Recomendaciones para evitar disputas familiares
Debemos educarnos en el autocontrol emocional a través de la autobservación.
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A todos nos ha pasado que las relaciones interpersonales no son como queremos, a veces nos duele, nos amarga y hasta nos distancia. Las relaciones familiares pueden ser más o menos intensas. Yo aún no conozco quien no haya tenido algún gran enfrentamiento con algún familiar. Es soberbio pensar que siempre estaremos de acuerdo, pero también nos gusta alzar la voz y dar nuestra opinión.
Hay padres, hermanos, primos, tíos, etc. que no se hablan, porque han
roto sus corazones o porque no saben cómo manejar un asunto y el ego es tan
grande que son incapaces de perdonar. Para empezar, hay que reconocer uno mismo
que se equivocó. Sí, sí … al ofender e imponer alguna idea. Muchas veces, los
padres, creemos que tenemos la razón por ser los guías y por tener más de
experiencia en la vida.
¿Pero, cómo nos sentimos en esa situación? Esa es la clave, qué es lo
que sientes, identifícalo y resuélvelo, pero resuélvelo en ti, pues tú también
fuiste afectado por tus palabras y por tus acciones. Una vez hecho esto,
expresa el resultado y pide disculpas, pero no te corresponde convencer. A lo
que voy es que uno intenta y la otra persona muchas veces se hace la
interesante, haciendo las cosas más complicadas. No caigas en el juego, como
dice el dicho… “Yo soy responsable por lo que digo, pero no responsable de lo
que tú entiendas” eso de estar rogando el perdón déjaselo al canal de las
estrellas y sus tan horribles novelas.
El corazón no se equivoca cuando uno resuelve y se quita esa carga,
sigues adelante, pero hay personas tan tóxicas que les encanta el drama y son
adictos a esa carga y tratarán de no hacerse responsables y seguirte hundiendo
junto con ellos en ese charco inmundo. Mejor sonríe y ¡sigue adelante! Yo sé
que cuando es un familiar hace las cosas más complicadas, pero de la energía de
uno depende que las experiencias ocurran.
Una amiga me contó que tuvo un altercado con una prima (primas hermanas
y muy allegadas, según me dijo) la hija de ésta había rapado el pelo de la hija
de mi amiga y comenzaron a pelearse como buenas niñas de 5 y 7 años, con tanta
intensidad que cuando la prima las oyó gritar las separó y regaño. Cada una
corrió con su madre para acusar a la otra. Pues bien, la prima fue furiosa a
reclamarle a mi amiga que su hija era una grosera y bla, bla, bla… (cuando la
agresora fue su hija). Mi amiga comenzó a desesperarse y la fiesta de
cumpleaños termino entre gritos, dimes y diretes en la cocina. Todos afuera en
el jardín no sabíamos qué hacer, si irnos, sentarnos o qué…
Pues entre todo este show…las hijas de estas mujeres se abrazaron y se
pusieron a jugar mientras sus mamás se sacaban los ojos por defenderlas. Una
cogió a su hija y se fue muy molesta, la otra se quedó para justificar sus
actos y convencer a todos de lo horrible que era la otra. ¿Se dejaron de
hablar? ¡Claro! Porque el ego de las dos estaba tan inflado que ninguna puedo
rectificar y decir: “perdón por decirte cosas tan hirientes” (y lo más
importante pedirse perdón por permitirse estar en esta situación). Puedo
asegurar que el 90% de las cosas que se dijeron no las decían de corazón y no
pudieron apreciar el gran ejemplo que sus hijas les ponían, bueno ni siquiera
se dieron cuenta.
¿Pero qué pasa? ¡¡¡Son familia!!! Las Navidades, cumpleaños y cualquier
festejo familiar se volvió un tormento porque la familia y amigos no podían
compartirlo tan plácidamente ya que cada una tenía una opinión de la otra o
definitivamente no asistía si la otra iba.
Un día mi amiga recapacitó y buscó a su prima para arreglar las cosas y
ser familia de nuevo. Pues uno creerá que la prima la recibió con los brazos
abiertos y demás, ¡pero no! sigue
enganchada en que mi amiga es un ser horrible a quien tiró del pedestal, según
ella “gracias a Dios, me di cuenta a tiempo” (palabras textuales). Mi amiga
obviamente se sintió decepcionada, triste, frustrada y claro, enojada queriendo
decir: “¡¡¡Ahhhh esa estúpida, tan infantil!!!”. Pero no, salió de su zona de
confort y le dijo en aquella cita que lamentaba mucho que no se pudieran
arreglar las cosas, que ella la amaba y estimaba y que siempre estaría ahí,
como familia, para ella en el momento que quisiera. La prima obviamente comentó
a los 4 vientos que mi amiga le pidió disculpas pero que uno puede perdonar,
pero no olvidar y cuanta frase rastrera pudo.
A finales de año hubo una fiesta, mi amiga, en el camino, pidió a su
familia que pasara lo que pasara con la prima, su esposo e hijos, ellos no
fueran groseros y que disfrutaran la compañía de los demás. Pues mi amiga se lo
pasó bomba y todos compartieron su alegría felices, incluso la familia de la
prima, las hijas jugaron como si nada y como siempre, cenaron, rieron y
cantaron, pero la prima decidió recluirse en la cocina con un par de familiares
y tener cara larga, a lo que yo llamo hacerse la interesante, para llamar la
atención.
Uno no debe hacerse responsable ni hacer propios los sentimientos de los
demás, mi amiga hizo lo correcto y la prima decidió que ella quería seguir
enojada, por alguna razón, eso le trae algún beneficio que yo desconozco.
La conclusión es que no debemos quedarnos apenados porque a algún
familiar o amistad no le agrademos más, que duele… ¡uff, claro! Pero más duele
amargarse por alguien que en ese momento está en la energía incorrecta, pero
eso no quiere decir que no lo amemos. Todos esperamos que la prima recapacite y
un día pueda volver a ser la persona querida de mi amiga, ¡en realidad, la
extrañamos!
Cuando estés en
un altercado recuerda que todo lo que dices te lo dices a ti también. Cuando
pides perdón, también te lo pides a ti, pues no puede salir de uno nada que no
exista adentro.
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