martes, 31 de diciembre de 2019
La Mente Dormida: HISTORIAS DE NAVIDAD
La Mente Dormida: HISTORIAS DE NAVIDAD: Frases Navideñas Para Reflexionar | Bonitas Postales y Tarjetas de Navidad Mientras todos los niños ayudaban en su...
HISTORIAS DE NAVIDAD
Frases Navideñas Para Reflexionar | Bonitas Postales y Tarjetas de Navidad
Mientras todos los niños ayudaban en sus casas en los preparativos para
la Nochebuena, Manuel, de 7 años de edad, trabajaba en el bazar de Don Joaquín
para echar una mano en la precaria economía de su casa, su padre se había
quedado en paro y su madre estaba imposibilitada por una grave enfermedad.
Don Joaquín regentaba el bazar
desde hacía años y tenía mucho dinero, pero al mismo tiempo, era un hombre sin
familia, codicioso y solitario. Miraba a Manuel como un simple trabajador más,
no como un niño.
El día previo a Navidad, Manuel
quería retirarse temprano del trabajo para comprar algunas cosas para la cena y
ayudar a su madre. Contemplando a través de la ventada como algunos niños
jugaban, Manuel escuchó un grito que le hizo temblar:
- ¡Manuel! - gritó Don Joaquín.
- Sí señor- respondió él.
- ¿Qué haces mirando por la ventana? Aún no has terminado tu trabajo.
Manuel contestó: - ¡Hoy es
nochebuena! Hoy es el cumpleaños del niño Jesús, hoy es un día muy especial.
- ¡Pues a mí no me importa! ¿Crees que hoy vas a poder escaparte más
temprano de tus deberes?, ¡Trabaja mejor! - replicó.
- Pero Don Joaquín, hoy quería comprar algunas cosas para la cena de
navidad- suplicó el niño.
- ¡Para la cena de Navidad! - se burló el jefe. -Tú lo único que quieres
es escaparte más temprano. Hoy es un día común y corriente; mejor sigue
trabajando si quieres mantener tu empleo.
- Si don Joaquín- contestó Manuel muy triste.
El niño continuó trabajando, con
lágrimas en los ojos. Su corazón estaba muy triste y angustiado y temía que Don
Joaquín no lo dejase pasar la Nochebuena junto a su familia. En medio de ese
aterrador pensamiento, elevó una plegaria a la Virgen María pidiéndole su
intercesión para que pudiese pasar una bonita Navidad con su familia.
Poco después, Don Joaquín,
inesperadamente, gritó tan fuerte que casi se le sale el corazón a Manuel.
- ¡Manuel, Manuel, ven, apúrate! - gritaba el jefe horrorizado.
- Don Joaquín ¿qué le pasa? - preguntó.
Don Joaquín, asustado, abrazó a
Manuel y le dijo: - ¡Vi un fantasma, vi un fantasma!
Manuel miró para todos lados en
la habitación de Don Joaquín y no vio nada.
- Cálmese- dijo. -Yo no veo nada.
- ¿Me estás tratando de mentiroso? - exclamó el anciano.
- No don Joaquín, disculpe, no quise decir eso.
- ¡Sigue trabajando mejor!, fue una pesadilla, ¡sigue trabajando!
Don Joaquín seguía atemorizado
por lo que según él había visto. No queriendo permanecer ni un momento solo se
le ocurrió pedirle a Manuel que se quedara con él hasta bien entrada la noche. "Por
si acaso", pensó. Don Joaquín llamó al niño y le dijo:
- Manuel, necesito que hoy te quedes hasta más tarde.
- Pero señor, hoy es navidad y mi familia me está esperando.
- ¡Manuel, hoy te pago el doble!
- Pero Don Joaquín, ya tengo casi terminado mi trabajo y debo ir a casa.
Don Joaquín no le quería
confesar que estaba asustado y el niño lo sabía, pero él se resistía a quedarse
porque era Navidad. Entonces, se le ocurrió una magnífica idea: "invitar a
Don Juan a su casa a pasar la Navidad".
-Don Joaquín: le invito a pasar la Navidad con nosotros para que no se
quede solo.
Don Joaquín estaba emocionado
por el ofrecimiento de Manuel, ya que nadie lo invitaba a su casa. Por lo que
sin pensarlo… aceptó.
Cuando llegaron a la casa de
Manuel, Don Joaquín se quedó muy impresionado porque en esa humilde casa, había
mucha alegría y generosidad.
Don Joaquín sonrió como nunca lo
había hecho, se dio cuenta de que nunca había tenido una Navidad y ahora la
compartía con una familia muy sencilla y amable. Sus mejillas se sonrojaron y
sobre ellas rodaron muchas lágrimas de la emoción y felicidad que sentía.
Al final de la noche, Don Joaquín se comprometió a ser más justo y
considerado con el niño, y a desprenderse de sus bienes a favor de los más
necesitados.
(Petrus Rypff)
Un Cuento de Navidad (1971)
Canción de Navidad de Charles Dickens, Resumen
El señor Scrooge es un hombre
avaro, tacaño y solitario, que no celebra la Navidad, y sólo piensa en ganar
dinero. Una víspera de Navidad, Scrooge recibe la visita del fantasma de su
antiguo socio, muerto años atrás. Este le cuenta que, por haber sido avaro en
vida, toda su maldad se ha convertido en una larga y pesada cadena que debe
arrastrar por toda la eternidad. Le anuncia que a él le espera un destino aún
peor, y le avisa que tendrá una última oportunidad de cambiar cuando reciba la
visita de los tres espíritus de la Navidad. Scrooge no se asusta y desafía la
predicción.
Esa noche aparecen los tres
espíritus navideños: el del Pasado,
que le hace recordar a Scrooge su vida infantil y juvenil llena de melancolía y
añoranza, antes de su adicción por el trabajo y su desmedido afán de dinero. El
del Presente hace ver al avaro la
actual situación de la familia de su empleado Bob, que a pesar de su pobreza y
de la enfermedad de su hijo Tim, celebra la navidad. También le muestra cómo
todas las personas celebran la Navidad; incluso su propio sobrino, Fred, quien
lo hace de una manera irónica pero alegre, ya que nadie quiere la presencia del
avaro. Antes de desaparecer a medianoche, el espíritu muestra a un par de niños
de origen trágicamente humano: la Ignorancia y la Necesidad.
El terrible y sombrío Espíritu del Futuro
le muestra el destino de los avaros. Su casa saqueada por los pobres, el
recuerdo gris de sus amigos de la Bolsa de Valores, la muerte del pequeño Tim y
lo más espantoso: su propia tumba, ante la cual Scrooge se horroriza de tal
forma que suplica una nueva oportunidad para cambiar. Entonces, el avaro
despierta de su pesadilla y se convierte en un hombre generoso y amable, que
celebra la Navidad y ayuda a quienes le rodean.
Cuento De Navidad - Cancion De Navidad - Charles Dickens - audiolibro en español
El mito del mito de Papá Noel y sus efectos perniciosos para la infancia
POR: ANDRÉS CARMONA CAMPO · · 27 DICIEMBRE, 2019
El 25 de diciembre, en el
Observatorio del Laicismo, se publicaba un texto de Fernando Esteban Lozada
titulado “El mito de Papá Noel y sus negativas repercusiones en la formación de
la infancia”. El texto argumenta en contra de la costumbre de hacer regalos a
los niños hablándoles de Papá Noel, los Reyes Magos o el ratoncito Pérez
(supongo que también en contra del Olentzero vasco y el Tió de Nadal catalán).
No me cabe duda, por la argumentación del texto, de la buena intención de su
autor, de su sincera preocupación por los niños, por fomentar su pensamiento
crítico, y unas relaciones éticas en la relación adultos-niños. Ahora bien,
pienso que el autor está equivocado al apuntar su crítica hacia Papá Noel y
otros amigos imaginarios de los niños. Lo que sigue es la explicación de por
qué.
Dado que el autor apela al
pensamiento crítico, empezaré por ahí. La afirmación de que la “creencia” (sigo
entrecomillando) en Papá Noel, etc., tiene perjuicios es una hipótesis, no un
hecho. Habrá que mostrar los hechos, experimentos, etc., que demuestren o
falsen esa hipótesis (el autor no aporta ninguno más allá de que él cree que es
así). Hacer pasar una hipótesis sin pruebas (una mera opinión) por un hecho es
precisamente la definición de dogma, que es lo opuesto al pensamiento crítico.
Y, por lo que yo sé, no hay ningún estudio científico que avale los efectos
perniciosos de la “creencia” en Papá Noel o similares. Curiosamente, el autor
del texto, con la sincera intención de defender el pensamiento crítico, puede
haber caído en dogmatismo al afirmar sin pruebas una hipótesis como si fuera un
hecho.
Hasta aquí mi escepticismo
acerca de que dicha “creencia” sea perjudicial. En lo que sigue intentaré
explicar por qué además me parece beneficiosa. Me baso sobre todo en dos libros
de la psicóloga y filósofa Alison Gopnik en los cuales expone sus estudios
científicos con niños: El filósofo entre pañales (2010) y ¿Padres jardineros o
padres carpinteros? (2018). El argumento principal es que Papá Noel, los Reyes
magos, el ratoncito Pérez, el Olentzero, el Tió de Nadal y similares entran en
la categoría de los cuentos, los amigos imaginarios, juegos de fingimiento y
paracosmos de los niños, con todas las ventajas que tienen para su desarrollo
emocional y cognitivo.
Gopnik explica en ambos libros
la mentalidad infantil con rigor científico y evidencia empírica. En el
capítulo 2 de El filósofo entre pañales y en el quinto de ¿Padres jardineros o
padres carpinteros? explica el asunto de los amigos imaginarios. Señala cómo
los amigos imaginarios los tienen todos los niños en todas las culturas,
incluso en las que está mal visto, como las fundamentalistas cristianas o
hindúes, y cómo persisten aunque se les prohíba o en secreto (cuando se supone
que son demasiado mayores para creer eso).
También los relaciona con el
aprendizaje infantil acerca de la causalidad, la teoría de la mente ajena, la
distinción realidad-ficción, los contrafactuales, la empatía (ponerse en el
lugar del otro), etc. De hecho, los niños más imaginativos, capaces de
involucrarse vívida y emocionalmente en sus mundos ficticios (con sus amigos
imaginarios) desarrollan mejor todo lo anterior (que, nótese, es fundamental
para el pensamiento científico: imaginar hipótesis, pensamiento contrafactual
para falsarlas, buscar causas, etc.). Los amigos imaginarios, lejos de
perjudicar al niño o dificultarle la distinción realidad-ficción, se la
facilitan. Por cierto, también dice que los niños autistas no tienen amigos
imaginarios ni se involucran en juegos de fingimiento (del tipo yo soy el
príncipe y tú el dragón). La autora dice que los niños cuando crecen sustituyen
los amigos imaginarios por “paracosmos” (mundos imaginarios). Esa capacidad
ficcional de idear otros universos está en la base de la ficción, la
literatura, el cine… (y yo añadiría la ciencia y, mal empleada, la religión).
Pero lo mejor viene ahora.
También indica que la investigación científica ha descubierto que los niños
realmente no creen en sus amigos imaginarios. Mejor dicho, ni creen ni no creen
en el sentido que nosotros usamos esos términos (por eso lo entrecomillaba
antes). Digamos que creen en ellos cuando deciden involucrarse en el juego
(cuando hablan con ellos, por ejemplo) pero saben que no son reales. Lo que
pasa es que tienen la capacidad de vivir el juego de creer en ellos e
interactuar con ellos involucrándose al 100% emocional (con mucha menos
intensidad, es lo mismo que hacemos cuando de adultos nos metemos de lleno en
una película, novela u obra de teatro o ilusionismo: por un momento, vivimos la
ficción como realidad, y resulta una experiencia sublime. Ahora bien, para eso
debemos dejarnos llevar e ignorar los efectos de cámara, trucos, etc.).
Dicho de otra forma, ni creen ni
no creen, simplemente es que el asunto está mal planteado en esos términos. El
niño que juega al juego de Papá Noel no cree que Papá Noel exista en el mismo
sentido en el que existe su papá o su abuela, ni mucho menos se plantea ni se
cree que una persona real es capaz de “producir regalos para 2200 millones de
niños/as, exactamente el que quiere y merece cada uno, y repartirlos en el 70%
de la superficie del planeta”. Simplemente no piensa en eso, como los adultos
no piensan en los efectos especiales al ver una película: ¡es que si lo haces
no la disfrutas! Pero eso no significa que te creas que lo que ves en la
pantalla es cierto, aunque aun así llegas a tener emociones reales (como cuando
lloras o te asustas viendo una película). Los niños, simplemente, es que lo
hacen mucho mejor que los adultos, se meten de lleno en sus juegos de ficción o
en los cuentos, una capacidad que de adultos se va perdiendo (lamentablemente
para los adultos). Intentar explicarle a un niño que Papá Noel no existe para que
tenga un pensamiento crítico es como explicarle que ese palo con el que juega
no es una espada sino un palo. O como advertirle que los lobos no hablan antes
de leerle un cuento (como si el niño no lo supiera o fuera a creer por eso que
los lobos de verdad sí que hablan).
Una prueba de que los niños no
creen literalmente en Papá Noel y compañía es que ningún niño en peligro real
pide ayuda a Papá Noel en vez de a sus padres. Los niños son más pequeños pero
no más tontos. Según Gopnik, los niños distinguen claramente realidad de
ficción, lo que pasa es que se involucran (juegan) tan bien en la ficción que
somos los adultos quienes pensamos que las confunden. Algo que a los niños les
sirve para distinguir realidad de ficción es el carácter extremadamente exagerado
de las ficciones infantiles. Lo mencionado antes, por ejemplo: que Papá Noel
sea capaz de “producir regalos para 2200 millones de niños/as, exactamente el
que quiere y merece cada uno, y repartirlos en el 70% de la superficie del
planeta” (y además en trineo, volando y en una sola noche). De hecho, si le
preguntas a un niño que cómo es capaz de hacer eso, el niño te mirará raro
(como diciéndote: “es un cuento, tío”) o te dará cualquier explicación
descabellada intentando seguirte el juego y pensando que tu pregunta es parte
de ese juego (él, inocente, cree que quieres jugar y no fastidiarle).
Para acabar, y como tengo una
hija pequeña, decir que voy a leerle muchos cuentos y, cada vez que me hable de
sus amigos imaginarios, jugaré con ella a creer en ellos: hablaré con ellos, me
reiré con ellos, me pondré triste si se ponen malos, invocaré al ratoncito
Pérez, le dejaré algún detalle a papá Noel y a los reyes magos para que se
repongan de todo el trabajo que hacen en una sola noche, etc. Y procuraré creérmelo
tanto con ella (aunque no podré llegar a su nivel por ser adulto) para
disfrutarlo al máximo y compartirlo juntos. Y asumo el riesgo (soy así de
temerario) de que me esté equivocando y de mayor sea beata por haberle hecho
eso, pero por ahora pienso que así la estoy ayudando a ser científica.
Posdata:
Puede que parte de la oposición
a los Reyes magos, Papá Noel, etc., tenga que ver con sus connotaciones
religiosas y la relación con la navidad (natividad del niño-dios Jesús), etc.
Aun así, no veo ningún problema para un no-creyente, es más, creo que los
no-creyentes deberían celebrar todas las fiestas religiosas como forma de
activismo ateo.
Respecto de la religión, bien
pudiera ser, por lo menos en hipótesis, que fuera un residuo de este tipo de
pensamiento infantil en amigos imaginarios y paracosmos y que perdurara en
algunos adultos, pero donde la frontera entre ficción y realidad ya se ha hubiera
difuminado y borrado y ahí sí que no se distinguiera bien. Y digo residuo con
toda la intención, en el mismo sentido en el que el mismo fuego que sirve para
calentarnos en una hoguera (y por eso es tan útil) también produce un residuo
(el humo) que nos molesta según sople el viento. Ahora bien, de aquí no
deduciría que lo mejor es apagar el fuego sino colocarnos en el sitio adecuado.
De esta forma, la religión podría ser una fase infantil mal superada por
algunos adultos (aunque muy útil y valiosa como tal fase infantil y si se
supera correctamente).
Bibliografía:
Gopnik, Alison (2010). El filósofo entre pañales: Revelaciones
sorprendentes sobre la mente de los niños y cómo se enfrentan a la vida.
Editorial Planeta.
Gopnik, Alison (2018). ¿Padres jardineros o padres carpinteros?: Los
últimos descubrimientos científicos sobre cómo aprenden los niños. Editorial
Planeta.
Andrés Carmona Campo. Licenciado en Filosofía y Antropología Social y
Cultural. Profesor de Filosofía en un Instituto de Enseñanza Secundaria.
lunes, 30 de diciembre de 2019
La Mente Dormida: NO CREAS EN MEDIAS NARANJAS, CREE EN TI
La Mente Dormida: NO CREAS EN MEDIAS NARANJAS, CREE EN TI: Palabras para mi hija Hija Mía, quisiera estar seguro de haberte enseñado...a disfrutar del amor, a confiar en tu fuerza,...
NO CREAS EN MEDIAS NARANJAS, CREE EN TI
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Palabras para mi hija
Hija Mía, quisiera estar seguro de haberte
enseñado...a disfrutar del amor, a confiar en tu fuerza, a enfrentar tus miedos,
entusiasmarte con la vida, a que pidas ayuda cuando la necesites, a tomar tus
propias decisiones, a ser una buena amiga de ti misma.
Quisiera estar seguro de que aprendiste...a decir o callar según tu conveniencia, a quedarte con el crédito de tus logros, a no estar pendiente de la aprobación de los demás, a no absorber las responsabilidades de otros, a ser consciente de tus sentimientos y a actuar en consecuencia.
Quisiera
estar seguro, hija mía, que aprendiste...a poner límites, a sostenerlos, a
tomar más riesgos, a aceptar los cambios, a realizar tus creencias, a ser capaz
de llenar primero tu copa y luego la de los demás, a planear tu futuro, pero no
vivir en él.
Me gustaría, hija mía, que hayas aprendido... a valorar tu intuición, a no aceptar consejos de nadie si no lo ves apropiado, a hacer de la comprensión y el perdón, tus prioridades, a aceptarte como eres, a disfrutar la diferencia entre los sexos, a aprender de los encuentros y de los fracasos. Me gustaría, hija mía, que te permitas reír a carcajadas por la calle, sin ninguna razón. Pero, sobre todo, quisiera que hayas aprendido a no idolatrar a nadie, y a tus padres, menos que a nadie.
(Jorge Bucay)
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Frases extraídas de "El diario de bridget Jones"
1.- “Puede que sea mi media
naranja misteriosa, la que llevo esperando toda la vida”.
2.- “Nunca encontrarás novio
si pareces salida de Auschwitz”.
3.- “Eres la única que
puede salvarme. Te necesito. Sin ti, dentro de 20 años estaré en un bar de mala
muerte con una rubia indeseable”.
4.- “Es una realidad como
un templo que en el momento en que una parte de tu vida empieza a ir bien, otra
se hace añicos”.
5.- “Encontrar un novio
sensato con quien salir y no seguir teniendo relaciones románticas con
cualquiera de los siguientes: alcohólicos, adictos al trabajo, anti compromiso,
voyeurs, megalómanos, tarados mentales o pervertidos”.
6.- “Los amigos se pasan
años buscándote un novio, pero cuando tienes uno, te aconsejan dejarlo”.
7.- “Espera, los chicos
buenos no besan así”.
8.- “Leí que nunca debes
salir con alguien si se te ocurren 3 razones”.
![]() No es una obra maestra del cine, pero, la recuerdo con cariño, sería por el momento en que la vi, y con quién la vi.
El amor es uno de los sentimientos más
difíciles de explicar, pero, sin duda, es parte importante de nuestras vidas. Y es que
está presente en el cariño a nuestros padres, hermanos o amigos y hacia esa
persona especial, la cual hace que tengamos la sensación de cosquilleo en el
estómago y nos pongamos nervioso/as cada vez que la vemos.
Hay películas como Algo para recordar o Perdona
si te llamo amor y libros como Orgullo
y Prejuicio, entre otros, que han tratado de encontrarle un significado, lo
cierto es que tampoco han podido lograrlo. Lo han intentado a través de frases
expresadas por sus protagonistas. Aunque no dan con el significado exacto de dicho
sentimiento, presentan una idea cercana. Ejemplo de ello pueden ser las
siguientes, probablemente las recuerdes:
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Hace muchos años encontré esta perla de uno de mis artistas favoritos, ídolo de masas en su día y modelo a seguir por muchos, aunque dejara en la estacada a millones de seguidores de la banda más influyente de la historia de la música, The Beatles.
La media naranja NO
EXISTE!!
“Nos
hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la
vida sólo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que
nadie en la vida merece cargar en las espaldas la responsabilidad de completar
lo que nos falta.
Nos hicieron creer en una fórmula llamada
“dos en uno”: dos personas pensando igual, actuando igual, y que era eso lo que
funcionaba. No nos contaron que eso tiene nombre: anulación. Y que sólo siendo
individuos con personalidad propia podremos tener una relación saludable.
Nos hicieron creer que el matrimonio es
obligatorio y que los deseos fuera de ese término deben ser reprimidos.
Nos hicieron creer que sólo hay una fórmula
para ser feliz, la misma para todos, y los que escapan de ella están condenados
a la marginalidad.
No nos contaron que estas fórmulas son
equivocadas, frustran a las personas, son alienantes, y que podemos intentar
otras alternativas.
Tampoco nos dijeron que nadie nos iba a
decir todo esto… cada uno lo va a tener que descubrir solo. Y entonces, cuando estés muy enamorado de ti
mismo, podrás ser muy feliz y amar de verdad a alguien.
Vivimos en un mundo donde nos escondemos
para hacer el amor… aunque la violencia se practica a plena luz del día.”
John Lennon
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La Mente Dormida: GOETHE, LÍDER EN "SUPERDOTACIÓN"
La Mente Dormida: GOETHE, LÍDER EN "SUPERDOTACIÓN": Cara de listo tiene el chaval, creo. Hoy día no se habla de "ser superdotado" sino de tener ALTAS CAPACIDADES INTELE...
GOETHE, LÍDER EN "SUPERDOTACIÓN"
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Cara de listo tiene el chaval, creo. |
Hoy día no se habla de "ser superdotado" sino de tener ALTAS
CAPACIDADES INTELECTUALES, del mismo modo que no se habla de tener Retraso Mental sino de
sufrir una Discapacidad Intelectual. Hay que adaptarse a los tiempos modernos
si no quieres caer en la ignorancia ni el ostracismo. Creo que es por lo de la “inclusividad”,
que está muy bien, “of course”.
La psicóloga Catharine Cox Miles
realizó en la década de 1920 una estimación del cociente intelectual (CI) de
más de 300 grandes genios de la humanidad. La tabla estaba encabezada por Johann
Wolfgang von Goethe, que con 210 puntos aventajaba a portentos de la
ciencia como Newton, a quien Cox atribuía 190; del pensamiento, como Leibniz
y Pascal (con 205 y 195 respectivamente); o de la literatura, así Friedrich
Schiller y Heinrich Heine, ambos 'colegas' de Goethe y con 165 de
CI.
Aquella sorprendente relación
(por lo alambicado que se antojaba el procedimiento) formaba parte del libro 'La mente humana', de nuestro eminente José Luis Pinillos, que muchos
estudiantes de Psicología y curiosos de toda índole devoraban en la década de
1970 con los ojos puestos en aquel hombre, Goethe, que se suponía habitaba la
cima más elevada de la inteligencia humana.
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El cuadro de Johann Heinrich Wilhelm que fijó la imagen del poeta 'Goethe en la campiña romana'. |
Ahora, el destacado filósofo y
escritor alemán Rüdiger Safranski ha
buceado en la biografía, obra y sistema de pensamiento del autor de 'Las
afinidades electivas' en el volumen Goethe. 'La vida como obra de arte'
(Tusquets), que amplía su alabada serie de semblanzas que ya ha retratado a
Nietzsche, Schopenhauer, Heidegger y Schiller.
Como recogía Pinillos en 'La
mente humana', Goethe estaba convencido de que cualquier hombre es capaz de logros asombrosos cuando encuentra su
propio "genio"; dicho con sus palabras libremente entendidas, cuando dirige sus tentáculos en una
dirección determinada.
Bien porque su curiosidad
intelectual era insaciable, bien porque él disponía de demasiada máquina para
concentrar sus inmensas capacidades en un solo campo, Goethe "adoptó como principio la máxima de acoger en sí tanto
mundo como pudiera elaborar", escribe Safranski, que comienza su obra
refiriéndose al escritor como "un
acontecimiento en la historia del espíritu alemán".
Que la naturaleza es injusta lo
demuestra de manera inequívoca que Goethe
no sólo atesoraba un cerebro prodigioso sino también riqueza, hermosura,
elocuencia y gracia. Para mayor congoja de quienes tienden a asociar
inteligencia con espíritu atormentado, Safranski postula que además "tenía una admirable capacidad
de ignorar" todo aquello "a lo que no podía dar una respuesta
productiva".
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Wartburg mit Mönch und Nonne (Wartburg con un monje y una monja) pintado por Goethe. Obra datada el 14 de diciembre de 1807. |
Hoy englobaríamos dentro de la
"inteligencia emocional" ese don para saber "a qué dar entrada y a qué no" que, de acuerdo con
el autor de Goethe, lo convierte en un referente tanto con sus obras como con
su vida. Puesto que no podía soportar lo
casual e informe, escribió y vivió
para dar forma: "O bien la descubría, o bien la creaba".
A los siete años, nuestro hombre decía cosas un tanto odiosas como: "No puedo contentarme con lo
que a otros les basta". Con pocos más vio tocar a Mozart, que lo
maravilló. Él era todavía un pipiolo que, eso sí, abrigaba el sueño de escribir con su hermana Cordelia una novela ¡en
seis idiomas! y que le exigía a su
madre tres juegos de prendas de vestir al día: uno para la casa, otro para las
salidas ordinarias y un tercero para reuniones de gala.
Una de las muchas mujeres que le
rondaron le recomendó moderar su petulancia y dedicarse al estudio, sólo que la
carrera de leyes le aburría y, llegado el momento de ejercer, lo hizo sin
"ninguna ambición especial" a la espera de abandonarla por el oficio
de escritor: ¡cuánto debe la creación en
general a las facultades de Derecho!
Safranski rastrea con
conocimiento y documentación apabullantes la búsqueda de su voz interior, por
supuesto su extensa aventura política al servicio del príncipe heredero Carlos
Augusto de Weimar, así como los albores del movimiento Sturm und Drang y una de sus manifestaciones más visibles: "el
culto al autor", convertido en "divo". La vida del artista era ahora una obra de arte, y Goethe, un semidiós
adorado como su 'Werther', que impactó de tal manera en la sociedad de su
tiempo que Napoleón dijo haberla leído siete veces.
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Leyendo el Werther, de Wilhelm Amberg, 1870. |
La insoportable levedad de ser Goethe consiste, según su biógrafo, en que escribe
sus obras "en el primer intento" o bien las deja estar hasta que
llega el momento propicio para volver a probar, razón por la que 'Fausto',
por ejemplo, le llevó la vida entera. "Cuando se estancaba, iniciaba
algo nuevo (...). Simplemente, tenía demasiadas ideas. Por eso le resultaba
fácil destruir intentos anteriores".
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FAUSTO |
Armado con semejante intelecto, crea sin aparente esfuerzo, los poemas
se le presentan como a Mozart las notas. Esa actitud despreocupada,
"casi infantil", que le lleva a destruir periódicamente sus escritos
cambia a medida que su dedicación a la política en Weimar le inocula la duda de
si todavía "seguía siendo un artista".
Con su viaje a Italia, Goethe quiere resolver si es capaz aún de
«acabar algo o solamente de recoger los fragmentos», aventura Safranski,
para quien aquella huida sirve para
recordarle dónde se encuentra su centro de gravedad.
De vuelta en Alemania es decisiva su amistad con Schiller, cuya "alta concepción del arte" aguijonea a Goethe para dedicarse a la
poesía "con seriedad profesional y obstinación artesanal". Hasta
entonces, hacer poesía era para él "tan sólo una afición".
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Representación de Ifigenia (obra de Goethe) en Táuride: Wolfgang Langhoff, Inge Keller y Horst Drinda, Berlín (1963). |
La muerte de su amigo en 1805 le
hace ver la necesidad de recoger con cuidado sus obras en lugar de someterlas a
periódicos autos de fe, de pedir incluso la devolución de sus cartas a sus
propios destinatarios y de iniciar la redacción de una autobiografía, 'Poesía y verdad', que
terminaría, como la segunda parte de 'Fausto', poco antes de morir.
Monumento a Goethe en Leipzig |
La vida dio tiempo a Goethe para
presenciar la ruptura que supuso la Revolución
de 1830, que entre otras cosas
trajo el arrumbamiento a un plano secundario del arte, la literatura y la
filosofía en favor de la industria, las comunicaciones y el crecimiento de las
ciudades.
Como mantiene Safranski, tras
unos años de olvido, su figura emergió de nuevo como "ejemplo iluminador de lo lejos que puede ir quien asume como tarea de
la propia vida el proyecto de llegar a ser lo que él es", ya sea
orientando sus débiles tentáculos en una sola dirección o, como en el caso de
Goethe, en todas.
Sobre la música del Cantor de Santo Tomás,
escribió “era como si la eterna armonía del universo hablara consigo mismo,
como lo habría hecho en el pecho de Dios, antes de la creación del mundo.
![]() |
Casa natal de Goethe en Fráncfort, reconstruida tras la II Guerra mundial. |
A Goethe no le gustaban Beethoven ni Schubert. Pero sí Bach, Mozart o
músicos menos conocidos de su tiempo como Reichardt.
Goethe disfrutó de una larga
vida. Había nacido en 1749 y murió en 1832, a los 83 años. Esa longevidad le
permitió conocer distintas tendencias y modas literarias y musicales. En el
terreno de la música, Goethe, autor de una Teoría
de los Sonidos, a la que dedicó muchos años, tenía unas preferencias que
podrían sorprender, más de dos siglos después. De sus contemporáneos no llegó a
conectar con Beethoven, ni con Schubert, hoy considerado el “músico de Goethe”
por excelencia, pero sí con Mozart, Mendelsohn, Bach, Haendel o con músicos de
su tiempo hoy menos conocidos como Reichardt, Kayser o Zelter.
Johann Friedrich Reichardt,
quien llegaría a ser el último director de orquesta de Guillermo Federico II,
contaba, más o menos, con la misma edad que Goethe. Puso música a obras para
escena de Goethe y también convirtió, antes que Schubert, más de 100 poemas de
Goethe en exquisitos lieder. Desde el punto de vista cuantitativo, Reichardt
sería, según el estudioso Eustaquio Barjau (autor de Goethe y la música,
Ediciones Singulares) el " músico de Goethe por antonomasia".
Comunicación por cartas
En aquella época esas
colaboraciones se hacían por correspondencia. Pero Reichardt le comunicó muchas
veces al poeta su deseo de conocerle personalmente. Y así en 1789, el
compositor se alojó en la casa de Goethe en Weimar, durante algunas semanas.
Allí, el poeta le ofreció el libreto de Erwin y Elmire, una historia de amores
y desengaños entre dos parejas cercana a la opera buffa que con música de
Reichardt se estrenaría en la corte de Weimar.
Reichardt, que también era
escritor, veló por respetar las intenciones poéticas del autor de Fausto y con
su música dar a sus poemas “más fuerza, más encanto”, diría. Su objetivo era
“rodear, abordar la entidad de un poema de la forma más sencilla pero más
significativa” La prueba de ello son sus lieder con texto de Goethe, como Die
schöne nacht (“La noche encantadora”) donde leemos “ahora dejo esta choza, mi
querida morada y deambularé con pasos silenciosos, amortiguados por el oscuro y
lúgubre bosque” y al que dotó de una sensibilidad musical que podríamos definir
como prerromántica.
Goethe sí miró al pasado
Al vivir tantos años, Goethe
conoció, en música, el final del Barroco y el comienzo del Romanticismo,
pasando por el Clasicismo. Así llegó a interesarse no sólo por Mozart y Haydn
sino también por figuras como las de Haendel y Bach.
Aunque habían pasado ya varios
años de la muerte de J.S. Bach y el compositor había sido olvidado por muchos,
Goethe sí llegó a conocer su música y a emocionarse con obras como La pasión
según San Mateo y El clave bien temperado.
An Mignon (Goethe) aus J.Fr. Reichardt: Lieder von Liebe und von der Einsamkeit
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