Funambulista - Quédate
¡Top 10 PELÍCULAS SOBRE EL PRIMER AMOR!
Me gustabas, me atraías, sin apenas divisarte, en la lejanía, sólo por tu forma de caminar y de correr. No sé muy bien, sería el braceo, el trote acompasado de tus poderosas piernas. Me tenías preso.
Cada vez que quedaba contigo mi corazón se aceleraba y en cada latido una
estrofa de prosa, a veces de poesía, me venía a la mente. Los nervios de
principiante inmaduro me tensionaban y no me dejaban comportarme de forma
natural para afrontar una cita contigo. Eso era sólo al principio, luego la
tensión iba calmándose, la prosa se convertía en poesía porque realmente solo
tenía que leerte, era difícil no poder componer algo estando contigo.
Mientras te oía hablar, podía estar en cualquier parte, imaginarme diez
películas en las cuales los dos éramos los protagonistas. A veces me invitabas
a ir al “País de nunca jamás”, para instalar allí nuestra guarida.
Recuerdo
un viaje en el que propusiste quedarnos en un pueblecito de apenas quinientos
habitantes, precioso, verde, sin necesidad de riegos de socorro, llovía mucho
en ese pueblo y la gente hablaba en un idioma raro, decías que eso no sería
problema, “ya lo aprenderíamos”. En cuanto al sustento, tampoco te preocupaba,
en esa época necesitábamos poco, algún trabajo saldría, éramos jóvenes y
nuestras manos hacendosas. Se llamaba Marken, creo. A veces basta con tener
ilusión para no quedarse atascado en pequeñeces, los obstáculos terrenales no
existen, nos decíamos. Finalmente regresamos a casa.
Cuando me mirabas con tus ojos marrones totalmente transparentes, con
ese brillo puro cuyo único dueño era el amor, me sentía a kilómetros del suelo,
rodeado de tantas estrellas como granos de arena tiene el desierto extendiéndose
bajo ellas y bajo una luna llena esplendorosa, grande, espectacular.
La primera vez, nuestra primera vez, sólo deseaba estar a un nanómetro
de tus labios, para poder robarte lo que más ansiaba, nuestro primer beso.
Después vinieron otros, muchos de ellos tan buenos como aquel, lo que ocurre es
que el primero queda indeleblemente marcado en la memoria, en un lugar
inaccesible al recuerdo razonablemente consciente. Prefiero que sea un déjà vu,
o un déjà vécu.
Nuestro primer beso.
El primer beso nunca se
olvida
Dicen, los que saben, que el primer beso nunca se olvida, que queda
grabado en nuestro subconsciente por siempre y que muchas veces el recuerdo de
esa primera vez provoca mayor impacto psicológico que la primera relación
sexual. Hay personas, pobrecitas, que les pasó sin pena ni gloria y no
recuerdan absolutamente nada.
Antes de
entrar en el tema de los besos, hablemos del amor. Hay dos grupos de personas
(con sus variantes, desde luego):
- Las que
piensan que solamente hay “un
amor verdadero”, uno que te demorarás en encontrar y que cuando lo
haces estará contigo para siempre y por siempre. Tendrán un amor que nunca se acaba y
cuando, por cosas de la vida, hay una separación ya nunca podrán volver amar a
nadie de la misma manera.
- Otras piensan que hay muchas formas de amar y
que el amor puede sobrevivir al tiempo y el espacio, pero
también puede mutar y variar. En definitiva, podemos en una vida, amar a muchas personas y no hay solamente
una destinada a nosotros/as.
El asunto está en que, sea cual
sea el grupo en que te encuentres, el primer amor es como un punto de partida.
No cuenta como el “gran amor de tu vida”, solamente es un ser que te
despertó y te llevó a un sentimiento que antes era inexistente para ti y que
por primera vez te hizo sentir parte de un todo.
Porque cuando somos adolescentes y
nos enamoramos, es como si el universo se abriera ante nosotros. Nos sentimos
plenos, acompañados, felices y pletóricos. Eso sí, no falta el drama,
porque un primer amor sin
drama, no es un primer amor.
Tienen que pasar muchas
cosas: mal entendidos, diferencias, terceras personas, inseguridades…
Porque cuando vivimos el primer amor no estamos realmente listos para
entregarnos completamente.
Estamos listos para abrirnos a un nuevo
sentimiento y para experimentar nuevas emociones y sensaciones, pero no para
entregarlo todo. Al menos no la mayoría, pues bien sabemos que algunos/as, al
primer amor le entregan más de lo que deberían. Pero es normal, es la primera vez que uno se siente querido, aceptado,
comprendido y, sobre todo, parte de algo más grande que uno mismo, y eso hace
que olvidemos responsabilidades, sueños y sobre todo que nos entreguemos sin
reserva.
Ese primer amor, nos marca de alguna
manera y nos hace ser quienes hoy somos. Nos ayuda a definir qué clase de
persona queremos en nuestra vida y cómo vamos a vivir las relaciones de pareja
a partir de ese momento.
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