El cobarde Victor Manuel
Mañana de Viernes Santo, sin
procesiones, quizás sea mejor así, otro año será, Muchos llevaban tiempo
ensayando para que todo saliera perfecto en la procesión del silencio de ayer y
en la de hoy. Yo sigo proscrito y me da lo mismo. He puesto una canción a
primera hora, hacía años que no la escuchaba, me ha emocionado tanto como las
primeras veces, quizás sea un cobarde, pero, no quiero participar en una guerra
que no va conmigo, nunca ha ido conmigo...Creo que a mi amiga Gloria, la
taurina, le va a gustar este mensaje mañanero.
El 'Guernica' de Picasso, alegato contra la guerra, cumplirá muy pronto 83 años
El lienzo, a base de negro, blanco y gris, y de más de siete metros de
longitud, hace referencia al bombardeo de Guernica, registrado el 26 de abril
de 1937 en el marco de la Guerra Civil Española.

Hace 83 años, una tarde de primavera,
Guernica ardía bajo las bombas, recuerda un español ahora centenario. Días después,
Pablo Picasso pintaba en París el cuadro que lleva el nombre de la localidad
vasca, convertido en alegato universal contra la guerra, de la España de 1937 a
la Siria de 2017.
El cuadro vuelve a estar en primera
línea de actualidad, debido al confinamiento provocado por un bichito más que
microscópico, el maldito COVID-19. De momento no puede ser visitado por nadie,
el museo Reina Sofía de Madrid, donde se encuentra desde hace 28 años,
permanece cerrado al público. Nadie, salvo los trabajadores del recinto, incluido
el personal de seguridad, puede ponerse delante del Guernica.
El cuadro no es
bello, pero impresiona, por su tamaño, por su simbolismo, por sus muchos
detalles que hay que analizar con minuciosidad. Tuve la suerte de verlo en
Nueva York, cuando reposaba en su exilio del MoMA, hace casi treinta años, y me
reencontré con él cuando fue llevado al museo madrileño. Su traslado se me
antoja que tuvo que ser complicado, por su tamaño, pero sobre todo por su
fragilidad, en cualquier momento los elementos representados podían
desmoronarse, al ser el resultado de un bombardeo tan atroz, por mucho que el
genio malagueño los sujetara con su magia pictórica, no sé si me entienden…
Su vigencia es tal que, en la ONU,
los barrios arrasados de la ciudad siria de Alepo fueron descritos hace tres
años como "un Guernica del siglo XXI". Hace no mucho se vieron incluso
reproducciones "en manifestaciones de sirios", para decir "basta
ya de esta guerra", apuntó Rosario Peiró, jefa del área de colecciones del
museo Reina Sofía, que el año 2016 tuvo 3,6 millones de visitas.
"Allí estuve yo, aquella tarde
del 26 de abril (de 1937), recogiendo muertos y heridos" en la ciudad
vasca de Guernica, recordaba Luis Ortiz Alfau a sus 100 años desde Bilbao. "A las 4 de la tarde, empezaron
a llegar tres aviones, cada cuarto de hora. Eran aviones alemanes e
italianos", que apoyaban a Francisco Franco y otros generales golpistas
que se sublevaron el 18 de julio de 1936 contra la segunda república, rememoraba
este hombre que entonces era soldado del bando republicano.
"Tiraron las bombas incendiarias
después de haber tirado las destructivas. Ahí es cuando ardió la ciudad
entera".
El ataque causó entre 150 y 300
muertos, según los últimos cálculos de varios historiadores, pero sobre todo
inauguró "la guerra del terror", consistente en bombardear por aire a
los civiles, una táctica empleada en numerosas ocasiones en la Segunda Guerra
Mundial.
Dos días después del bombardeo, en su
taller de la rue des Grands-Augustins, en París, Picasso descubrió en los
diarios los primeros reportajes fotográficos del drama. El 1 de mayo comenzó
los bocetos preparatorios.
Toro impasible, caballo desbocado
En el lienzo, de más de siete metros
de longitud, una madre con su hijo muerto en brazos se retuerce de dolor, bajo
la mirada de un toro impasible. Un miliciano despedazado con una espada rota
yace en el suelo, pisoteado por un caballo desbocado.

"Me impactan sus dimensiones, y
puedo imaginarme lo que fue la contienda española", decía Takahiro
Yoshino, un japonés de veinte años absorto ante el cuadro, "cuyos
personajes parece que gritan".
El cuadro ha sido estudiado además
por generaciones de estudiantes.
"¿Por qué están tristes?",
se preguntan unos niños de tres años, de visita en el Reina Sofía, sentados
frente al lienzo. "Porque Picasso también estaba
muy triste", les respondió su profesora, Sonia.
Instalado en París desde 1904, Picasso
era ya uno de los nombres más importantes de la pintura mundial, y militaba en
defensa de la II República española.
El lienzo, a base de negro, blanco y
gris, respondía a un encargo de las autoridades republicanas españolas, y fue
exhibido en la Exposición Universal de París de 1937, donde podía verse los
pabellones rivales de la Alemania nazi y la Unión Soviética.
Emblema de la izquierda
Pese a su universal reconocimiento
hoy en día, el cuadro recibió algunas críticas en su momento, como la del crítico
de arte británico Anthony Blunt: "Picasso pertenece al pasado".
El poeta francés Michel Leiris se
quedó en cambio estupefacto por algo "inolvidablemente bello".
"Picasso nos envía nuestra carta de duelo: todo lo que amamos va a
morir", escribió.
El cuadro, por su lado, vivió su vida
de "exiliado español", recuerda Rosario Peiró, y a partir de 1937
emprende un largo periplo por Europa y Estados Unidos, que al principio sirvió
para recaudar fondos destinados a los refugiados españoles de la guerra.
Confiado al Museo de Arte Moderno
(MoMA) de Nueva York en 1939, el año que Franco ganó la guerra, permaneció más
de 40 años en suelo norteamericano.
Picasso, afiliado al Partido
Comunista Francés en 1944, había dado la consigna de que el cuadro sólo podía
ir a su país natal cuando se devolvieran al pueblo español las libertades que
le habían sido confiscadas.
En España, mientras tanto, se
convirtió en un poderoso símbolo, y es que "los antifranquistas a menudo
colgaban en sus paredes el póster del Guernica", apuntaba el francés
Emmanuel Guigon, director del museo Picasso de Barcelona.
En 1981, seis años después de morir
el dictador, el cuadro viajó al fin a una España en plena transición
democrática.
Su primera ubicación fue sin embargo
un tanto peculiar. Fue expuesto en una dependencia del Museo del Prado detrás
de un triste "búnker de cristal a prueba de explosiones y de balas (que)
alejaba al espectador", en un país donde la memoria histórica estaba
"lejos de haber sido pacificada", según el escritor y a la postre
ministro de Cultura Jorge Semprún (1923-2011).
"La importancia que tiene en el
inconsciente colectivo es tal que lo defino como una obra espiritual, siempre
con la vocación de promover la paz", decía hace 3 años a la AFP un nieto
del pintor español, Bernard Ruiz-Picasso.
Bombardeo de Gernika
No hay comentarios:
Publicar un comentario