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MECANISMOS DE DEFENSA EN
PSICOANÁLISIS
La misión de los mecanismos de defensa
(proyección, racionalización, sublimación, represión, etc.) dentro del
psiquismo, es la de regular las cargas de energía (disminuyendo la tensión
psíquica) para "proteger" el equilibrio y evitar toda clase de
trastornos o perturbaciones producidas por exceso de excitación emocional.
De las cuatro emociones básicas generadoras
de distintos estados anímicos, hay dos capaces de producir alteraciones en el
equilibrio psíquico: el "pánico" y la "cólera". En el caso
del pánico, cuando no actúa adecuadamente la función reguladora de los mecanismos
de defensa, se perturba el psiquismo generando los estados de angustia,
ansiedad, bloqueo, inhibición, fobias, miedos imaginarios, etc. En cambio, si
la función reguladora actúa adecuadamente, la reducción de la intensidad de la
raíz bioquímica generará los estados de reserva, desconfianza, precaución,
previsión, etc.
En las reacciones de excitación colérica,
cuando la función reguladora del psiquismo es deficiente, se generan los
estados de ira, agresividad, furia, irritabilidad, explosividad, impulsos destructivos,
etc. Esta misma reacción, convenientemente regulada por los mecanismos de defensa,
por esa especie de "relé psíquico" que todos poseemos en mayor o menor
grado, da lugar a la combatividad, la iniciativa, el ardor, la ambición, el
dominio de las situaciones, la resolución y la eficacia en la solución de los
asuntos, de problemas o dificultades, es decir, se convierte en una acción
positiva sobre personas, hechos o circunstancias del entorno.
Las notables diferencias que hay de unos
individuos a otros en los mecanismos de defensa se deben al nivel de
organización del Yo y a la naturaleza de las tensiones contra las cuales cada sujeto
desea protegerse. Por otro lado, hay mecanismos de defensa normales y
mecanismos de defensa patológicos.
Anna Freud nos ofrece la lista siguiente: el
rechazo, la regresión, el aislamiento, la proyección, la racionalización, la
introyección, la compensación, la supercompensación, la identificación, la
sublimación, la fijación, la conversión somática, etc.
Todos estos mecanismos suelen aflojar la
tensión, incluso pueden algunos de ellos producir una satisfacción sustitutiva
o resolver más o menos aparentemente un problema. Pueden también ayudar a no
desesperarse por las pocas cosas que pueden lograrse en proporción a los deseos
y pueden hacernos olvidar tanto las injusticias vividas como lo absurdo de
muchos hechos o acontecimientos.
La REPRESIÓN
Bajo
el punto de vista psicoanalítico, la represión es el "aprisionamiento en
el subconsciente de recuerdos, ideas, emociones, etc. cuya exteriorización a través
de la conciencia está impedida por las barreras psíquicas de la censura"
(Merani). Por ejemplo, la atracción sexual, o el odio hacia el padre o la
madre, o hacia un hermano o hermana. Otro ejemplo sería el niño que hace algo
reprobable y sus padres le castigan por ello. Esto genera en el niño cierta
ansiedad asociada al temor a perder el cariño de sus padres. Para evitarlo, el
niño reprime el impulso a hacer de nuevo aquello que fue motivo de castigo, con
lo cual evita también la ansiedad correspondiente.
Cuando en el subconsciente se almacenan una
serie de emociones rechazadas (fuerzas, impulsos, deseos, etc.) que acumulan
cargas tensionales, más o menos irritativas, dentro del proceso químico celular
correspondiente, es probable que esto desencadene una neurosis. Este estado tensional
anormal puede liberarse de varias maneras, como por ejemplo a través del sueño
y con disfraces simbólicos o a través de manifestaciones de duda, temor,
ansiedad y aprensión poco normales. En algunos casos, los estados tensionales
excesivos producidos por la represión se manifiestan también a través de actos
o de hábitos simbólicos o simulando algún padecimiento físico como
expresión de lo reprimido.
Para Wilhelm Reich, la expresión corporal de
la represión es la "rigidez muscular" en las distintas áreas del
cuerpo: nuca, hombros, brazos, piernas, pecho, abdomen, etc. (esta doctrina
está desarrollada ampliamente por su discípulo Alexander Lowen, del que debemos
estudiar esencialmente su obra La depresión y el cuerpo). Es por esta razón que
podemos aconsejar a ciertos neuróticos, cuya rigidez se manifiesta también en
la escritura, los ejercicios gimnásticos, la sauna, los masajes, para que se
relajen y queden "como nuevos" y, sobre todo, una vida sexual sana y
abundante.
La REGRESION
La regresión, en el Análisis Transaccional,
sería un retorno al "yo infantil" a consecuencia de un enturbiamiento
del "yo adulto". Ese enturbiamiento podemos considerarlo como una
especie de fracaso del Yo frente al "Objeto". El sujeto, o bien no ha
recogido informaciones para actuar eficazmente sobre su realidad circundante, o
no es lo suficientemente activo y emprendedor para informarse y
"asegurar" la acción adecuada para dominar los hechos, circunstancias
o acontecimientos.
En cualquiera de los casos (impotencia,
fracaso, fatiga, pereza, deterioro mental, etc.), el sujeto opta como solución
a su problema el volver a un estadio anterior de desarrollo de su vida afectiva
y mental en donde se sintió más cómodo, seguro y protegido. De este modo, se
convierte en un niño interior reactivo, sea adoptando la fase de docilidad
(dependencia-sumisión), sea adoptando un rol de rebeldía, negativismo,
oposición o tozudez.
Toda regresión supone una vuelta atrás del
proceso de maduración psicológico, tanto afectivo como mental. Por tanto, es un
claro síntoma de neurosis, de desadaptación. El "Ello" domina sobre
el "Yo", lo que tiende a crear un disturbio de la personalidad, pues
así como la "progresión" es la tendencia a mejorar, a superarse para
alcanzar una mayor adaptabilidad a los cambios y evoluciones de la vida, el
sujeto con una libido "en regresión" huye de situaciones insoportables
refugiándose en pensamientos, sentimientos y modos de conducta primitivos, aunque
cree que con su modo de pensar, sentir y actuar no elude las dificultades y
problemas que tiene delante.
El pensamiento regresivo es frecuente en
sujetos que, a falta de adecuados estímulos de aprendizaje y de superación,
quedan arrinconados y obsoletos en su profesión, viendo como otros compañeros,
estudiosos y con ambición, alcanzan puestos elevados y mejor remunerados. La única
solución compensadora de tales sujetos es la de refugiarse en otras etapas
anteriores, es decir, volver la mente hacia el pasado muerto en donde se
sintieron "seguros" e "importantes".
Los mecanismos de defensa podrían dividirse en:
a) Normales. Las defensas
son normales cuando los mecanismos reguladores de la tensión emocional operan
de modo que permiten la descarga de los excesos de tensión sin dar lugar a
desequilibrios o transtornos funcionales más o menos importantes.
b) Patológicos. Cuando
estos mecanismos de defensa son ineficaces y la acumulación de tensión no encuentra
una vía de descarga, la persistencia en el inconsciente de estas cargas
energéticas anormales tiende a producir transtornos tanto psíquicos como
físicos: neurosis o comportamientos inadaptados, psicosis y síntomas físicos,
como pueden ser la rigidez muscular de ciertas zonas corporales, las úlceras de
estómago, las cardiopatías, los trastornos en la vesícula biliar y un largo etc.
La SUBLIMACION
Dentro
de los mecanismos de defensa más positivos para la descarga de las tensiones
podemos considerar la "sublimación”, que viene a ser como un medio de
alcanzar satisfacción en forma sustitutiva o imaginaria a las dos tendencias
básicas de nuestros instintos: la sexualidad y la agresividad.
Se trata de un tipo de comportamiento o
conducta en el que tendencias, impulsos instintivos, deseos, etc. que son
moralmente y culturalmente rechazables por la conciencia y por la convivencia
social se descargan canalizando su energía en torno a comportamientos
socialmente aceptables. Todas las actividades científicas, artísticas,
intelectuales, religiosas y culturales, en general, son -según
Freud-consecuencia de la sublimación. Así, por ejemplo, ciertas tendencias sádicas
se descargan en actividades como las de cirujano, dentista, escultor, grabador,
matarife, luchador, cazador, etc., profesiones donde la agresividad sádica está
justificada por su beneficio a la colectividad.
Socialmente, no podemos dar satisfacción
directa a estos dos instintos más que en determinadas condiciones favorables a
estos impulsos. Nuestra educación, nuestra cultura y las normas sociales
establecidas exigen de nosotros un control, incluso un bloqueo, cuando el
objeto que provoca estos impulsos es un "tabú" (padre, madre,
hermanos, etc.). Evidentemente, no podemos matar al padre para acostarnos con
la madre (complejo de Edipo). Sin embargo, y así es en muchos casos, podemos
elegir como objeto de amor a una mujer que, en cierta medida, reúna rasgos o
cualidades psicológicas parecidas a la madre (el origen de toda la psicología
szondiana se fundamentó, precisamente,
en este hecho).
Szondi señala como
factores de sublimación los siguientes:
Factores instintivos - Modo de sublimación de
cada factor
- Pulsiones homosexuales =
Cultura general y humanidad
- Pulsiones sádicas =
Técnica y civilización
- Pulsiones epileptoides =
La religión y la ética
- Pulsiones histeroides =
El arte dramático
- Pulsiones catatónicas =
Filosofía, metafísica, matemáticas, lógica
- Pulsiones paranoides =
Poesía e investigación
- Pulsiones depresivas =
La economía en general y el coleccionismo
- Pulsiones maníacas = La
palabra (orador, político, cantante, etc.)
El sujeto con tendencias homosexuales
satisface sublimadamente estas tendencias eligiendo profesiones en las que está
constantemente en contacto con personas de su propio sexo (peluqueros,
masajistas, sastres, médicos especialistas en enfermedades sexuales masculinas,
etc.).
Los sujetos con tendencias sádicas pueden
sublimar y descargar de modo indirecto estos impulsos en profesiones como
cirujano, escultor, boxeador, torero, profesor "hueso", guardia, inspector
de Hacienda y muchas otras profesiones donde el "hacer sufrir" es
socialmente bien visto.
El masoquista, que se recrea en su dolor y
que descarga sobre sí mismo su agresividad, no puede ir por la calle dándose
latigazos con un látigo de pinchos, pero puede hacerlo en su habitación más
íntima, como lo hiciera San Juan María Vianney, el cura de Arch por motivos religiosos,
o puede hacerlo camuflado detrás de un capuchón en una procesión de Semana
Santa, circunstancia en la que, socialmente, se acepta el martirio público como
penitencia. El masoquismo puede descargarse también en actividades deportivas
duras y con riesgo (pilotos de coches, escaladores de montaña, ciclistas,
levantadores de grandes pesos, corredores de grandes maratones, etc.) y en
profesiones no deseadas (basurero, enterrador, minero, empleado de funeraria,
pocero, etc.).
Las sublimaciones necesitan para mantenerse
un torrente irrefrenado de energía instintiva. Por eso hacen su aparición
cuando desaparecen las represiones. En la sublimación las fuerzas defensivas
del Yo no actúan en forma de oposición directa, lo que permite, mediante
tretas, desexualizar los impulsos y canalizarlos en una dirección sublimada.
Las personas que desarrollan la sublimación "hacen exactamente aquello que
el instinto les exige, pero lo hacen luego que el instinto ha sido
desexualizado y subordinado a la organización del yo" (Fenichel).
"Todo instinto o pulsión instintiva se
sublima en la medida en que la energía que genera se canaliza o deriva hacia un
nuevo fin no sexual y apunta hacia objetivos socialmente valorados" (Laplanche).
La PROYECCION
La
proyección es un mecanismo de defensa mediante el cual "escupimos"
sobre el mundo o sobre los demás aquellas emociones, vivencias o rasgos de
carácter que deseamos desalojar de nosotros mismos por inaceptables. Todo lo
que resulta placentero es aceptado como algo perteneciente al propio yo. Todo
cuanto resulta desagradable, molesto o doloroso es sentido como ajeno al yo.
La frustración desaparece cuando creemos que
nuestros defectos, nuestras deficiencias y nuestros fracasos también los tienen
los demás, o son los demás los causantes de esos fracasos, de esas deficiencias
o de algo que nos deseamos tener. Por ejemplo, las personas que piensan mal creen
que los demás también piensan del mismo modo. El pequeño comerciante que roba
50 gramos en cada kilo, cuando compra en otra tienda será el cliente más
desconfiado.
En Psicología nos servimos de la proyección
para detectar determinados rasgos de carácter, como pueden ser las
motivaciones, los problemas, las frustraciones y las conductas desadaptadas.
Tests como el de Rorschach, el Szondi, T.A.T, Machover, etc., son esencialmente
proyectivos. A través de estas pruebas se captan aspectos de la personalidad
que ni el mismo sujeto sospecha, como, por ejemplo, el modo de enfocar la vida,
el tipo de inteligencia, la originalidad o vulgaridad y, sobre todo, su
equilibrio emocional y sus formas de agresividad.
Las tendencias proyectivas se desarrollan de
modo importante en las personalidades de tipo "paranoide". Algunos
paranoides muy sensibles son capaces de percibir el inconsciente de los demás y
al interpretarlo se olvidan de su propio inconsciente. En los casos graves la
proyección lleva a la deformación viciosa o a una falsa imagen de la realidad
(delirio paranoide).
La proyección, bien canalizada, puede
generar creaciones artísticas o científicas más o menos originales, pero en el
caso del científico la proyección debe estar controlada por una inteligencia analítico-sintética
que revise y sistematice las propias ideas con un serio cotejo de la realidad.
Otros mecanismos, como la negación, la
introyección, el aislamiento, la formación reactiva, la anulación, la
postergación de afectos, etc. serán tratados más adelante.
La proyección, la sublimación, la regresión,
etc. requieren el empleo de tests
proyectivos para un mejor estudio, especialmente el test de Rorschach, el test
de Szondi o el T.A.T., entre otros, sin despreciar lo que se puede obtener por
grafoanálisis.
Los mecanismos de defensa constituyen una
conducta defensiva con la que opera la personalidad para mantener un equilibrio
homeostático, es decir, una regulación de la tensión, de la excitación. Con
esta conducta defensiva, el organismo puede lograr un ajuste o adaptación que elimine
toda clase de inseguridad, peligro, tensión o ansiedad. Sin embargo, la
conducta defensiva no resuelve los conflictos, sino que se limita a restringir la
capacidad de actuación del yo frente al "objeto perturbador". Por
esta razón, cuando la conducta defensiva logra mantener el normal equilibrio de
las funciones psíquicas y físicas, podemos decir que el individuo tiene un
comportamiento adaptado y se desenvuelve, frente a su mundo circundante, sin
grandes conflictos o perturbaciones, es decir, elimina fácilmente toda fuente
de peligro, tensión, ansiedad o inseguridad.
Cuando fracasan los mecanismos de defensa o
el sujeto pierde las defensas habituales, aparecen los conflictos psíquicos
(ambivalencias), generadoras de ansiedad y, en casos extremos (pérdida de las
defensas), se produce la desintegración psicótica. Toda rigidez en la conducta
es la expresión de un fallo, de una insuficiencia o de una pérdida de los
mecanismos reguladores de la tensión o excitación.
La flexibilidad, en grado II y III de la
escala de Pophal, es reveladora de una conducta bien adaptada. Una excesiva
flexibilidad, como ocurre en el grado I de esta escala, es señal de insuficiencia
en los mecanismos reguladores de la actividad psíquica y física y supone una descarga
constante de las tensiones emotivas sin ninguna clase de inhibición o control,
tal como ocurre en las naturalezas histéricas.
Cualquier exceso, perturbación o fallo en los
mecanismos reguladores de la tensión o excitación genera conflictos y
desadaptación, tal como ocurre en mayor intensidad progresiva en los grados
IVa, IVb y V de la escala de Pophal, cuyo extremo (grado V) señala las
tendencias esquizofrénicas, en oposición al grado I, que coincide con
tendencias histéricas.
La INTROYECCION
Este es un mecanismo de defensa que consiste
en introyectar, mediante la absorción, identificación o imitación, ciertas
cualidades que tienen los "objetos externos". El sujeto actúa imitando
al padre o a la madre, al profesor, al actor de moda o a aquellas personas con
las que se identifica. Cuando el Rey Sol decía "Francia soy yo", o
cuando utilizamos frases como "mi empresa", "mi partido",
"mi equipo", etc., estamos indicando un proceso de identificación
introyectiva en el que asociamos cosas externas a nuestro yo, como si fuesen
parte de nosotros mismos.
Cuando la introyección es exagerada, se
produce lo que se ha venido a llamar el "canibalismo psíquico". Así,
el celoso desarrolla tanto el sentimiento de posesión del ser amado como parte
de sí mismo, que no puede tolerar ni una simple sonrisa de su pareja hacia
alguien del otro sexo. Así también, el sujeto que no puede tolerar que otro
compañero se siente en su mesa o utilice su teléfono o sus utensilios de
trabajo.
En la época de los "Beatles", gran
cantidad de jóvenes se dejaron melenas a imitación de los mismos, bajo la
impresión subjetiva de que imitando a los componentes es este famoso grupo musical
podrían triunfar en la vida y frente al otro sexo, tal como sus
"modelos". Lo mismo ocurrió con los peinados de Brigitte Bardot, que
pronto tuvo gran cantidad de mujeres imitadoras.
En el fondo, la introyección parece
recordarnos el primitivo instinto de "dominio y valimiento" que
formuló Adler. Así, por ejemplo, el niño que imita a su padre cree que de este
modo puede ser tan valioso, fuerte y potente como él. Las mujeres que imitaban a
"B.B." pretendían, inconscientemente,
tener su fuerte "sex-appeal". Los matrimonios que llevan mucho tiempo viviendo juntos y bien avenidos, al
introyectar cada uno los gestos del otro, acaban pareciéndose. Siempre se imita a aquél que se admira.
La CONVERSION
La conversión o somatización es un fenómeno
que se da principalmente entre los histéricos. Consiste en convertir en
transtorno o enfermedad física las frustraciones o contrariedades sufridas.
Mediante este mecanismo de defensa, ciertos histéricos, transformando en
enfermedad las contrariedades sufridas, eligen este medio para dominar,
castigar o retener a las personas de su círculo íntimo. Por ejemplo, habiéndose
negado el esposo a llevar a su mujer a un viaje de negocios que tiene que hacer
a Italia, ésta cae enferma de cualquier cosa de apariencia grave e impide el
viaje. ¿Cómo podría el marido abandonar a su esposa en semejante estado?
Coincide, además, que la conversión o somatización se produce siempre que es contrariado
un deseo, sea o no razonable.
La COMPENSACION
Cuando
fracasamos en algo o nos sentimos menos dotados de lo normal en algún aspecto,
en muchos casos los mecanismos de defensa estimulan a triunfar en la misma
dirección o en otra esfera sustitutiva. Por ejemplo, Demóstenes, tartamudo de
nacimiento, logra, mediante ejercicios en la playa y en solitario, convertirse
en uno de los oradores más famosos de la antigüedad. Beethoven, sordo como una
tapia desde los 28 años, logra sus mejores composiciones a partir de su
sordera. Pio Baroja no logra su triunfo como médico, pero en cambio logra ser
uno de los mejores escritores de la generación del 98.
Por tanto, la compensación es desarrollar
una conducta en la que el sujeto puede sentirse superior a la mayoría en
descargo de no haber podido seguir otra conducta en la que se hubiera sentido
inferior.
La RACIONALIZACION
Es una forma de negación en la que, para
evitar el conflicto o la frustración, se dan razones o se expresan argumentos
que ocultan, justifican o encubren los fallos o contrariedades. Mediante este
mecanismo, el sujeto se defiende del efecto frustrante y trata de convencerse de
que, en el fondo, no deseaba aquello que no ha conseguido. Un ejemplo es el de
la zorra que después de varios saltos no logra alcanzar las uvas de la parra y
exclama: "¡Vah, están verdes!". Otro ejemplo es el del joven que se
siente frustrado por las calabazas que le ha dado una muchacha de la que está
enamorado y dice para sí mismo: "Es estúpida, no sabe lo que se pierde,
¡con la gran cantidad de chicas que hay, incluso mejor que ella!". O el
del empleado que aspira a un cargo que la empresa ha dado a otro compañero de
su departamento. Cuando el empleado ascendido le dice: "Siento que me
hayan elegido a mí pues, por antigüedad, te tocaba a ti ascender", el
aludido contesta: "No te preocupes, mis aspiraciones son más altas".
La FIJACION
Es una intensa adhesión a algo o a alguien,
como la fijación de la madre en el complejo de Edipo, o al padre en el de
Electra. La fijación se refiere, mayormente, a adherencias desarrolladas en la
infancia que persisten de una manera inmadura o neurótica en el adulto. Su
consecuencia es la ineptitud para desarrollar otras adhesiones normales
desplazando la libido hacia otras personas u objetos. Es estos casos, el sujeto
conserva las mismas ideas y la misma manera de hacer las cosas. La fijación
conduce a la rigidez mental.
El apego exagerado a personas u objetos
puede volverse ambivalente, es decir, el sujeto odia y ama a la vez el
"objeto" de su fijación. La fijación a la madre, por ejemplo, puede
llevar a un apego al estado "oral" en aquellos sujetos que la madre
les prolongó el pecho demasiado, o se mostró excesivamente protectora en la
infancia, lo que entraña más tarde en el adulto un comportamiento infantil
tiránico y absorbente. En algunos casos, la fijación puede provocar una transformación
de la libido en perversiones. Según Freud, las fijaciones en las etapas oral,
anal y genital primarias pueden provocar neurosis, psicosis y criminalidad.
La fijación no sólo es un estado de
estancamiento o regresión a cualquiera de las fases de evolución infantil
(oral, anal, genital, etc.), sino que puede referirse también a ciertos
contenidos representativos (experiencias, imagos, fantasías, etc.) que
persisten de manera fija e inalterada en el inconsciente y a las cuales se
ligan cargas energéticas (pulsiones, impulsos) que tienden a alcanzar un fin.
Así, por ejemplo, la esposa que no ha recibido suficientes muestras de comprensión,
afecto e interés por parte del marido puede desarrollar una fijación impropia a
los padres y al antiguo hogar. Evocando satisfacciones de su vida de soltera y
del trato que recibió de sus padres, evita la carga de ansiedad que le
proporciona la frustración matrimonial.
La FORMACION REACTIVA
La formación reactiva es una actitud o
hábito de reacción opuesto al deseo reprimido. El sujeto lucha directamente
contra toda representación penosa, frustrante o dolorosa, sustituyéndola por un
síntoma primario de defensa o "contrasíntoma", consistente en adoptar
una conducta o reacción que excluye de la conciencia a los elementos que
intervienen en el conflicto (la representación sexual y el reproche que ésta
suscita, por ejemplo), en favor de virtudes morales llevadas al extremo, como
pueden ser el pudor, la escrupulosidad, la persecución de las conductas
inmorales, etc.
Las conductas "reactivas" son
propias de sujetos de carácter obsesivo que se comportan de manera opuesta a la
realización de los deseos. Así, por ejemplo, la excesiva tendencia a la limpieza
oculta la tendencia inconsciente al erotismo anal. La mujer que trata a sus
hijos con excesiva dedicación y ternura en el fondo los odia. "El juez que
lleva al extremo y de forma escrupulosa su ansia de equidad -dice
Laplanche-puede mostrarse, por esto mismo, sistemáticamente indiferente a los
problemas reales que plantea la defensa de quienes recurren a él, satisfaciendo
así, bajo la máscara de la virtud, sus tendencias sádicas..."
La conducta reactiva es propia de los
sujetos de carácter "anal" y "obsesivo", aunque puede darse
también en ciertos histéricos.
Hay muchos otros mecanismos de defensa (el
aislamiento, la inhibición, el desplazamiento, anulación retroactiva, vuelta en
contra del sujeto, transformación en lo contrario, etc.) descritos por Anna
Freud, Melanie Klein, Laplanche y Fontalis, y otros. Otto Fenichel en su obra
Teoría psicoanalítica de la neurosis hace una exposición bastante amplia de los
"mecanismos de defensa", aunque no siempre resulta clara para los no
especializados.
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miércoles, 6 de noviembre de 2019
MECANISMOS DE DEFENSA
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