma en el Mediterráneo y en media Europa. Los árabes en el
norte de África y en la península Ibérica. España en el Nuevo Mundo. Y poco
después, Portugal, Inglaterra y Francia en América, África o Asia.
¿Qué podemos aprender
sobre fronteras desde la experiencia de la historia y otras ciencias sociales?
La historia nos dice que las fronteras
son tan antiguas como la Humanidad. De hecho, también los animales marcan los
límites de su territorio y lo defienden de otros animales con uñas y dientes,
garras o cuernos. El hombre, por instinto animal de supervivencia, ha hecho lo
mismo para asegurarse el alimento o el agua; para proteger o monopolizar
ciertos recursos materiales. Así han actuado todos los grupos humanos ya fueran
bandas de cazadores, tribus de la selva o, sin ir tan lejos, las potencias
industriales con sus grandes imperios.
Pero la conducta del hombre responde a mucho más que a puros impulsos
biológicos. Los humanos poseemos cultura, que no es sólo instrucción o
educación escolar o universitaria. Aunque, desgraciadamente, el hombre ha hecho
con frecuencia un uso perverso de una capacidad que no posee ningún otro
animal: una inteligencia que le ha permitido evolucionar, inventar, descubrir,
perfeccionar, adaptarse al medio natural, transformarlo y explotarlo. En gran medida,
estos avances se deben al avance de la tecnología, que también es parte de la
cultura como lo son la lengua, las creencias religiosas, la organización
política ... La técnica ha permitido a los seres humanos ocupar todos los
espacios del planeta y adaptarse a todos los climas; vivir al lado del mar o en
las montañas, en los desiertos o en el Ártico ... Incluso pasar unas horas en
la Luna.
Por encima de todo, la dimensión cultural nos permite controlar -no suprimir- nuestros instintos animales y actuar según códigos éticos y morales. Esta capacidad nos hace responsables de nuestros actos y anula o matiza ciertas manifestaciones o posturas que dan excesivo dominio a lo genético en perjuicio de lo cultural, acortando, queriendo o sin querer, las distancias entre los animales y el hombre. Idealmente, podrían desaparecer las fronteras políticas y económicas, como ha hecho Europa en los últimos años, pero qué difícil, por no decir imposible, es derribar las fronteras virtuales creadas por pasiones específicamente humanas como la ambición, la soberbia, el egoísmo y el odio entre los pueblos.
LA FRONTERA HISPANO-MUSULMANA
Ninguna nación del mundo ha vivido y protagonizado de manera más larga
en el tiempo, más diversa, más intensa y extensa que España el fenómeno de
fronteras tanto en sus propias carnes como más allá del océano. Un solar
pequeño como es la península Ibérica - un territorio minúsculo si lo comparamos
con China, Rusia o los Estados Unidos de América- ha sido escenario de
invasiones de pueblos, de razas y culturas diferentes. España, en sus orígenes,
fue frontera que traspasaron iberos y celtas; fenicios, griegos y romanos;
bárbaros del norte y árabes o "moros" que cruzaron repetidamente el
Estrecho. La antigua Hispania, situada en un extremo del Mediterráneo, casi una
isla que toca con la mano el continente africano, fue objeto de deseo para los
pueblos que dominaron en distintas épocas en esta parte del Viejo Mundo. Grecia
y Roma nos hicieron partícipes y contribuyentes de la civilización occidental,
que España y otras naciones europeas convirtieron en civilización atlántica.
El cristianismo, venido del otro extremo del Mediterráneo, añadió al pensamiento
griego y al pragmatismo romano unas creencias y un sistema de valores que nos
identifican frente a otras civilizaciones. Tras seis siglos bajo el imperio de
Roma, el mayor acontecimiento de la historia de España fue la invasión de los
árabes. La población hispano romana (o hispano goda y cristiana) conoció y
asimiló con más intensidad que ninguna otra nación europea los efectos de la
presencia del islam. Durante casi ocho siglos, la Península estuvo dividida por
una frontera movediza que agrandaba o achicaba el territorio cristiano o
musulmán según las circunstancias. Dos civilizaciones, dos religiones,
compartían y se disputaban un mismo espacio físico.
Hubo en los siglos medievales fronteras artificiales marcadas por
castillos en los campos y murallas en las ciudades. Hubo fronteras virtuales
dentro de una misma ciudad, cuya población dominante calificaba como
"mozárabes" a los cristianos que vivían entre musulmanes, y como "mudéjares"
a los musulmanes que vivían entre cristianos. No faltaban tampoco términos
insultantes como "marrano" aplicado a moros y judíos sospechosamente
convertidos, o "perro infiel" para designar a los cristianos. Las
fronteras virtuales de la raza, la lengua y la religión crearon barrios o
guetos, y abundaron las fronteras económicas o políticas de conveniencia que
aliaban a cristianos y moros para luchar contra otros moros o contra otros cristianos.
El elemento judío, siempre presente a un lado y otros de la frontera
cristiano-musulmana, aumentaba la diversidad de este panorama variopinto.
Sobre las relaciones entre cristianos y moros en la Península se ha
dicho de todo: guerra centenaria, crueldad de unos y otros, cautivos en ambos
bandos ... También se ha hablado de convivencia pacífica y del esplendor de las
Tres Culturas. Cuando ha convenido, se ha hecho uso de una frase tan discutible
como "la tradicional amistad hispano-árabe", olvidando la violencia
de los siglos medievales y las sangrientas guerras de Marruecos en los siglos
XIX y XX.
Intereses más políticos que científicos, han defendido un nacionalismo
andaluz con argumentos tan peregrinos como la supuesta semejanza entre los
cráneos de los andaluces actuales y los cráneos de los moros andaluces de los
siglos medievales. En estos días, algunos reclaman la recuperación de Al-Andalus
presentando a los cristianos como invasores de un territorio musulmán que, por
cierto, fue mucho mayor que Andalucía como muestra la frontera
hispano-musulmana en el siglo X. Y en cuanto a razas, la reconquista repobló
Andalucía con gente venida de las Castillas y otros reinos cristianos ya que,
de manera también discutible, y probablemente equivocada, la población mora fue
prácticamente expulsada a África. De la civilización islámica quedaron
afortunadamente huellas numerosas y brillantes en las artes, las ciencias, el
pensamiento, la lengua ... Eran los frutos de una convivencia tan forzada como
enriquecedora.
Pero lo que hasta hace muy poco era historia lejana, revive en estos
días de algún modo en ciudades de España y de Europa con la presencia de
cientos de miles de musulmanes que no han venido precisamente a reconquistar sino
en busca de una vida mejor, con excepciones. Y en este punto es justo
distinguir entre musulmanes pacíficos y laboriosos e islamistas radicales e
intolerantes.
FRONTERAS ESPAÑOLAS EN AMÉRICA
Finalizada la reconquista con la toma de Granada, América (el Nuevo
Mundo) se presentó de golpe ante Europa como una Gran Frontera, un inmenso
continente a descubrir, explotar, transformar ... A la vista de tantas gentes
extrañas y desconocidas - pero no menos humanas-, un cronista español exclamó
con gozo: "La Humanidad es una". Es decir, todos los seres humanos
que habitan la Tierra somos miembros de una misma Humanidad, de una misma y
única especie. Aunque, de inmediato, esta verdad ha de completarse con otra
verdad igualmente rigurosa: "La Humanidad es una, pero las culturas son
muchas".
España, a partir de 1492, fue trampolín desde donde saltar sobre el
Atlántico y alcanzar el Pacífico para crear en poco tiempo el mayor imperio
hasta entonces conocido. Todo ello para bien y para mal, que de esto habría
mucho que decir. Aquellos españoles eran descendientes y herederos de un largo
proceso de mestizaje de razas y culturas.
España fue la nación que, en primer lugar, en menos tiempo y en mayor número,
creó fronteras en un continente donde ya existían incontables fronteras entre tribus,
entre estados o imperios. Hace ahora dos siglos, la Independencia convirtió los
límites de las provincias del imperio español en las fronteras políticas de una
veintena de nuevas naciones. De las provincias del virreinato de México
surgieron Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, y la propia
república de México. Del virreinato del Perú nacieron, entre otras naciones,
Ecuador, Bolivia, Chile, y el propio Perú. Del tardío virreinato de Nueva
Granada surgieron Colombia y Venezuela. Con la Independencia nacieron también,
y persisten, conflictos de fronteras entre naciones hermanas.
LA FRONTERA MÉXICO-ESTADOS UNIDOS.
De todas las fronteras de las Américas ninguna es más compleja y dinámica
que la que une y separa México de los Estados Unidos. El norte del virreinato
de México fue durante siglos una frontera sin límites, nunca una línea, ni
siquiera una franja, sino un espacio muchas veces mayor que España habitado por
indios nómadas dedicados a la lucha diaria por la supervivencia y a la guerra
entre tribus vecinas. Sólo algunos grupos conocían la agricultura; La gran
mayoría vivía de la caza y la recolección. De aquellos indios de la frontera
norte son especialmente populares (más por las películas del Oeste que por la
historia) los apaches y los comanche.
Ese Gran Norte comprendía la mitad septentrional de la actual república
de México y las antiguas provincias españolas que hoy son los estados de Nuevo
México, Arizona, Texas y California, desgajados del antiguo virreinato por una guerra
y un tratado impuesto por los Estados Unidos. Sobre el Lejano Norte español se
sobrepuso en el siglo XIX otra frontera, el Gran Oeste angloamericano. Desde entonces,
una raya de más de tres mil kilómetros marca en el mapa los límites políticos
de las dos repúblicas. La mayor longitud de esta raya coincide con el Río
Grande, escaso de agua, pero no fácil de cruzar para muchos. A los mexicanos
que vadeaban el río se les ha llamado “espaldas mojadas". En los últimos
años, el paso se intenta mayormente a través del ardiente desierto de Arizona.
Son tan rigurosas las medidas contra esta pobre gente y es tan grande la maldad
de los que hacen negocio con los inmigrantes, que muchos mueren n el camino con
la espalda no mojada por el río sino tostada por el sol del desierto.
A pesar de todo, el suroeste de los Estados Unidos, es más que nunca un
ancho espacio habitado por gentes que hablan, cantan y rezan en español ya sean
descendientes de antiguos pobladores españoles o mexicanos o inmigrantes
recientes. Más de la cuarta parte de la población de Texas, más de un tercio de
la población de California, casi la mitad de la población de Nuevo México es
hispana.
La existencia de millones de hispanos y anglos en este espacio de
frontera es un ejemplo elocuente de cómo es posible, aunque no siempre fácil,
la convivencia y la integración de gentes con culturas diferentes si comparten
un mismo sistema de valores supremos. En otras palabras, si pertenecen a una
misma civilización. Al fin y al cabo, el encuentro ha sido en los dos últimos
siglos de dos ramas de la civilización occidental: la hispana y la anglosajona.
En el nuevo y gran crisol que constituye el sur de los Estados Unidos, la raza
- la condición más o menos mestiza de los mexicanos y otros inmigrantes de
Hispanoamérica- es un obstáculo secundario que el tiempo resolverá o aliviará
en un país que ya ha tenido un presidente negro. Respecto al idioma, el español
de estos hispanos es un valor que crece día a día; de hecho, Estados Unidos
está camino de ser una nación bilingüe. Por lo que se refiere a la religión, el
vecino del norte es mayoritariamente cristiano, como lo es todo el continente desde
Canadá a la Patagonia argentina. Aparte de que el respeto a la libertad de
creencias y ritos es un valor de la civilización occidental.
La verdadera frontera que separa a los hispanos de los anglos es la barrera
de la pobreza, el analfabetismo, la ignorancia o precariedad de su inglés. Son
deficiencias muy graves, pero tienen solución o alivio con buena voluntad, con
educación, tiempo y dinero.
La frontera entre los Estados Unidos de América y los Estados Unidos Mexicanos es la franja de territorio a ambos lados del límite político entre ambos estados. Abarca una extensa área cuyos extremos son el Océano Pacífico y el Golfo de México. Esta frontera se ha ido modificando a lo largo de la historia por diferentes motivos.
De oeste a este comienza en las ciudades de Tijuana, en Baja California, México e Imperial Beach, del condado de San Diego, en California, Estados Unidos; y termina en el municipio mexicano de Matamoros, Tamaulipas y el condado estadounidense de Cameron, Texas.
Atraviesa grandes áreas urbanas y zonas inhóspitas; corre a lo largo del Río Bravo (conocido en EE.UU. como Río Grande), los desiertos de Sonora y Chihuahua, parte del río Colorado y llega al norte de la Baja California.
Según la Comisión Internacional de Límites y Aguas tiene una longitud de 3185 kilómetros (1951 millas).
La frontera entre Estados Unidos de América y los Estados Unidos Mexicanos tiene el mayor número de cruces legales en el mundo puesto que cuenta con 50,23 millones de cruces peatonales desde el año 2002, y con el mayor número de cruces ilegales del mundo, con casi 12 millones en 2007, lo que supone cada año la muerte de un promedio de 250 migrantes de nacionalidad mexicana y, en orden decreciente, centroamericanos, sudamericanos, caribeños y asiáticos.
REFLEXIONES, PREGUNTAS Y RESPUESTAS
Desde la historia y el derecho de gentes es fácil y legítimo reconocer
la abundancia de culpas y delitos cometidos en situaciones de frontera.
Para la antropología - que no juzga sino observa, compara y trata de
sacar conclusiones generales-, la clave de los males y beneficios de las
fronteras está en la condición humana y en la propia dinámica de la cultura. Es
un hecho que las culturas cambian, se adaptan y aprenden mediante la
comunicación y el intercambio mientras que el aislamiento y la incomunicación
favorecen la esterilidad, producen estancamiento e incluso retroceso. El
contacto con otros pueblos y culturas, aunque generalmente acompañado de dolor
humano y de pérdidas culturales en la sociedad más débil, resulta a la larga
positivo y enriquecedor. Buena muestra es la península Ibérica cuya población llegó
a destacar dentro del imperio romano y a contribuir a su esplendor con
filósofos, hombres de letras, científicos y hasta emperadores.
A la vista de tantas fronteras del pasado y del presente surgen preguntas
inquietantes que demandan respuestas a veces contradictorias. ¿Habrá siempre
fronteras? ¿Por qué deben mantenerse algunas fronteras? ¿Cuál es nuestra
responsabilidad en uno y otro caso?
No es posible por ahora - y no lo será por muchos años o siglos- un
mundo en paz y sin fronteras. Aunque tampoco es bueno un mundo sin fronteras si
tenemos que pagar el precio de la uniformidad cultural, la imposición de una
sola lengua, la pérdida de la diversidad en creencias, artes, costumbres y
tradiciones en nuestra sociedad global.
Deben desaparecer las fronteras que impiden a los niños de más de medio
mundo salir de la ignorancia, o a los jóvenes saltar la valla que les cierra el
camino de una emigración digna hacia países necesitados de mano de obra. Las
fronteras a derribar son las que no dejan a las mujeres escapar de la violencia
de un varón amparado por costumbres y leyes inhumanas. Deben eliminarse las
fronteras que no permiten abandonar una tierra pobre y reseca donde si hay
petróleo, gas u otra riqueza bajo tierra, el beneficio es para los dictadores
que gobiernan, las multinacionales que hacen negocios criminales o las
potencias que inventan una guerra o firman una falsa paz según y cuando
conviene a sus intereses.
Por el contrario, deben conservarse las fronteras virtuales, no físicas,
que protegen formas de vida y pensamiento que son patrimonio de la Humanidad.
Son buenas y necesarias las fronteras o barreras que hagan imposible el turismo
sexual de los pedófilos a países pobres; las fronteras que cierren la salida a
paraísos fiscales de los corruptos y no dejen huir a terroristas y
narcotraficantes que compran su impunidad en otras naciones.
Muchos soñamos -ya que no lo conoceremos vivos ni despiertos- con un mundo
en paz cuyas fronteras políticas se puedan cruzar libremente para conocer o
convivir de por vida con gentes que hablan su lengua y celebran sus fiestas al
son de su música; pueblos y naciones que conservan sus artes y costumbres, que
descubren o inventan para uso y gozo de propios y extraños. Un mundo diverso,
plural, mestizo en ideas y colores de piel. Pero, desgraciadamente, vivimos
bajo la amenaza de que este sueño se convierta en pesadilla. Dos factores, muy
ligados entre sí, están en la base de la situación que hoy vive a Humanidad.
Uno es la globalización. Otro es el incremento de las relaciones entre
pueblos y culturas pertenecientes a civilizaciones diferentes.
La globalización es un proceso de
integración que se aplicó primero a la economía y muy pronto se extendió a
todos los aspectos de la cultura. Todo ello ha ocurrido como consecuencia del
desarrollo vertiginoso de la comunicación entre personas y entre países de todo
el mundo. Aunque el primer gran paso hacia la globalización se dio hace
quinientos años con el descubrimiento de América. Si a partir de entonces la
Humanidad se percibió como una, también el mundo se hizo un enorme y único
globo donde casi todo lo que sucede afecta a todos los pueblos y a todos los
individuos. Esta globalización tiene ventajas e inconvenientes, defensores y
enemigos. Pero es algo que no podemos ignorar porque sus efectos, buenos o
malos, traspasan todas las fronteras.
El otro gran factor es el creciente contacto directo y la creciente
interdependencia entre individuos y países de culturas diferentes por efecto,
precisamente, de la globalización de la economía y de los movimientos
migratorios. Unos ven un peligro en este proceso, y lo rechazan hasta con
violencia. Otros están a favor de un acercamiento entre civilizaciones, una
idea a la que ninguna persona bien nacida se puede oponer en principio, pero
que peca gravemente de ingenuidad o falta de realismo cuando se encierra en una
frase tan breve como ambigua o vaga: "alianza de civilizaciones".
Tanto la globalización de la economía como la alianza entre civilizaciones
son cuestiones que se han politizado de tal modo que es difícil abordarlas con
objetividad. De hecho, cada encuentro en la cumbre para tratar de la
globalización convierte en campo de batalla la ciudad donde se reúnen los
poderosos de la tierra. Y al tiempo que se habla de alianza de civilizaciones,
se hacen más graves y frecuentes las acciones violentas, incluso los ataques
terroristas de los fanáticos en nombre de su civilización.
En cuanto a las civilizaciones pasadas y presentes hay un hecho
contrastado por la historia y la antropología que debe presidir cualquier
análisis sobre el tema. Cada civilización es el resultado de la contribución
milenaria de pueblos, de razas y lenguas diferentes que se distinguen por una
peculiar cosmovisión o interpretación del universo y por unos valores supremos
compartidos por millones de personas.
Entre la civilización occidental (y cristiana) y la civilización islámica,
o cualquier otra, es posible y absolutamente necesaria la solidaridad para
afrontar problemas como el hambre, las enfermedades, los terremotos o las
inundaciones. Y, por supuesto, los efectos del discutido cambio climático. Sin
embargo, a la solución de estos problemas se opone siempre la condición humana.
Hace años, decía en un artículo de prensa un escritor olvidado que
"Sentimos más la muerte del perrito en nuestra casa, que la muerte de un
vecino en el piso de arriba".
Los que habitamos en este lado privilegiado de la frontera del hambre,
la sed, las epidemias, vivimos muy preocupados temiendo qué será de nosotros,
de nuestros hijos y de nuestros nietos dentro de diez, veinte o treinta años.
Pero nos preocupan mucho menos, casi nada, el hambre y la sed que cada noche se
llevan a la cama o al jergón millones de niños, mujeres y hombres del otro lado
de la frontera. Un cínico diría que esas pobres gentes tienen el macabro
consuelo de que la globalización o el cambio climático no les traerá más
miserias de las que sufren desde que nacieron. Para consuelo de cínicos o de
timoratos, esas gentes no viven ni mueren en el piso de arriba sino en otros
continentes.
En cuanto a la alianza de civilizaciones, ¿quién puede ser tan
políticamente incorrecto como para decir en voz alta que está en contra de la
colaboración entre nuestra democrática y cristiana civilización occidental y la
civilización islámica? Porque el verdadero problema para Europa en relación con
los inmigrantes o la confrontación de valores y creencias no lo presenta hasta
ahora China o la India, con sus milenarias civilizaciones, sino el conjunto de
países donde actúa y desde donde se exporta un islamismo radical que, para
decir toda la verdad, no practican millones de musulmanes y musulmanas que son
los primeros en sufrir el fanatismo de sus compatriotas.
Me permitiré un inciso para dejar constancia de un hecho más que lamentable. Cuando se habla de civilizaciones no se menciona un continente que en el siglo XIX se llamó "el continente negro" (por inexplorado e ignoto) y actualmente podría también calificarse así por el negro destino de sus habitantes negros. Es tan desgraciada la historia del África "subsahariana" (vivero de esclavos para el servicio de los blancos), y tan miserable su presente, que ni siquiera posee una civilización. Es decir, estados consolidados, fronteras nacionales y no límites difusos entre tribus; religión y no pura magia; desarrollo económico con producción de excedentes que aseguren el alimento y también el comercio con otros países; una razonable independencia para tomar decisiones políticas; una amplia clase media y no grandes masas de población campesina cuando no selvática. Con esta África subdesarrollada, dominada por gobiernos corruptos, ni siquiera es posible la colaboración o la solidaridad en condiciones de efectividad, dignidad y justicia.
África malvive de la caridad de las ONG, del esfuerzo de las misiones y
de las migajas, generalmente interesadas, de algunas naciones ricas. Mientras
tanto, África padece la explotación de sus enormes recursos por parte de las
antiguas potencias imperiales que nunca se marcharon del todo pues al conceder
la independencia no arrancaron las raíces de su bárbaro colonialismo. Y los que
ahora acuden por primera vez a África no son Magos de Oriente sino astutos
chinos que no llevan oro, incienso o mirra sino baratijas a cambio de los
recursos que demandan mil trescientos millones de ciudadanos de un gigante que
se ha apuntado al capitalismo sin dejar de ser comunista. ¡Pura magia oriental!
Tras este desahogo, regresemos a Europa. Puestos a derribar fronteras y
a convivir todas las civilizaciones en paz y armonía; puestos a vivir dentro de
un mismo país miembros de civilizaciones y culturas diferentes -algo que es un
hecho en Europa, aunque todavía minoritario-, ¿qué valores, qué creencias
religiosas, qué principios jurídicos y políticos estamos dispuestos unos y
otros a sacrificar o aceptar no sólo en la letra de las constituciones –que nadie
lee ni conoce- sino en el trato cotidiano del barrio, la escuela, la fábrica,
el taller o la oficina?
El contraste y la rivalidad entre civilizaciones - hasta ayer una
cuestión lejana y académica para Europa- se han convertido en parte de nuestra
vida diaria. La globalización y los emigrantes están poniendo a prueba la
solidez de nuestra propia civilización y la sinceridad de nuestros principios
de generosidad y tolerancia. ¡Qué fácil era decir "los españoles no somos
racistas" cuando en España no había negros ni moros! ¡Qué bonito suena
hablar de alianza e integración de civilizaciones, y qué difícil es conceder un
terreno en cualquier ciudad española para levantar una mezquita! ¡Qué
imposible, absolutamente imposible, resulta en la mayor parte de los países
musulmanes abrir una pequeña iglesia o una escuela cristiana, llevar a la vista
un crucifijo; no digamos la conversión de un musulmán al cristianismo sin ser castigado
por su propia gente!
Cualquiera que sea la opinión sobre la globalización y la alianza o
confrontación de civilizaciones, una cosa es evidente: vivimos tiempos nuevos
que nos presentan nuevos y mayores peligros, nuevos y mayores retos. ¿En qué
estado se encuentran España y Europa ante la nueva situación? Podemos afirmar
que nuestra civilización no está en su mejor momento sino en plena crisis de
valores.
Algo así como el individuo que se enfrenta a una epidemia justo cuando
más débil se encontraba su cuerpo. Y en este clima de debilidad interna, ha
surgido el nuevo desafío que unos llaman "alianza de civilizaciones"
y otros "choque de civilizaciones".
Como siempre en la historia de la humanidad, nos tropezamos en primer
lugar con nuestras pasiones y miserias del alma. Además, estamos sometidos a
dos nuevas y poderosas dictaduras:
-
El
relativismo cultural
-
El
imperio de lo políticamente correcto.
Europa conoció en el pasado siglo dos etapas muy diferentes. La primera
estuvo marcada por dictaduras de derechas o de izquierdas con dos grandes protagonistas
(Alemania y Rusia) y dos apéndices peninsulares o periféricos (Italia y
España). El lenguaje que defendía la superioridad de una raza (el nazismo) y la
revolución marxista leninista (el comunismo soviético), fue un lenguaje de
violencia, de bombas y cañonazos. Dos intentos locos y criminales de borrar fronteras
nacionales; y mucho más que fronteras pues fueron decenas los millones de
muertos por la represión.
La segunda etapa se inició tras una espantosa guerra y una asombrosa
recuperación económica de la Europa occidental. Del pensamiento único y
totalitario se fue pasando a un relativismo ideológico exagerado que defiende
que no hay verdades absolutas; y, en verdad, no hay muchas, aunque algunas hay.
Este relativismo dice que todas las culturas y todas las civilizaciones son
igualmente buenas y deben respetarse en todos sus aspectos. A partir de ahí,
esta filosofía se ha extendido a todos los aspectos de la sociedad y ha impregnado
la conducta de cada individuo.
Esta actitud se manifiesta y ampara en una frase cobarde y acomodaticia
que ha adquirido en los últimos años una triste popularidad: "Lo
políticamente correcto"; una dictadura menor, no sangrienta aunque muy
sutil, que le marca al individuo lo que puede decir y, sobre todo, lo que no
puede o no debe decir para no molestar,no ofender; para no poner en peligro las
relaciones o los acuerdos políticos nacionales o internacionales, para no
estorbar los grandes negocios, para conseguir o no perder las subvenciones que
los ciudadanos de un país, una región, una ciudad, un barrio y hasta una comunidad
de vecinos esperan del poder político, generalmente un poder partidario.
Lamentablemente, no todo es respeto o buenismo que, si es sincero, podría tener
alguna justificación.
El miedo, tan natural a los seres humanos, hace prudente al individuo,
que no se atreve a hablar, que disimula para no perder su puesto de trabajo o su
cargo en el partido que, con frecuencia, viene a ser una misma cosa. Es el
miedo a expresarse en los grandes foros, en la fábrica, la oficina, el bar o la
calle.
Volvamos a la cuestión de la alianza o del choque de civilizaciones.
Nuestra civilización occidental tiene dos mil quinientos años de vida y abarca
dos continentes, Europa y América. En ese tiempo ha evolucionado, se ha
desprendido de muchas cargas negativas, ha aprendido de sus errores, ha
reconocido culpas y hace una constante crítica de sí misma. La civilización
occidental superó la Edad Media hace quinientos años y vivió su Renacimiento
cuando volvió la vista a sus orígenes grecorromanos. Poco después fue cuna de
la Revolución Industrial, experimentó en medio de ilusiones y baños de sangre
la Revolución Francesa, y redactó la "Carta de los Derechos del Hombre y
de los Ciudadanos", una expresión muy machista que tras la Segunda Guerra
Mundial se tituló "Declaración Universal de los Derechos Humanos".
La civilización occidental comparte sus raíces judeocristianas con la
civilización islámica. En España, como bien sabemos, compartió casi ocho siglos
de historia con sus luces y sombras.
Por su parte, la civilización islámica - que es mucho más que
"árabe" o va mucho más allá de lo que el vulgo entiende por
"árabe" - nació hace catorce siglos y no se ha movido desde entonces;
no se ha bajado en ningún momento del pedestal de sus orígenes. El islam
-cultura y religión de Estado- sigue siendo medieval. Esto hace que nuestro respeto,
nuestra solidaridad y nuestro acercamiento a las naciones musulmanas encuentren
un límite o frontera virtual ante la violación de principios morales y legales
-para nosotros irrenunciables-como la igualdad de todos los seres humanos sin
distinción de raza, creencias ni género; o ante prácticas como la pena de
muerte o la mutilación de la mano de un ladrón o el clítoris de una niña
virgen.
Mientras que en Occidente nos hemos pasado y vamos ya por los matrimonios
entre dos hombres o entre dos mujeres, en el islam radical andan todavía por la
poligamia, la lapidación de la mujer adúltera el ahorcamiento en la plaza
pública. En medio de la belleza que disfrutamos al visitar algunas ciudades
islámicas -algunas, no todas- da pena cruzarse en sus calles con mujeres que
ven el mundo por la rendija del burka y, sin querer ellas, privan al paseante
de la sonrisa de una joven o del rostro complacido de una mujer que lleva de la
mano a un niño que tampoco puede ver sonreír a su madre.
Seamos realistas. Ante las grandes diferencias entre civilizaciones no bastan los buenos sentimientos ni las buenas intenciones para establecer relaciones que no sean puramente económicas o políticas. Es muy difícil, por no decir imposible, la alianza de civilizaciones si nos atenemos a la definición de la palabra "alianza": "Unión de cosas o personas que cooperan con un mismo propósito". Antes de aliarnos o integrarnos, debe quedar claro qué propósitos u objetivos estamos unos y otros dispuestos a compartir y cuáles no. Es decir, dónde está la insuperable frontera entre civilizaciones para no dar pasos en falso o hacia lo imposible.
En esta coyuntura, muy oscuro se muestra el panorama de España y Europa.
La globalización y la inmigración han revivido situaciones y problemas de
siglos pasados. Medio millón de marroquíes musulmanes han cruzado el Estrecho
en los últimos años para vivir con nosotros. Millones de musulmanes viven en Francia
e Inglaterra. Hay más de tres millones de turcos musulmanes en Alemania. En el
mosaico de razas, lenguas y religiones que compone el Este de Europa - la otra
vía por la que el islam penetró hace siglos- se conoció hace pocos años el
horror de la guerra con las prácticas más crueles de los tiempos más bárbaros:
la limpieza étnica, la violación sistemática de mujeres en un acto tan salvaje que
mata la dignidad de la víctima al tiempo que deja en su seno la semilla de un
inocente. ¡Y algunos de esos violadores eran cristianos!
¿Qué podemos hacer ante las nuevas
situaciones de frontera que ha dibujado la globalización? ¿Escondernos bajo lo
políticamente correcto? ¿Creer que toda la razón está de nuestra parte? ¿Renunciar
a nuestros valores más profundos? ¿Condenar a los otros y negarles el pan y la
sal? Preguntas de difícil respuesta que suponen una gran responsabilidad y nos
imponen una difícil tarea.
Dejemos que los gobiernos, la Unión Europea, las Naciones Unidas ...
hagan y cumplan lo que está en sus programas, en sus cartas y declaraciones
solemnes. Aunque yo confío más en el ciudadano de a pie y en su granito de
arena. Usemos nuestro voto y seamos exigentes con los políticos cuando llegue
la ocasión. Con nuestra crítica, arranquemos a los poderosos la máscara de su
cinismo y su hipocresía. Despojémonos también cada uno de nosotros de ese burka
virtual que sólo nos deja ver el mundo por la rendija de nuestro egoísmo,
nuestros intereses, nuestro querido bienestar.
Parte de la información de esta entrada está extraída de un magnífico artículo del antropólogo y antiguo profesor de la Universidad de Sevilla Alfredo Jiménez Núñez.
LOS EXTREMOS SE TOCAN: NEONAZIS VS FANATISMO ISLÁMICO
Desde sus orígenes, la ideología nazi era una declaración abierta sobre problemas raciales y de estratos sociales. Una ideología parcial sobre determinada parte de la población, y una vez que alcanzó el auge con la llegada de Hitler al ascenso se convirtió en una clara manifestación racista e intolerante. La historia tiene bastantes páginas sobre crímenes, homicidios, despojos y sangre inocente derramada a manos de los nazis. Para la mayor parte del mundo esos capítulos de historia son una vergüenza sobre las atrocidades de que es capaz el ser humano, sin embargo, aún hay quienes de verdad piensan que el nazismo es una forma de vida digna, especial e inteligente.
Actualmente existen muchos pequeños grupos casados con esta manera de pensar, aunque al principio se movían a través de Internet han dado el paso al exterior y, en ciertos casos, sobre todo en Norteamérica, ha habido crímenes raciales cuyo trasfondo tiene que ver con grupos llamados "neonazis" o el conocido "White Pride" o los skinheads. Desafortunadamente estos grupos han empezado a reproducirse en todo el mundo, y uno de los países que alberga a una parte de éstos es México.
Los supuestos neonazis mexicanos tienen reuniones secretas con personas que encontraron en foros de Internet y que están seguros de que también creen en el neonazismo. Regularmente se les encuentra hablando en tianguis, mercados o bares de "mala muerte" porque no se sienten lo suficientemente fuertes como para confesar abiertamente su manera de pensar.
Todo el fanatismo islámico, implica un profundo desconocimiento del Corán, y de la enseñanza de Mahoma, una violenta reacción que deslegitimiza la razón, engendra sufrimiento y nuevas reacciones, en una espiral sin fin en la que se encuentran atadas, dos facciones extremistas que no entienden que es la armonía, la paz y la espiritualidad verdadera. Por un lado, el agresivo invasor sionista, por otro el fanático musulmán.
Ambos sumen en el dolor y el miedo a sus pueblos respectivos, impidiendo a la raza humana vivir en el amor, la paz, y la libertad.
Cuando Abubakr al-Bagdadi, que se había radicalizado en una cárcel custodiada por soldados norteamericanos cerca de Mosul (Irak), proclamó el Califato desde la mezquita de Al Nuri (Mosul, 2014) y la creación del Estado Islámico (EI). Su ambición de imponerse a todos los musulmanes, primero, y a todo el mundo, después, originó un terremoto político de magnitud desconocida. Nunca Al Qaeda, de donde procede el Estado Islámico, había pretendido tanto.
Las diferencias entre Al Qaeda y el EI eran tanto doctrinales como tácticas y estratégicas, pero básicamente Osama bin Laden disentía del Estado Islámico en considerar prematuros sus planes y errada la iniciativa de revivir el Califato. También pensaba equivocada la táctica de combatir a hermanos musulmanes y no a occidentales.
Utilizar a Dios al servicio de una ideología política no es nuevo sino muy antiguo. Lo utilizó el emperador Constantino en la batalla de Puente Milvio, los cristianos en la de Clavijo, el Islam desde su nacimiento y también las Cruzadas, o las terribles guerras de religión en Europa y las conquistas coloniales. Los EEUU alimentaron el yihadismo para enfrentarlo a la ocupación soviética de Afganistán y los israelíes financiaron los primeros pasos de Hamas para perjudicar a la OLP de Arafat. Y la invasión de Irak acabó con el dominio de los sunnitas que, maltratados por los chiítas mayoritarios en el país, se radicalizaron en Al Qaeda.
Uno de esos radicales, Abu Musab al-Zarkawi, discípulo de Osama bin Laden, fundó el Estado Islámico y cuando murió en 2006 su antorcha la recogió al-Bagdadi con tanta fuerza y tanta fortuna que en un breve espacio de tiempo pasó a dominar dos tercios del territorio de Siria y de Irak. Desde allí armó los hilos de una incipiente administración estatal mantenida con la explotación del petróleo, el saqueo y venta de antigüedades, de los impuestos que recaudaba sobre las poblaciones sojuzgadas y de los rescates que percibía por los secuestros cometidos.
Con esos mimbres y un fanatismo sin límites instauró un auténtico régimen de terror en el que se encerraba en jaulas de hierro a los enemigos o simples disidentes hasta su ejecución pública degollándoles o quemándoles vivos con elaborados rituales, se aniquilaba a los chiítas y se sometía a esclavitud (también sexual) a las mujeres yazidíes (secta chiíta) tras asesinar a los hombres. Las crueldades del EI, difundidas por redes sociales manejadas con acierto, horrorizaron al mundo. Era exactamente lo que se pretendía: utilizar el terror al servicio de los objetivos políticos del momento.
COROLARIO:
Defendamos nuestros valores y aceptemos valores extraños cuando no vayan
contra la razón ni la ley natural. Seamos intolerantes con los intolerantes ya
sean neonazis con cabeza rapada o islamistas fanáticos con turbante.