PSICOPATOLOGÍA DE LA EXPRESIÓN
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Aloïse Corbaz (28 de junio de 1886 - 5 de abril de 1964) fue una artista marginal suiza incluida en la colección inicial de Jean Dubuffet de arte psiquiátrico. Es una de las pocas artistas marginales femeninas aclamadas. Algunas de sus obras se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Lausanne. |
Aunque soñó con ser una cantante, encontró trabajo como profesora y como institutriz en la corte del káiser alemán Guillermo II. Mientras estaba allí, desarrolló un enamoramiento obsesivo por el káiser que le llevaría a ser diagnosticada de esquizofrenia y confinada en un hospital psiquiátrico en el año 1918.
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Aloïse Corbaz junto a una de sus obras |
LOCURA Y PINTURA
La mayoría de las interpretaciones de
los psiquiatras y los no psiquiatras que han analizado la pintura de los
pacientes psicóticos se refieren a la idea de que la producción artística de
estos enfermos es expresión de una "vuelta al interior", consecuencia del autismo característico de la
esquizofrenia, lo que produce un inevitable alejamiento de la realidad.
Es en
el interior del paciente donde hay que ver la fuente de donde emana su
pintura. Por eso han encontrado
analogías entre la pintura del esquizofrénico y la del expresionismo, surrealismo,
y en L’Art brut, especialmente. “El
pintor expresionista –decía Alberca (1941)-, sin ser esquizofrénico entorna los
ojos y pinta su propio mundo de ensueño”, y esto se acentúa seguramente en el
pintor postexpresionista, un movimiento que Franz Roh calificó de “realismo
mágico”, porque el pintor pinta una realidad, pero no la realidad externa, sino
su realidad íntima, amasada con motivos afectivos e irracionales. Junto a lo
anterior, la vuelta hacia la interioridad, todos los analistas destacan en el
arte del esquizofrénico su carácter simbólico, por lo que no extraña tampoco la
aproximación de estas obras al surrealismo, que tiene seguramente en Dalí, de
quien dijo Estephan Zweig que era el único genio de la pintura moderna, al más
notable maestro de este movimiento, y entre los psiquiatras, a Sarró, el mejor
analista del simbolismo en el paciente esquizoparafrénico. Los sueños, las
fantasías y las emociones del enfermo se proyectan simbólicamente en sus
cuadros.
La proyección del mundo interno, aunque esto sea importante y un hecho
destacado, no es sólo condición exclusiva de expresionismo y surrealismo, sino
de todo estilo pictórico, incluso el realismo. Toda la pintura, y también la
realista, expresa las peculiaridades de la personalidad del pintor porque en la
obra hay algo más que la realidad objetiva.
No es lo mismo mirar un paisaje que ese mismo paisaje pintado por un artista. Leonardo, nos lo recuerda E. Krist (1938), había advertido que el artista tiende a pintar en las figuras que dibuja su particular experiencia corporal y, por tanto, tiende a hacerlas similares a su propio aspecto, “si no está protegido contra ello por un largo entrenamiento”. Pero seguramente fue Wulff (1936) quien mostró más claramente este hecho al analizar los retratos que los grandes maestros rusos, como Rjepin y Sorin, habían hecho de Evreinoff. Cada artista aprovechó la oportunidad al hacer el retrato para expresar la peculiaridad, la característica y auténtica significación espiritual de su propia personalidad. Esto, evidentemente, tiene que ver con el fenómeno de la Proyección.
No es lo mismo mirar un paisaje que ese mismo paisaje pintado por un artista. Leonardo, nos lo recuerda E. Krist (1938), había advertido que el artista tiende a pintar en las figuras que dibuja su particular experiencia corporal y, por tanto, tiende a hacerlas similares a su propio aspecto, “si no está protegido contra ello por un largo entrenamiento”. Pero seguramente fue Wulff (1936) quien mostró más claramente este hecho al analizar los retratos que los grandes maestros rusos, como Rjepin y Sorin, habían hecho de Evreinoff. Cada artista aprovechó la oportunidad al hacer el retrato para expresar la peculiaridad, la característica y auténtica significación espiritual de su propia personalidad. Esto, evidentemente, tiene que ver con el fenómeno de la Proyección.
Pero
también Leonardo había dicho que el artista tiene una capacidad especial, la de
“saber ver” (saper vedere) la
realidad captando de ella esencias que el no artista es incapaz de ver. Por
tanto, buscar algo, una verdad en la naturaleza externa, es también algo que el
arte hace. Tal como dijo Schömberg, “el artista logra la belleza sin pretenderlo,
pues sólo está empeñado en la búsqueda de la verdad”. Esto es común a todo
arte, es característico de aspectos del cubismo, que capta la ley de las
formas, y de la pintura abstracta, que lo hace de la armonía de los colores, y
esto cuadra con la pintura de algunos enfermos esquizofrénicos (D.Barcia 1982).
Buscar en uno mismo o intentar contactar con la realidad externa son dos
actitudes que podemos encontrar tanto en el arte del sujeto normal como en el
del enfermo, después de todo se corresponde con dos radicales de la capacidad y
necesidad del existir del hombre, caracterizados por Ortega y Gasset, como la
capacidad de la alteridad y la del ensimismamiento.
No se puede hablar, por tanto, de arte psicopatológico, sino sólo de
Arte, sea este realizado por un hombre sano o enfermo. En la obra del insano encontramos
rasgos que son característicos de la enfermedad, y ellos pueden tener valor
fenomenológico cara al análisis de la enfermedad. De hecho, la mayoría de las
veces se corresponde, pictóricamente, a los mismos hechos que los psiquiatras han
caracterizado al estudiar verbalizaciones de los enfermos. Pero, además,
algunas veces, el loco es capaz de crear obras que la mayoría de los autores
encuentran bellas, es decir, tienen indudablemente valor estético, y entonces
estamos en el exclusivo terreno del arte, y a veces del “gran arte”, del fine art, como quería Réja.
Los primeros analistas de la producción pictórica de los enfermos
mentales, por ejemplo, Max Simon (1876), que fue el autor que puso orden en el
variopinto panorama de la pintura de los locos, nunca utilizó el término Arte al referirse a esta pintura y
frecuentemente aludía a la falta de significación artística de estas
producciones. Idénticamente, Noyes (1988) se refiere al hecho de que si hay
arte éste no se debe a la actividad patológica, sino a que el enfermo conserva
suficiente salud, y el propio Prinzhorn (1912) utilizó un antiguo término
alemán, Bilnerei, que literalmente
significa “hacer imágenes”, para evitar utilizar la palabra Arte, ya que piensa
que, aunque este término pueda ser útil para referirse a la descripción de
algún material pictórico del loco, señala que, sin embargo, el término
arte incluye un juicio de valor con
contenidos emocionales.
En la misma línea, Sarró propone los términos Iconografía o Iconología, pero se debe a que él estudia solamente los enfermos
que producen abundantes imágenes y no otro tipo de pintura. Entre los autores
actuales, Andreoli (1977) no utiliza tampoco el término arte, igual que Bader
(1972), quien señala que lo que importa es que el enfermo se revele como
creador, y “el valor artístico de sus creaciones tiene un interés secundario y,
muchas veces, depende de la apreciación subjetiva”. También Navratil (1970)
prefiere hablar de “tendencias creadoras” en la esquizofrenia.
Pero otros psiquiatras hablan de arte al referirse a la producción
pictórica, o de otro tipo, de los locos. Quizá el primero en hacerlo fue Réja,
el verdadero iniciador del análisis crítico de la pintura del enfermo
psicótico, cuya obra L’Arts chez les Fous, 1907, es fundamental y en ella se
enseña que seguramente es exagerado al hablar de arte al referirse a la pintura
de los enfermos, pero advierte que estas manifestaciones pictóricas obligan a
abandonar las ideas convencionales sobre “belleza”. Esta afirmación de Réja es
importante dada la fecha en que la hizo, y lo cierto es que la pintura de los
enfermos mentales sirvió para sensibilizar a la gente para entender la pintura
moderna, pero, además, Réja dice que indudablemente muchas veces la pintura del
loco “se acompaña de manifestaciones artísticas”.
También R. Volmat (1961) utiliza el término Arte en
dos de sus obras fundamentales y aunque es uno de los responsables de que la
Sección de la Federación Mundial de Psiquiatría sustituyera el título de “Arte
Psicopatológico” por el de “Psicopatología de la Expresión”, como se
llama actualmente, sin embargo, sistemáticamente analiza y compara las
producciones de los enfermos con características del arte contemporáneo.
López-Ibor Aliño (1998) señala que sería mejor hablar de “psicopatología de la
Expresión y la Comunicación”.
Para Steck (1975) no hay duda de que no puede negarse valor artístico a
ciertas importantes creaciones de enfermos mentales, aunque señala que hay que
reconocer que los verdaderos artistas son tan raros entre los alienados como
entre la población considerada normal. En relación con esto último, Andreoli
escribe que “hoy día, casi nadie discute que ha habido tres grandes pintores
confinados en manicomios, en donde iniciaron su obra en el más estricto
anonimato: Aloyse, Adolf Wölfli y Carlo Zinelli". En 1997 se realizó una Exposición
de pintura en Viena titulada Kuntz
& Waln (Arte y Delirio) con motivo del Congreso Europeo de
Psiquiatría. En ella había cuadros de Wölfli, Aloïse Corbaz, Enmanuel Navatril,
E. Josephson, A. Artaud y Friederich Schroeder-Sonnenstern, todos ellos pintores
geniales diagnosticados de psicosis. Prinzhorn les llamaba “maestros esquizofrénicos”.
Sarró por su parte estudió a Fanals a quién consideró como el máximo genio iconográfico.
Adolf Wölfli

Adolf Wölfli
Cuadro de Wölfli, uno de los grandes pintores enfermos, estudiado por Morgentabler, su obra tuvo un gran impacto entre los críticos de arte y sirvió para que el público se interesara por la pintura de los enfermos y también por la llamada pintura moderna. Sus obras se encuentran en el Kunstmuseum de Berna.
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Adolf Wölfli, de la psicosis al arte
La biografía de Adolf Wölfli es una
de esas historias complejas y violentas que cuesta considerar que todo eso
formó parte de una sola vida. Wölfli tuvo una infancia turbulenta; fue víctima
de abusos sexuales y quedó huérfano a los diez años, tras lo cual pasaría años
interno en distintos orfanatos. Posteriormente trabajó como peón agrícola y
llegó a alistarse fugazmente en el ejército. Acusado de intento de abuso de
menores, fue condenado a una pena de cárcel. Tras su liberación fue arrestado
por una ofensa similar, lo que le llevó a ser ingresado en el hospital
psiquiátrico Waldau, en Berna, donde pasaría el resto de su vida. Siendo
víctima de psicosis y alucinaciones, inicialmente su comportamiento se
describía como violento y agitado, razón por la que durante una etapa se le
mantuvo en régimen de aislamiento. Algún tiempo después de su internamiento,
Wölfli comenzó a dibujar. Por desgracia sus primeros dibujos no han
sobrevivido, resultando por tanto difícil determinar el momento exacto en que
emprendió su obra. Los dibujos más antiguos que se conservan (unos 50) fueron
realizados entre 1904 y 1906. Walter Morgenthaler, médico de la Clínica Waldau,
se interesó por la labor de Wölfli, llegando a publicar en 1921 Ein
Geisteskranker als Künstler (Un paciente psiquiátrico como artista) que sería
la presentación de Wölfli ante el establishment artístico. El libro de
Morgenthaler era revolucionario en ciertos aspectos, al sostener que una persona
con una enfermedad mental severa podía ser un artista serio y contribuir por
tanto al desarrollo del arte. Wölfli produjo una impresionante cantidad de
trabajos a lo largo de su vida, frecuentemente con los materiales más pobres e
intercambiando obras menores por lapiceros y papel con los visitantes de la
clínica.
Carlo Zinelli
Obra de Carlo Zinelli, enfermo estudiado por V. Andreoli. Zinelli tenía una gra productividad y se comunicaba especialmente con su médico por medio de la pintura.
En 16 años de tarea incesante, Carlo
Zinelli hizo más de 3.000 dibujos. En 1971 cerraron el manicomio de Verona y ya
no volvió a dibujar.
No había oído nunca el nombre de
Carlo Zinelli. La lluvia inhóspita y el viento frío de abril me hicieron buscar
refugio en el Folk Art Museum de Nueva York, cerca de Lincoln Center. Fue como
entrar por sorpresa en una cueva prehistórica con las paredes llenas de
pinturas, una cueva secreta que era también el gran teatro de la imaginación de
un hombre. Las figuras y los motivos de Zinelli se agrupan con frecuencia en
series de cuatro. Él ponía los cigarrillos de cuatro en cuatro sobre su mesa de
trabajo en el taller del manicomio, y también los lápices, y las cerillas, y
repetía la misma palabra cuatro veces, y estrechaba cuatro veces seguidas la
mano. En 16 años de tarea incesante hizo más de 3.000 dibujos. Terminaba uno y
ya ni lo miraba, impaciente por comenzar otro. En 1971 cerraron el manicomio de
Verona y llevaron a Zinelli a un establecimiento nuevo, con un taller mucho
mejor instalado. Ya no volvió a dibujar. De algún modo el desconcierto de un
espacio nuevo cortó en seco su inspiración. O quizás era que se dio cuenta de
que ya no le quedaba nada más que dibujar, o estaba cansado. Murió en 1974, con
57 años, sin haber vuelto a tocar un lápiz ni un pincel.
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En esta original reflexión sobre la
clínica de la esquizofrenia, Jakob Wyrsch trató de construir una teoría
unitaria y global de la enfermedad, partiendo de la descripción fenomenológica
de sus síntomas y aspirando a una concepción capaz de integrar sus múltiples
dimensiones, desde las puramente biológicas hasta las profundamente personales.
Apoyándose en la psiquiatría clínica, la antropología y la filosofía, Wyrsch
tomó de Max Scheler la noción de «persona» entendida como «centro desde el cual
el hombre lleva a cabo los actos a través de los cuales objetiva el mundo, su
propio cuerpo y su propia mente». El análisis del conflicto entre la persona
del esquizofrénico y su psicosis le permite a Wyrsch profundizar en las
manifestaciones del trastorno y desarrollar la tesis de que la esquizofrenia es
una enfermedad global de la persona, que no puede descomponerse en elementos.
En ninguna otra enfermedad puede encontrarse la transformación que sufren la
persona del esquizofrénico y su mundo. Con razón ha escrito Henri Ey que este
libro «incita a penetrar hasta lo más profundo de los problemas, tanto de la
psiquiatría teórica como de la clínica», por tratarse de «una obra que muestra
y demuestra a la vez lo que son un auténtico estudio psiquiátrico y un
verdadero psiquiatra».
Friedrich Schroder-Sonnenstern



Friedrich Schröder Sonnenstern (11 de septiembre de 1892 - 10 de mayo de
1982), fue un artista y pintor alemán, considerado uno de los representantes
más importantes de Art Brut o Outsider Art.

Schröder-Sonnenstern nació en Tilsit , Prusia Oriental (ahora Óblast de
Kaliningrado, Rusia), uno de trece hermanos, todos los cuales murieron poco
después de nacer. Fue enviado a una serie de escuelas de reforma debido a
acusaciones de robo y comportamiento violento y luego a un asilo debido a la
sospecha de Demencia precoz. Sus experiencias como niño contribuyeron a su odio
a la autoridad de por vida. Pasó un tiempo en el ejército y en un circo antes
de llegar a Berlín en 1919, donde se ocupó del ocultismo, la adivinación y el
magnetismo curativo. Fundó una secta y distribuyó sus ingresos en forma de
panecillos a los niños pobres. Creó el nombre Sonnenstern (inglés: Sun Star)
para sí mismo mientras trabajaba como estafador, haciéndose pasar por un médico
curandero en "salud natural", llamándose a sí mismo profesor Dr.
Eliot Gnass von Sonnenstern.
En 1933, en Schleswig-Holstein, conoció al artista Hans Ralf, quien lo
alentó a dibujar, pero no fue hasta 1942, después de los períodos de prisión y
un campo de trabajo forzado durante la Segunda Guerra Mundial, que su carrera
como artista comenzó realmente. En la exposición surrealista en París en 1959,
fue celebrado como uno de los artistas más impresionantes del siglo XX y fue
reconocido por Jean Dubuffet, entre otros.
Su éxito fue de corta duración. Se volvió cada vez más dependiente del
alcohol después de la muerte, en 1964, de su compañera de toda la vida, Martha
Möller, a quien llamó tía Martha. La diferencia entre genio y esquizofrénico ha
sido destacada por una extensa investigación sobre esta enigmática persona
realizada por el psicólogo profesional Alfred Bader.
Las pinturas de Schröder Sonnenstern representan figuras eróticas y a
menudo inquietantes que son en parte humanas y en parte monstruos, con partes
distorsionadas del cuerpo como los senos y los genitales. Utilizó un lápiz de
color sobre una fina capa de pintura para dar profundidad a sus dibujos
lineales. Las obras notables incluyen la teoría demoníaca de Zynus (1953),
Vitanovaseturina (1951-2) y varias obras sobre el tema de la caída del hombre,
incluyendo Uschastelynore (1951) y La seducción de la serpiente (1955).

Friedrich Schroder-Sonnenstern
En definitiva, es comúnmente aceptado que el enfermo esquizofrénico es capaz de crear obras pictóricas en las que expresa una actividad que hace cuando enloquece, lo que apunta a que pinta porque necesita una nueva forma de expresión para comunicar sus vivencias. Y este hecho es importante para el psiquiatra si quiere conocer la locura, en general, y la locura de su paciente concreto.
En definitiva, es comúnmente aceptado que el enfermo esquizofrénico es capaz de crear obras pictóricas en las que expresa una actividad que hace cuando enloquece, lo que apunta a que pinta porque necesita una nueva forma de expresión para comunicar sus vivencias. Y este hecho es importante para el psiquiatra si quiere conocer la locura, en general, y la locura de su paciente concreto.
Tellenbach (1976) señaló que los médicos hablamos de síntomas al referirnos a las manifestaciones de los enfermos psicóticos, lo cual es un reduccionismo técnico que no refleja adecuadamente lo que al enfermo le ocurre. La psicosis produce una transformación total de la personalidad del enfermo, lo convierte en una persona distinta de lo que previamente era, y esto da lugar, entre otras cosas, a que el paciente tenga dificultades de narrar con el lenguaje ordinario, el lenguaje de la salud, aquellas cosas que vivencia, que le ocurren. Por esta razón pinta, busca el lenguaje del arte por necesidad y por ello, el psiquiatra debe intentar entender este nuevo lenguaje de su paciente. Para Navratil, en el contexto de una situación psicótica profunda y duradera, las imágenes creadas no sirven para una “salida” de la locura, sino que son utilizadas por los enfermos más bien como “significados” para ordenar el nuevo mundo en el cual probablemente permanecerá siempre el enfermo. Navatril creó el término “zustandgebundene Kurns” (Arte ligado al estado), lo prefiere al mencionado “Psicopatología de la Expresión”, mencionado antes.
Emmanuel Navratil
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Emmanuel Navratil Fantastic City in the City (1940)
Lápices de colores sobre papel de embalar montado en madera.
Galería St. Etienne |
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Emmanuel Navratil, enfermo estudiado especialmente po K.A. Schröder. Es de los pocos esquizofrénicos que pinta especialmente edificios y planos. Arte outsider y mandalas
Muchos estudiosos del Art Brut han
observado la frecuencia con que aparecen en las obras de estos autores
composiciones que recuerdan a mandalas. Desde Adolf Wölfli hasta Emmanuel
Navratil, Minie Evans y tantos otros.
Realizar un mandala es de alguna
manera ordenar el caos circundante. Trabajando una geometría basada en el
centro de poder. De este modo se puede sugerir que los autores que utilizan el
símbolo del mandala, al situarse en el centro de la estructura, están
trabajando la relación de su sí-mismo con el cosmos. El mandala sirve como propósito
conservador especialmente para restablecer un orden existente con anterioridad.
Pero también al propósito creador de dar expresión y forma a algo que aún no
existe, algo que es nuevo y único. El segundo aspecto es quizá, aún más
importante que el primero, pero no lo contradice. Porque, en la mayoría de los
casos, lo que restablece el antiguo orden, simultáneamente implica cierto
elemento de creación nueva. En el nuevo orden, los modelos más antiguos vuelven
a un nivel superiror. El proceso es el de la espiral ascendente que va hacia
arriba mientras vuelve una y otra vez al mismo punto.
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Debemos pensar que lo que con tanto esfuerzo realiza el pintor
surrealista le es fácil y familiar al enfermo y, por eso, deberíamos los psiquiatras
facilitar a los enfermos los medios para que puedan expresarse con facilidad y
acompañarlos en sus trabajos para comunicarse con ellos siguiendo el ejemplo de
Navratil, Laing, Volmat, Andreoli y tantos otros, con el fin de que el arte
ayude al enfermo a ordenar su caótica mente. Para Max Simon, conseguirlo, sólo
es posible si el psiquiatra se forma y entrena como “hombre de letras”. De
hecho, la mayoría de los que han aportado conocimientos en el análisis del arte
de los enfermos estaban preparados en Psiquiatría y en arte (Réja, Prinzhorn,
Krist, Volmat, etc.).
https://www.youtube.com/watch?v=FasBsAKT_Jo
Cinco pintores que sufrieron Psicosis
https://www.youtube.com/watch?v=bshAb4Zxbpw
LOCURA GENIAL, PINTORES CON PROBLEMAS MENTALES.
https://www.youtube.com/watch?v=lqubhYJNu8A
https://www.youtube.com/watch?v=FasBsAKT_Jo
Cinco pintores que sufrieron Psicosis
https://www.youtube.com/watch?v=bshAb4Zxbpw
LOCURA GENIAL, PINTORES CON PROBLEMAS MENTALES.
https://www.youtube.com/watch?v=lqubhYJNu8A
Locura y Arte (pintura)
El Museo de Arte Psicopatológico de Ciempozuelos
La
psiquiatría no debe limitarse a analizar meramente la patología del cerebro. El buen psiquiatra debe ser un buen médico de la mente, pero también un humanista (utópico o no).
(Petrus Rypff)
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