Después de diez años desde mi última visita
a Bilbao, he pasado dos días en la capital vizcaína con motivo del Congreso de
la Asociación Nacional de Psiquiatría Biológica. He asistido al mismo con un
nutrido grupo de colegas murcianos. Desde el punto de vista formativo ha sido
una experiencia interesante, pero aquí quiero hablar de otras experiencias que
han resultado aún más gratificantes todavía.
Como en otras ocasiones, cuando viajo, me
gusta desmarcarme, a ratos, del grupo que me acompaña. Y así ha ocurrido en
esta ocasión en Bilbao, una ciudad preciosa y cuyos ciudadanos me han vuelto a
demostrar que son gente encantadora, amable y cordial, nada que ver con lo que
a veces te cuentan algunos nostálgicos de tiempos políticos ya superados, que
describen al pueblo vasco en su conjunto, como una panda de independentistas
desalmados que apoyan a los terroristas como si fueran héroes.
No sé si es por casualidad o por otros
motivos, pero de todos los bilbaínos con los que he hablado, ninguno me ha
contestado en euskera y ninguno se ha mostrado defensor de la independencia,
hablan del conflicto vasco como algo al margen de reivindicaciones beligerantes,
lo único que manifiestan es que les gustaría que se respetara su cultura, sus
costumbres y su idioma cuando quieran utilizarlo, que por cierto, parece ser
que se habla mucho más en pueblos pequeños que en la capital.
He tenido, por ejemplo, la dicha de compartir
unas horas con un buen amigo al que no veía desde hacía 20 años, un murciano
que, por motivos laborales y sobre todo “amorosos”, recayó en Bilbao hace más
de tres décadas y aquí desarrolla su trabajo, tiene a su familia y se siente
feliz y perfectamente integrado. En varias tascas, donde he degustado unos
fantásticos “pintxos”, cañas y algún delicioso chacolí, he departido
amigablemente con bilbaínos/as, a los que no conocía previamente y que se han
mostrado amables y generosos.
Quiero destacar dos largas conversaciones,
una en la calle, con una entrañable pareja, que casualmente residía muy cerca
del pub donde había quedado con mis colegas, que retrasaron su llegada, hecho
que permitió que me contaran con detalle muchas cosas de la ciudad. Juan, un
tipo simpático y muy ocurrente, me contó que se dedicaba a “fabricar” un
chacolí buenísimo, de hecho al día siguiente iba a recolectar la uva con la que
en breve haría el caldo mejor de
Vizcaya. Asimismo se autodefinía como experto en cuestiones culinarias,
especialmente en recetas preparadas a la brasa, curiosamente su chica comentó,
en tono jocoso, que muchos amigos le llamaban “el brasas”. La interesante
conversación terminó antes de lo que hubiéramos deseado porque ellos tenían
algo de prisa pero sobre todo por una urgencia mingitoria que tuve de repente,
una pena. Antes de despedirnos, intercambiamos nuestros números de teléfono
para seguir en contacto en el futuro.
Al día siguiente, tras una comida de grupo
en un prestigioso restaurante del centro de la ciudad, el asador Kerren, me
volví a desmarcar del grupo y me quedé charlando en la barra ubicada a la
salida del restaurante, con dos tipos muy peculiares. Metí baza, educadamente
como siempre, en una conversación distendida que mantenían. Me invitaron a sentarme
con ellos y me ofrecieron una copa de vino que ellos estaban degustando, un
buenísimo Rioja. Tras charlar de algunos temas banales como mi procedencia, la profesión
de cada uno, el tiempo meteorológico, y los tópicos habituales, la conversación
derivó hacia los gustos musicales y temas más “profundos”. Tras un comentario
sobre mi afición a la escritura, uno de ellos, Ritxard, me explicó que él era
escritor, que había publicado varias novelas y me invitó a entrar en internet
para completar la información que amablemente me fue contando. Fueron al menos
noventa minutos de charla muy interesante. Me dio una tarjeta con sus datos
personales que me permitirían localizar su trayectoria profesional en la web y
me despedí de mis nuevos “amigos” vascos con un cálido apretón de manos.
Esta mañana, ya en casa, he tenido la
curiosidad de poner su nombre en Google y he rastreado distintas direcciones
donde aparece Ritxard Agirre, escritor. Efectivamente ha escrito varias novelas
con cierto éxito, al menos en el ámbito local y regional vascos.
Voy a
exponer a continuación parte de la información que he encontrado. Mando desde
aquí un cordial saludo a Ritxard y su amigo, gracias por vuestra hospitalidad.

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Sinopsis
"Tarótico. Un Viaje Sexpiritual"
es una novela que toma como base los veintidós Arcanos Mayores del Tarot
y combina erotismo, fantasía, humor y aventura para llevarnos en el
viaje personal del protagonista. Un personaje complejo que nos despierta
sentimientos de simpatía, aversión, ternura, desprecio, y hasta deseo.
Es una obra llena de sensualidad y espiritualidad, capaz de arrancarnos
sonrisas e, incluso, llegar a excitarnos.
El sueño de un niño por ser
escritor
Un reportaje de Yaiza Pozo - Lunes, 29 de Enero de 2018
El bilbaíno Ritxard Agirre presenta en Santutxu su
quinta obra literaria en la que narra una historia de amor
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Ritxard Agirre, con su última novela, que lleva por título ‘El rugido secreto’. (Juan Lazkano) |
Con un cómic bajo el brazo y su inseparable bicicleta
se recuerda el escritor bilbaíno Ritxard Agirre. Desde pequeño jugaba a ser
escritor y soñaba con transmitir emociones a sus lectores mientras pedaleaba.
Ese día llegó en 2014, cuando presentó su primera obra literaria. Ahora, tres
años después, lanza su última novela, titulada El rugido secreto. Hace
un mes, la presentó en el barrio de Santutxu, lugar en el que reside y donde
más arropado se siente. Pero no es la primera ni será la última porque hasta la
fecha ya ha publicado cuatro novelas y un ensayo.
“Mi primera
novela creo que tiene un recorrido lógico en mi vida. Desde siempre he sido un
chico bastante retraído”, cuenta Agirre, un almacenero con alma de escritor.
Refugiarse en el mundo interno de la literatura y el ciclismo -otra de sus
pasiones- hizo que desde pequeño desarrollara su parte más creativa y fuese un
“libre pensador”. “Así se me van ocurriendo historias. Comencé a jugar a ser
escritor con un blog y escribía las crónicas para waterpolo y la liga de fútbol
7. Le cogí el gusto”, relata.
A partir de
ese instante, empezó a gestarse su primera novela. Desde entonces, ha ido dando
a luz a cuatro libros más que irradian sentimiento y dedicación. Pero si
tuviese que quedarse con uno de ellos, sin duda, se quedaría con El edificio.
“Es un cuento para adultos que no tiene nada que ver con el que acabo de
publicar ya que es más fantasía. Le tengo mucho cariño a cómo lo cree y desarrollé.
Es un libro que me emociona”, confiesa.
Rodearse con
el mundo de las letras ha hecho que llegue a las personas del barrio. “Lo
bonito de todo esto es cuando vas por la calle, te para alguien porque ha leído
tu libro y te dice si le ha gustado o no”, comenta Agirre. Provocar sensaciones
en la gente, tal y como anhelaba desde su infancia, es todo un logro para el
escritor. “Es un orgasmo de satisfacción porque quien me lee está invirtiendo
su tiempo y durante un tiempo se ha emocionado, se ha enojado… Le he hecho
sentir cosas y eso no se paga con dinero”, confiesa, agradecido.
Tras coger
impulso, hace dos años, se animó a escribir la que sería su última entrega. Se
presentó el 20 de diciembre y se estrenaba con una nueva historia, nada que ver
con las anteriores. Esta vez, el amor es el verdadero protagonista. “Era una
idea que la tenía en mente hace tiempo sobre todo porque me gusta analizar el
pensamiento humano porque se nos llena la boca a todos por el amor, pero luego
eso no es cierto. Puede ser en la teoría pero en la práctica tomamos decisiones
desde la mente”, relata.
Más allá del
amor La crítica social también está presente en su novela que tiene como
escenario principal Bilbao y como protagonista al Athletic. Sus personajes
principales son un jugador de éxito con ideología abertzale y una líder
conservadora del País Vasco. “Así empezó El rugido secreto, plasmando
cómo el amor puede servir, o no, como puente entre dos personas de diferentes
mundos”, prosigue.
Un largo
proceso, de más de dos años, ha sido necesario para que el resultado final sea
el deseado. Y todo ello, gracias al apoyo incondicional que le han mostrado
muchos amigos que, de manera desinteresada, le han ayudado en este camino. “Si
por algo me siento privilegiado es por la gente que cuando yo comencé me ayudó
de manera altruista. Esto me hizo esforzarme todavía más para no defraudarles”,
expone.
Ahora, tras
publicar este quinto trabajo, no descarta la posibilidad de dar comienzo a una
nueva novela. “Tengo algo pensado pero me resisto mucho porque en el momento
que me meto en el libro me hago más antisocial. Llega un momento en el que me
levanto por la mañana, se pone el sol y sigo escribiendo”, cuenta. Y todo, con
el objetivo de llegar a un público fiel, tal y como imaginaba cuando era niño.
“Yo admiraba a todos los escritores. A todo el mundo le daba una oportunidad
aunque fuese malo el libro. Me gustaría que hiciesen lo mismo conmigo”,
expresa.
“Siempre que
termino un libro pienso que es el último pero luego nace una idea, la
desarrollo y se convierte en novela. Pero todo puede acabarse mañana”,
confiesa. De momento no es el caso. Dedicarse al mundo literario es para
Aguirre un sueño hecho realidad, un lugar en el que refugiarse y con el que
trasladar a sus lectores a un mundo de fantasía y realidad. Y es que, según
expone Agirre, para ser escritor “hay que aprender a escuchar a los demás”.
Algo que, sin duda, ha logrado.
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